El viejo héroe del Jefe

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Pete Seeger en Madison Square Garden. (Foto: AFP / Getty Images).
  • Pete Seeger inspiró disco y gira de Springsteen.

Por Carlos Galilea
El País

Cuando Springsteen iba a cantar We shall overcome en su concierto en Badalona, alguien le gritó “¡Comunista!”. Dicen que el Boss se rio. Probablemente, aquel espectador sabía que Pete Seeger, uno de los grandes del folk estadounidense y la canción de protesta, grabó en los años cuarenta El quinto Regimiento o Viva la Quince Brigada: el cancionero antifascista de la Guerra Civil española.

El 18 de agosto de 1955, el bueno de Seeger tuvo que comparecer en Nueva York ante el Comité de Actividades Antiamericanas, la temida herramienta para la caza de brujas ‒comunistas, por supuesto‒ del senador McCarthy. Fue de los pocos que no quiso acogerse a la Quinta Enmienda ‒derecho a no autoincriminarse‒ y que invocó la Primera ‒derecho a la libre asociación‒. “No voy a responder a ninguna pregunta sobre mis creencias filosóficas y religiosas, mis opiniones políticas o lo que voté en las elecciones”, dijo a los inquisidores. Condenado a un año de cárcel, recurrió hasta quedar libre de cargos.

Un cantautor llamado Bruce

We shall overcome: The Seeger sessions ha logrado que su nombre vuelva a los medios de comunicación. Al viejo luchador le resulta divertido ser tratado ahora con tanto respeto.

Pete Seeger (Nueva York, 1919) descubrió el banjo en 1936. En la piel de su Vega de cinco cuerdas y mástil largo aún puede leerse una vieja consigna: “Este instrumento atrapa el odio y le obliga a doblegarse”. Nunca pensó convertirse en músico: quería ser periodista. Viajó por todo el país alojándose en casas de mineros y granjeros… y recogió canciones de condados remotos. Se sentía feliz de haber cantado para norteamericanos de cualquier credo, color de piel, ideología o condición.

Con Woody Guthrie formó The Almanac Singers ‒el nombre se les ocurrió porque en muchas granjas sólo había dos libros: la Biblia y un almanaque‒, que se presentaban en actos de apoyo a los trabajadores. Fundó The Weavers y su versión de Goodnight Irene fue el disco más vendido durante meses. Pero el FBI les seguía los pasos ‒era la guerra fría‒ y llegaban las listas negras.

Seeger es autor o coautor de clásicos como Where have all the flowers gone?, If I had a Hammer ‒que popularizaron Peter, Paul & Mary y Trini López en los sesenta‒ o Turn, turn, turn ‒éxito para The Byrds‒. We shall overcome, su adaptación de un espiritual, se convirtió en el himno de las marchas por los derechos civiles en el sur de Estados Unidos. Cantó mucho para los niños. Y medio mundo conoce gracias a él aquella antigua canción cubana que empieza diciendo “Guantanamera, guajira guantanamera…”, con versos de José Martí.

Vivió con Toshi ‒con la que se casó en 1943 y tuvo tres hijos‒ en una casa rodeada de bosques, a orillas del río Hudson. Seeger dedicó sus mejores esfuerzos en salvar el Hudson de la contaminación. Alec Wilkinson escribió en The New Yorker que ha grabado en su casa algunas canciones con Ry Cooder. A Wilkinson le contaron que, cuando la invasión de Irak, se había visto a Seeger, al borde de una carretera, bajo la lluvia, mostrando a los automovilistas un cartel con la palabra “Paz”.

En el repertorio de este hombre que ha luchado por la libertad y los derechos civiles está la historia de un país. Lo mejor de esos Estados Unidos que forjaron los padres de la patria y que algunos de sus actuales gobernantes se empeñan en enfangar.

El concierto prohibido

Pete Seeger cantó por primera vez en España en 1971: el 7 de febrero, en un abarrotado polideportivo de Terrassa. También estuvo en Sevilla y en San Sebastián. Pero, cosas del régimen franquista, su presentación del sábado 14 de febrero en la Escuela de Ingenieros de la Universidad de Barcelona, en la Diagonal ‒entonces oficialmente avenida del Generalísimo Francisco Franco‒, fue prohibida a última hora por el gobernador civil. Hubo despliegue de grises a caballo y duras cargas policiales.

Aunque Seeger sí cantó en Barcelona: al día siguiente, y sin anunciar, en el bar Llopart, del barrio de Sants. Lo hizo ‒como recuerda Joaquim Vilarnau en el número de julio/agosto de 2006 de la revista catalana de Folc‒ ante poco más de 30 personas y los habituales parroquianos, que seguían jugando sus partidas de cartas o parchís en las mesas de mármol. Poco después le invitaron amablemente a abandonar el país.

Fue Raimon quien le convenció para venir por fin a España: Seeger, que en 1943 había grabado siete canciones de la Brigada Lincoln ‒El valle del Jarama, Si me quieres escribir…‒, no tenía pensado pisar el país mientras Franco viviera. Volvió cuando el dictador ya no estaba. En varias ocasiones. El 10 de marzo de 1978 ofreció un recital, grabado por TVE, en el Palacio Municipal de los Deportes de Barcelona ‒al día siguiente Pete Seeger debutaría en Madrid con una actuación en el Pabellón de Deportes del Real Madrid‒, en el que lucía una pegatina en defensa de la libertad de expresión en solidaridad con Els Joglars, que estaban procesados por un tribunal militar por su obra de teatro La torna. El 23 de abril de 1993, el neoyorquino participó en Barcelona en el concierto de los 30 años de la canción de su amigo Raimon Al vent.

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