La reivindicación panameña sobre la vía interoceánica
La reivindicación de la vía interoceánica movilizó el sentimiento nacional durante varias décadas y el pueblo panameño, heredero de la razón y el coraje, consiguió enarbolar la enseña tricolor donde antes ondeó la bandera de las barras y las estrellas, y ayudó a afianzar el antiguo anhelo de soberanía total en la franja canalera.
Más allá de la ceremonia de sustituir una divisa por otra, el hecho de enarbolar el emblema nacional en un territorio segregado y repleto de complejos militares, se convirtió en la causa apoyada y admirada por los pueblos del mundo. El hecho histórico se tradujo en una conquista notable que puso fin a un sistema colonialista en la cintura geográfica de América y desmanteló su complejo de bases.
Sin embargo, con el paso de los años, una nueva casta no menos discriminadora, volcó su interés sobre las áreas recuperadas. El primer paso en esa dirección fue ocultar el ejemplo de luchas del general Omar Torrijos, quien dirigió el proceso para asumir el control soberano de la vía acuática, cuya tercera autopista de agua fue abierta a la navegación mundial el 26 de junio.
Tras diversas ceremonias, empiezan a ser conocidos planes para separar del beneficio económico generado por la vía acuática y las áreas ribereñas, las demandas de desarrollo social de la población. No es casual que las redes sociales fuesen convertidas en escenario virtual, para despejar la interrogante de quiénes se beneficiarán de los ingresos económicos provenientes del Canal ampliado.
Un modelo de inequidad imperante impide el acceso de la mayoría de los panameños a los niveles de progreso y bienestar, debido a que la economía canalera y las carteras de megaproyectos están cada vez más vinculados al capital multinacional. Ello se traduce en acciones para separar a los actores sociales y protagonistas de las conquistas soberanas del control de su propio patrimonio.
Los acontecimientos recientes ilustran el riesgo de que el Canal de Panamá, protegido por un marco constitucional, pueda ser vulnerado. Esa posibilidad debería unir a los panameños frente al despojo y la amenaza de arrebatar al pueblo un legítimo derecho, con el objetivo de impedir que una nueva forma de colonialismo y ultraje sea articulada en las áreas canaleras.
La reivindicación soberana del Canal de Panamá es una prioridad y bajo ninguna circunstancia puede haber concesiones en un asunto que ha sido y es para los panameños su principal recurso, acompañado de una historia de luchas y sacrificios.
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