La Salud Pública: paciente en estado crítico

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Pacientes pobres en busca de Salud en un país que genera riquezas.

La Salud Pública: paciente en estado crítico

Por Gonzalo Delgado Quintero
Periodista

La situación de crisis que se presenta en los hospitales públicos del país, se refleja en la desatención que durante muchos años ha tenido el Sistema Nacional de Salud.

El tema de la Salud presenta múltiples factores de postergación que hoy implica y exige una atención integral por su complejidad. Panamá refleja profundos contrastes y desigualdades que, a pesar del crecimiento económico, aún mantiene a diversos grupos pobres y atrasados en su evolución social, económica y de participación en las zonas rurales campesinas e indígenas, y en los cordones periféricos marginales de la ciudad, que son las condiciones que describen la base de la pobreza.

Pese a esas cifras económicas, que en algunos aspectos no dejan de estar maquilladas, una investigación oficial revela que el 38 por ciento de la población panameña sigue pobre, y que el 19 por ciento vive en extrema pobreza, bajo la circunstancia de la desigualdad histórica (que no es cuento), de la mala distribución de la riqueza y la falta de oportunidades.

La investigación confirmo, además, que los panameños no perciben que ese crecimiento económico los esté permeando. Por el contrario, han sentido, más bien, los rigores del descontrol de precios de la canasta básica de alimentos, que ha desmejorado considerablemente la calidad de vida de la gente, en forma integral y sostenida, incluso, en segmentos desprotegidos de la población, lo que atenta contra los elementales derechos humanos, como es el de la vida.

Los derechos humanos son universales y la Salud debe ser un objetivo fundamental de desarrollo de la sociedad panameña para que todos tengamos una vida digna y aceptable. El gran reto es garantizar las condiciones para la plena realización de los derechos humanos, su respeto y disfrute.

La atención de Salud debe asegurar una vida sana, como condición de bienestar y aumento de las capacidades productivas del país. Sin embargo, alrededor del 25 por ciento de la población en las zonas indígenas y rurales campesinas, todavía no tiene acceso a los servicios básicos, pese a que la inversión en Salud representa más del ocho por ciento del Producto Interno Bruto (PIB).

En zonas áreas marginales de la capital, también se está observando desnutrición infantil, mala nutrición (crecimiento de la obesidad), alta morbilidad, al igual que una creciente estadística en mortalidad de jóvenes y adultos, a causa de la inseguridad, la violencia, accidentes, suicidios, transmisión de enfermedades, drogas y el impacto de enfermedades contagiosas emergentes, como Zika, Chikungunya, influenza y A(H1N1), además de tuberculosis, malaria, dengue y otras que aparecen periódicamente.

A esa realidad, se suma la deficiente oferta de Salud Pública, que en el último lustro demostró debilidades en la visión estratégica para entender la dinámica de los procesos de gestión institucional de los servicios públicos de Salud. Por el contrario, se dirigió la atención a otras acciones e intereses predeterminados.

El servicio público de la red de Salud del MINSA y la CSS ha mostrado debilidades en los últimos años. Hay una escasa planificación estratégica en las acciones y deficiencias, respecto a clínicas y hospitales privados en el marco del sistema de información sanitaria en el nivel nacional.

Un examen riguroso de la realidad socioeconómica, revela la exclusión programada de asegurados y no asegurados, que lleva a la falta encubierta de protección social en Salud. De hecho, es cada vez mayor la cantidad de personas que no reciben una debida atención. Con ello, aumenta la vulnerabilidad de la gente y el coso social.

Quizás el impacto de esas malas decisiones no se reflejará en forma inmediata, pero sí en la lista de enfermos hospitalizados, con una saturación de los servicios en los próximos años, ante la falta de la necesaria planificación en materia de prevención en Salud.

S bien es cierto que hay servicios de alta calidad, incluida la medicina privada, no son accesibles a la mayoría, que está obligada a recurrir a los hospitales públicos, recargando con ello la demanda de los centros médicos del MINSA y la CSS.

Además, persisten los problemas de acceso de un gran contingente poblacional al agua potable, para el consumo humano. Ese hecho tiene incidencia en la propagación de enfermedades originadas en la ingesta del vital líquido proveniente de fuentes contaminadas. El Estado debe castigar a quienes dañan el ecosistema y contaminan los ríos, lagos y mares en forma deliberada. El deterioro del medio ambiente, debido a la contaminación, provoca trastornos y recarga al débil Sistema Nacional de Salud en Panamá, en el que es necesario privilegiar los programas de prevención.

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