Omar Torrijos y el Poder Popular

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Omar Torrijos y el Poder Popular

De la escritora e investigadora Dalys Vargas, recibimos como material de colaboración fragmentos seleccionados del discurso pronunciado por el general Omar Torrijos el 7 de agosto de 1971, sobre la nueva organización política de Panamá.

El jefe militar esbozó el proyecto de cambio en el Primer Congreso de Corregidores. Allí propuso sustituir el viejo modelo de elección por un sistema participativo, cuyos dirigentes fuesen escogidos por el electorado en las bases de las comunidades.

Señores Corregidores:

Considero que ésta es una de las reuniones más importantes y más productivas que he tenido en estos tres años de gobierno. El constante patrullaje del país, las constantes visitas mías a sus corregimientos, el constante interés en conocer el problema del hombre panameño, del hombre que vive en el campo, me ha llevado a la conclusión de que no puede haber ninguna organización que surja de arriba para abajo. Que si queremos una organización política propia para los panameños, propia para el desarrollo, propia para romper tantos esquemas de injusticia que había, tenemos que crear una organización política que surja del corregimiento hacia los ministerios, hacia la capital.

“…nadie puede negar que el país descansa sobre 500 pilares, que son los 500 corregimientos del país. Siempre se ha tenido al corregimiento como algo secundario, como algo al que se le puede mandar disposiciones, o al que se le puede ordenar desde la ciudad capital. Nada más equivocado que eso, porque las leyes son efectivas mientras más cerca están del hombre”.

“Yo he estado recorriendo el país y, al recorrerlo, trato de descubrir la aspirina propia que remedie el mal propio. Yo no quiero cometer el error que han cometido otros gobernantes que han querido encasillar la solución política panameña entre los moldes de su círculo privado. Yo ando buscando, yo ando aprendiendo todos los días, yo converso con ustedes, yo investigo, y hasta de gente muy ignorante, de gente muy apartada, de gente analfabeta, yo aprendo algo todos los días”.

“…cuando estaba de jefe de la Guardia en Chiriquí, se me mandó a “combatir”, así decían, una insurrección que había en la zona indígena y que jefaturaba Samuel González, un cacique indígena. Y la insurrección consistía en que estos hombres se negaban a respetar el Himno Nacional, se negaban a cantar el Himno, cantando otro himno; se negaban a izar la bandera nacional y estaban izando otra bandera, y se negaban a hacer caso a las autoridades de Remedios, de Tolé y de San Félix, porque ellos tenían sus propias autoridades. Recuerdo yo que después de 48 horas de caminar, con cerca de cien guardias, llegamos al sitio de la “insurrección”, tal como la llamaba el Gobierno Central. Llegamos como a las cinco y media de la mañana y pudimos ubicarnos en una colina que nos daba un campo de vista perfecto y que me ponía en condiciones de atisbar lo que estaban haciendo 4,000 indios reunidos”.

“Pronto advertí que los 4.000 indios reunidos estaban allí conversando, dialogando, tratando de resolver sus problemas. Me di cuenta de que cien guardias eran insuficientes para aplastar la sana rebeldía de 4.000 indios reunidos. Y ahí me convencí, señores, de que no hay bala que mate la mística y que no hay bala que pueda acallar el grito de rebeldía de un pueblo. Yo recibía órdenes por radio: ¿Qué pasó, Torrijos? ¿Acabas con ellos? Espérense, les contestaba, ustedes no conocen el problema. Y entonces me quedé largo rato en esa colina y, poco a poco, nos fuimos acercando, hasta que comenzamos a conversar”.

“En la zona indígena, en el 58, apareció una clarividente, una mujer de grandes condiciones de dirigente, una mujer que sentía un profundo cariño por su pueblo, una mujer de una profunda conciencia social, una mujer que revolucionó 400 años de letargo de nuestro indio. Esta india se llamaba Mama Chí o Pepsigo. Como nuestras autoridades no entendían, ni se daban a la tarea de investigar, querían destruir. Es mucho más fácil destruir que investigar; es mucho más fácil mandar a matar que mandar a sumar”.

“Ésa fue una de las muchas experiencias que yo tuve y me di cuenta de que contra la rebeldía de ellos no se podía hacer nada más que sumarlos. Y aquellos que decían que era un irrespeto al Himno Nacional, no era irrespeto; era que no lo conocían y por eso tenían que cantar su propio himno”.

“Esta Revolución no se ha hecho para desplazar a un grupo y ponerse otro; no Señores, no es ésa mi intención, no es ésa mi intención. Y les he demostrado que no es ésa mi intención. Esta Revolución se ha hecho para, conjuntamente con ustedes, y todo el pueblo panameño, corregir los males que ya nos tenían al borde de la desesperación. Esta Revolución no la hemos hecho militares, para provecho de militares. Esta Revolución la hemos hecho los militares con el apoyo de las mejores credenciales de patriotismo y de educación que el país tiene, para beneficio del pueblo”.

