Homenaje al poeta Alberto Rojas Jiménez

Por Rolando Gabrielli

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Estos, finalmente, son algunos versos del poema al poeta maldito, periodista, caricaturista excepcional, Rojas Jiménez (34 años), que inspiraron justamente el recorrido nerudiano por las calles santiaguinas, donde realizó una intensa bohemia en su juventud. Rojas Jiménez murió en Santiago de una pulmonía fulminante. Neruda, quien estaba en España, cuando se enteró de su repentina muerte compró dos cirios de un metro cada uno y en una gran catedral de marineros en Barcelona se arrodilló frente al altar, mientras un amigo católico que fue expresamente a buscar rezó en cada uno de los numerosos altares en medio de la oscuridad solo alumbrada por los cirios.

Se había muerto el pájaro dorado, el encantador de la bohemia santiaguina, el mago, como también le llamaba el joven Neftalí, a quien rompía la noche con su gran espectáculo de la risa y el encantamiento de las palabras en el zeppelín o en el cabaret de la Ñata Inés. Neruda le escribió el poema con un improvisado lápiz de carpintero, conmovido por la intempestiva partida de este joven ingrávido amigo de sus amigos y de la noche.

Alberto Rojas Jiménez es uno de los poetas chilenos que se perdieron en el breve, insólito, desgraciado camino de la vida. Carlos de Rokha, Armando Rubio, Omar Cáceres, entre otros, también se fueron en un abrir y cerrar de ojos. Hace unos días, Rojas Jiménez estuvo volando con Neruda por las viejas calles de Santiago, como antiguos e inseparables camaradas de la bohemia y poesía.

No encendáis las lámparas
ni me llaméis.
Dejadme aquí sin luces.
Mi alma está mejor en la penumbra.

(Rojas Jiménez)

Despidamos a Rojas Jiménez, entonces, en su ley, con poesía:

Alberto Rojas Jiménez

Este es Alberto Rojas Jiménez,
actor de su propia vida,
echó su suerte en París,
dijo algunas cosas, ninguna, muchas,
no dijo nada finalmente
y se fue por el mismo mapa,
que vino y ya no regresaría.

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