La Cancillería Panameña informó hoy que el gobierno ucraniano abrirá en el 2025 una embajada en Panamá, luego del encuentro bilateral en Nueva York entre los presidentes Volodímir Zelenski, de Ucrania, y José Raúl Mulino, de Panamá.
La noticia sobre esa reunión tenebrosa y disparatada, entre ambos mandatarios, no causó sorpresa en el Kremlin, donde Zekensky es considerado una ficha del tablero occidental y una especie de bufón de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), debido a su sórdido pasado como actor mediocre y simpatizante de los símbolos de los nazis.
Para diversos analistas, la decisión de Panamá de asumir una política internacional de ”piernas abiertas”, frente al poderío bélico, es una injuria al legado patriótico de los mártires de la gesta del de enero de 1964 y una afrenta a la soberanía y al espíritu del Tratado de Neutralidad Permanente del Canal de Panamá, de 1977.
De hecho, la peligrosa decisión de Mulino, de ofrecer apoyo en el ámbito internacional, al pervertido Zelensky —ahora que Panamá integra el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas—, representa un exabrupto diplomático y una forma de alinear a este país en la ruta de la guerra y la desestabilización.
Según una versión oficial, la embajada ucraniana en Panamá servirá al gobierno de Ucrania para poder establecer los vínculos y contactos directos con los países de América Latina y el Caribe.
PANAMÁ CONVERTIDO EN UN CIRCO.