“…me impacienta que no logremos romper estructuras; las estructuras se mantienen intactas y no podemos romperlas. El caciquismo en los corregimientos sigue y sigue; el favoritismo sigue; el avasallamiento al campesino sigue; las injusticias siguen. Y eso es lo que me tiene a mí reunido aquí para pedir a ustedes que por favor me ayuden a romper este tipo de estructuras”.

“Yo llego a la cárcel de Las Tablas y hay un muchacho joven. Me preocupa cuando veo un muchacho joven en la cárcel, porque su juventud se ve manchada por un historial policivo, y le pregunto: “¿Por qué estás detenido?” “Porque le robé una vaca a mi papá”. “¿Y por qué le robaste la vaca a tu papá?”. “Porque él nunca me dio nada y como no me daba nada y necesitaba que mi mamá comprara unas cosas, le robé una vaca y la vendí”. Ese muchacho, prácticamente se hizo justicia por su propia cuenta. Pero, ¿por qué vamos a tener a un muchacho en la cárcel, señores, que le roba una vaca a su papá, cuando el papá es más ladrón que él, porque le robó la felicidad, le negó la alimentación? El papá es el que debía estar preso, no el muchacho. Pero sucede que para los que tienen vacas, la justicia es leve, es muy leve, para los que tienen vacas, la justicia… No, señores, esa misma atención la quiero, pero la quiero para todo el mundo, atención de dignidad. No se dejen avasallar de nadie”.

“Los corregidores rigen la paz social del país. Nuestro pueblo no sabe, ni le interesa, quiénes son los magistrados de la Corte Suprema de Justicia. Los casos que van a la Corte Suprema de Justicia son de los panameños que tienen dinero para pleitear. El hombre pobre no pleitea; la mayoría no sabe dónde pleitear. Nuestro pueblo no sabe cuál es el Poder Judicial, cuál es el Ministerio Público, cuáles son los jueces de circuito. A nuestro pueblo lo rigen 500 corregidores que son los encargados; son jueces de paz, ustedes; antes que corregidores, son jueces de paz. Un corregidor injusto ocasiona demasiados atropellos. Yo encuentro corregidores que están todavía con la obsesión de que hay que construir una cárcel aquí, un cepo acá. Me piden cien pares de esposas y digo: “No, hijito, esa no es mi filosofía; ya a este pueblo demasiado lo han avasallado para seguirlo avasallando. Este pueblo tiene un límite de resistencia”.

“El corregidor debe ser líder de la comunidad y nuestro pueblo no acepta jerarquía porque uno es general, porque uno es esto o lo otro. No, no; la única jerarquía que acepta nuestro pueblo es la jerarquía del ejemplo, es la jerarquía moral, es la jerarquía del que más trabaja, es la jerarquía del que más se preocupa por la comunidad. Es la jerarquía de aquél que dice: “Síganme”, no del que dice: “Vayan”.

“Yo me opongo a esos corregidores y guardias que he visto en mancomunidad de intereses en ciertos campitos, en plan repelente, con un letrero que dice: “Oficina del Señor Corregidor,” una silla, un pupitre, y atienden de 8 a 12 y de 2 a 5. Ese hombre ¿qué se ha creído? Vaya, ¿cree que es hijo de Napoleón con Josefina? Ése no es el corregidor que acepta nuestro pueblo; ése no es el corregidor que es el líder de la comunidad, el que más machete tira, el que más se faja, el que más se preocupa, el que más en contacto está con la maestra para apoyarla en la educación de los muchachos. Este corregidor que todavía está trabajando con esa mentalidad, podría ser un buen corregidor en Suiza o en Europa, pero aquí no es buen corregidor, porque no hay frecuencia entre la arcilla de él y la arcilla nuestra, porque nuestro pueblo no es así. No queremos nosotros arreglar el país con esquemas traídos de otros lugares; vamos a arreglar el país con esquemas propios, con nuestra propia medicina”.

“Ésta no es la Revolución del general Torrijos; ésta es la última esperanza que tienen ustedes de poder ver todos sus problemas resueltos. Esta es la última esperanza, y les digo la última, porque si nos pasa algo, viene una revancha en que van a faltar cárceles en el país para encerrarlos a ustedes. Ahí van a estar los Pérez, los Rodríguez y los Herrera. Ahí no van a estar los apelliditos que ustedes están pensando y que se las cobrarían”.

