El punto de no retorno: ¿enviará China a su Ejército para aplastar la rebelión en Hong Kong?

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Tropas chinas en un desfile militar. (Foto: © REUTERS / Damir Sagolj).

Por Denis Lukyanov
Sputnik

Las protestas que sacuden la ciudad china de Hong Kong desde hace varios meses se hacen cada vez más multitudinarias. El pasado 12 de julio, cerca de dos millones de personas tomaron las calles para protestar contra las políticas de Pekín en esta región autónoma. Un analista ruso explicó a Sputnik cómo podría China solucionar el conflicto.

La ley de extradición que las autoridades chinas quieren imponer en la zona provocó la catarata de protestas. La mayoría de los habitantes de Hong Kong percibieron la ley como un intento de socavar sus derechos autónomos. Para los hongkoneses, la autonomía de la ciudad, consagrada en su Ley Básica ‒la Constitución‒, sirve como garantía de los derechos y libertades básicas, declaró el vicedirector del Instituto de Asia y África de la Universidad Estatal de Moscú, Andréi Karnéyev.

Los ciudadanos valoran los estándares del cumplimiento de la ley establecidos en la época colonial, cuando Hong Kong era parte del Imperio británico. Si el proyecto de ley que desató las protestas de verdad fuera aprobado, esto limitaría considerablemente el derecho de los hongkoneses a la libertad de expresión. Los lugareños simplemente no quieren entregar sus derechos y por eso toman las calles.

Frente a esta situación, Pekín tiene tres opciones, es decir, tres estrategias, explicó el analista.

La primera es hacer ciertas concesiones a los manifestantes. El Gobierno de Hong Kong ‒prochino‒ declaró que el proyecto de ley de extradición está muerto, pero en esencia esto no significa necesariamente que lo hayan retirado, de manera que quienes participan en las protestas lo perciben como un mero truco, subrayó.

Las duras actuaciones de los policías han sido objeto de críticas por parte de los manifestantes, que exigen una investigación, y China podría hacer concesiones en este sentido. Sin embargo, este escenario, que se apoyaría en la hipótesis de que las autoridades hongkonesas hicieran concesiones con el apoyo de Pekín, parece poco probable.

La segunda estrategia es la más severa y supondría que Pekín manda sus tropas a reprimir esta revuelta. Esto llevaría consigo arrestos en masa, posibles situaciones no previstas y represión a las libertades de los ciudadanos. Esto puede desembocar incluso en el cambio o hasta la abolición de la política un estado, dos sistemas, que ha estado funcionando desde la incorporación de Hong Kong a China en 1997, aseguró Karnéyev.

Este escenario no conviene ni siquiera a los habitantes ni a Pekín. Todos los logros de este centro económico de Asia, como es Hong Kong, estarían en peligro. Es un escenario muy malo para todos, dado que la excolonia es una fuente de dinero que atrae inversiones internacionales y, al mismo tiempo, sirve como un portal para las exportaciones de la República Popular de China.

La tercera estrategia es la que brinda más esperanzas. Muchos manifestantes son jóvenes que estudian en las universidades y Pekín simplemente tiene que esperar hasta el 1 de septiembre cuando empiece el año escolar, aseveró.

No es ningún secreto que la mayor parte de la gente que acude a las manifestaciones son personas con puntos de vista bastante moderados y Pekín cuenta con el hecho de que esta mayoría se canse de las acciones de los radicales y tarde o temprano les dé la espalda, añadió.

Es posible que, para el mes de septiembre, las protestas consten de escasos grupos. Si estos no van a gozar con el apoyo de la sociedad, entonces Pekín será capaz de marginarlos con facilidad y poner fin a este movimiento. Por ahora las autoridades chinas albergan la esperanza que esto se resuelva de esta manera, y esto es lógico, dado que dejará intacta a Hong Kong, que es de gran valor para China.

¿Es posible una solución militar en Hong Kong?

Si bien el segundo escenario sí es posible, es mucho más probable que Pekín actúe fríamente y recurra a la tercera opción. Por ahora las autoridades chinas contemplan con paciencia lo que está ocurriendo y analizan si el Gobierno de Hong Kong es capaz de lidiar con el problema.

“Una vez Pekín vea que todo se sumerge en el caos, que la policía de la ciudad no logra poner fin a los disturbios, entonces va a tomar medidas. Aquí aparecen varias opciones. Pekín puede lanzar una operación militar con víctimas o simplemente enviar fuerzas adicionales”, puntualizó Karnéyev.

El pasado 13 de agosto, Pekín publicó un vídeo del envío de sus tropas y equipos militares a la ciudad china de Shenzhen, que limita con Hong Kong. El envío, según los informes, tiene como meta llevar a cabo ejercicios militares, pero es obvio que la parte china efectivamente está sacando músculo.

Sería extraño que Pekín no hubiera recurrido a tal paso en esta situación y es normal, se trata de presión psicológica. Este tiene como meta demostrar que China está lista para usar sus fuerzas militares. Sin embargo, creo que la parte china va a ir con pies de plomo, dijo.