“Y si es la última esperanza, ayúdenme a no equivocarme, ayúdenme a romper esta estructura, ayúdenme a que el pueblo se sienta bien, ayúdenme a que el pueblo sienta fe en su gobierno; ayúdenme a que el pueblo sienta respaldo en su gobierno”.

“Hace poco tiempo fui al norte de Coclé, arriba de Olá, Óiganme, allí se vive en un régimen feudal. Yo no creía que en este gobierno eso estuviera pasando ¿Por qué eso estaba pasando y no lo reportaban? ¿Por qué el corregidor permitía que eso pasara? Eso estaba peor que en los tiempos de antes, señores. Dos gamonales que controlan las tiendas, compran la cosecha y determinan la conducta de toda la comunidad. Injusticias como éstas: Que cambian un pan de jabón de cinco centavos por una libra de café que vale 20 centavos. Injusticias como éstas: de tener que entregar una libra de café para ver la televisión de la tienda. Y ¡ay del que no la diera! Y aquello estaba en manos de dos gamonales, enriqueciéndose a base de la hemoglobina de ese pueblo que estaba pálido y no había ahí un representante del gobierno que defendiera a esa población, cuando ustedes saben que mi corazón está de parte del desvalido, siempre”.

“En cada área urbana hay corregidores que sienten placer cuando hacen un lanzamiento. Sean más humanos en esto, señores, sean un poco más humanos. En verdad, me da vergüenza, me da vergüenza que después de tres años de gobierno, no se haya podido resolver el problema de los lanzamientos. Eso es una negación de gobierno, eso es algo que a mí me tiene sumamente avergonzado y bajo la cabeza cuando una madre de familia, que no tiene la culpa de haber sido abandonada por un mal esposo, tiene que ser lanzada de una casa”.

“Lo grande de este gobierno es que somos honestos y admitimos cuando no hemos podido. Pero lo honesto que tenemos es que si no podemos, lo intentamos hasta lograrlo. Sean más humanos, no estén lanzando gente. Este es un problema del área de Panamá y de Colón. No estén lanzando gente deportivamente, como un lanzador tira una bola, señores. Llámenme a mí, llamen a alguien, vamos a hacer todo lo posible para que esa mujer no sea lanzada. Sin embargo, dicen que antes de mis primeros años de labores, los corregidores ganaban comisión por eso. No creo que ahora esté pasando y es mejor que no pase, señores, porque allí tenemos en la Cárcel Modelo la tercera galería, que se llama “Galería para los funcionarios públicos”, para castigarlos, porque ese no lo vamos a tolerar”.

“Frecuentemente, los empleados del gobierno, de la Reforma Agraria, de Educación, de Salud, de otros Ministerios, incumplen su misión o incumplen su deber en el área de jurisdicción geográfica de ustedes; frecuentemente, llaman a reuniones y no asisten; frecuentemente, ustedes aceptan que ellos no trabajen. Más responsables…, tan responsable es aquél que mira cometer un crimen, como el que lo comete; tan responsable es aquél que puede evitar un delito, como el que comete el delito… Repórtenlo a la autoridad respectiva, para que así, algún día, este pueblo tenga derecho a los servicios que el Estado paga, a los servicios que él mismo paga”.

“El día que el país descanse sobre sus corregimientos bien organizados, el día que el país descanse sobre 500 pilares, que son más o menos los corregimientos que existen en el país, el día que la ley esté cerca del hombre, más efectiva será la ley. Los juristas han sacado una teoría totalmente absurda, que dice que la ignorancia de la ley no excusa su incumplimiento. Eso es falso, totalmente falso, porque sí lo excusa, señores. ¿Por qué podemos acusar a Samuel González de no cantar el Himno, si nadie se lo enseñó? ¿Por qué podemos acusar a un padre de familia de la zona indígena que entrega la hija a un hombre que puede mantenerla, si el Estado no ha hecho lo posible porque él pueda mantener a esa muchacha? Y ese acto de él no es inmoral; es un acto de respuesta, de cariño hacia la hija, para que la hija no se muera de hambre”.

“Y para terminar, quiero notificarles que para el 11 de octubre vamos a hacer una concentración masiva en la [Plaza] 5 de Mayo, de apoyo al gobierno, de apoyo a su general, de cariño hacia quien tanto cariño les ha tenido. Avísenles a los campesinos, a esos privilegiados de este gobierno, a esos hombres de quienes tanto me enorgullezco. Avísenles que yo no voy más al interior, ya yo he ido por tres años a resolver los problemas de ellos; que ahora quiero que ellos vengan a apoyarme a mí el 11 de octubre en la 5 de Mayo, para que los malos panameños sepan que aquí lo que existe es una pura comunión entre pueblo y gobierno”.

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