El gigante asiático tiene al menos una experiencia enorme de ejercer control sobre esta región autónoma. Entiende que cualquier acción militar va a tener un precio muy alto. Por lo tanto, es poco probable que tome decisiones a la ligera.

Hong Kong es una zona muy especial y hay que entender que las fuerzas dentro del Partido Comunista de China tampoco son monolíticas. Hay diferentes grupos de consejeros que consultan a la Jefatura del Estado y que entienden que habrá que actuar con mucha cautela para que Pekín siga beneficiando del estatus de Hong Kong, destacó el entrevistado.

¿Tratan los hongkoneses de tomar el poder en la ciudad?

Últimamente ha habido varios informes sobre las acciones de los manifestantes, quienes ocuparon el aeropuerto de la ciudad, atacaron las comisarías de la policía y hace unas semanas irrumpieron y vandalizaron el Parlamento de la región autónoma, indicó Karnéyev.

Según el experto, los incidentes están protagonizados por las dos partes y cada una de ellas dispone de recursos mediáticos enormes. A través de ellos, se acusan mutuamente de haber cometido actos “terroristas”. Por ejemplo, los manifestantes acusan a las autoridades de estar detrás de los ataques de los gánsteres contra ellos.

Mientras las autoridades acusan a los participantes en las protestas de haber agredido a las fuerzas de seguridad, lo que provocó un número de heridos en las unidades policiales. También se acusa a los manifestantes de haber atacado a los inmigrantes chinos. Es bastante difícil entender quién es de verdad culpable, enfatizó Karnéyev.

“A diferencia de las protestas de 2014, cuando muchos citaron a los demócratas hongkoneses como ejemplo de civismo, esta vez los acontecimientos de verdad se han vuelto trágicos: hubo suicidios y varias personas resultaron gravemente heridas. Es importante comprender que las dos partes son culpables y esto no es nada nuevo, dado que estas cosas suceden cuando hay una escalada de tensiones. La violencia mutua en Hong Kong despierta una gran preocupación”, declaró el especialista.

La crisis en la excolonia británica tiene lugar justo en medio de una guerra comercial con Estados Unidos. Estos acontecimientos distraen la atención de Pekín. Es difícil de vaticinar lo que va a pasar, pero una cosa está clara, Hong Kong va a tener que hacer frente a las consecuencias de estas protestas durante muchos meses que vienen. Al fin y al cabo, el problema se arreglará, pero nadie sabe cuánto tiempo esto puede tomar.

¿Cómo debe reaccionar el Reino Unido, el antiguo dueño colonial de Hong Kong?

En Londres ya han empezado a sonar voces que abogan por la entrega de pasaportes británicos a los habitantes de Hong Kong. Esto sucede ahora que las tensiones en la urbe alcanzan un nuevo nivel, pero es raro teniendo en cuenta la historia. Cuando Hong Kong y Macao se preparaban para pasar a formar parte de China, Portugal estaba dispuesto a entregar sus pasaportes a los habitantes de Macao, mientras que Londres decidió no hacerlo, señaló Karnéyev.

“Si el Reino Unido decide recurrir a esta medida, va a ser percibida como un paso contra Pekín. No estoy seguro de si las autoridades británicas osarán a hacerlo. Pero es evidente que Gran Bretaña tiene su responsabilidad, porque dominó este territorio durante 150 años y crio a la élite política local. Por lo tanto, deben estar preocupados al menos tanto como las autoridades en Pekín”, dijo.

Por ahora no queda claro si los británicos llevarán a cabo esta medida, aparte del hecho de que se trata de un paso bastante raro. Sin embargo, es de esperar que el Reino Unido pronto dé ciertos pasos simbólicos, puesto que no puede simplemente olvidar esta historia. Londres seguirá siendo interesado en el destino de Hong Kong.

¿Qué futuro sería mejor para Hong Kong?

Según el acuerdo entre Londres y Pekín de 1997, Hong Kong gozará de una amplia autonomía hasta 2047, cuando la ciudad pase a formar parte de la República Popular de China.

Pero hay grupos que preferirían que se independizase o siguiera siendo una autonomía con derechos amplios, incluso después de la fecha establecida por el trato bilateral entre China y Reino Unido.

Según Karnéyev, a muchos habitantes les gustaría que Hong Kong formara parte del gigante asiático en caso de que fuera más abierto y valorara sus libertades. Paralelamente, en la ciudad hay grupos de ciudadanos prochinos.

Esto tiene que ver con el hecho de que, en la última década, Hong Kong ha recibido mucha inmigración de otras regiones de China, en concreto un millón de personas, lo que supone una parte significativa de la población urbana, que se cifra en más de siete millones. En cualquier caso, la mayoría de los hongkoneses es propensa a exigir que se respeten sus derechos democráticos.

“Considero que es poco realista esperar que Hong Kong se haga con la independencia. Pero a la mayoría de los habitantes les gustaría que se preservase la autonomía que les dejaron los ingleses. La mayoría está dispuesta a luchar para que se respeten sus derechos autónomos incluso después de 2047”, agregó Karnéyev.

A largo plazo, es posible que China emprenda reformas liberales y la actitud de los hongkoneses cambie con el paso de tiempo, concluyó.

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