Editorial del 28 de agosto

La puñalada al sector agropecuario

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La puñalada al sector agropecuario

Una larga fila de jornaleros sin trabajo en áreas rurales revela hoy el rostro de la desigualdad y los efectos devastadores de una política agroimportadora que entregó al capital financiero el negocio de la comercialización de los alimentos, a costa de la maltrecha soberanía y seguridad alimentaria de Panamá.

Esos desajustes socioeconómicos han socavado las bases del agro y mantienen contra las cuerdas a pequeños y medianos agricultores que carecen de una organización pujante para eludir la andanada de golpes generados por la importación elevada de productos subsidiados en los países de origen.

La conspiración contra el campesinado pobre fue urdida en las cadenas de supermercados, cuyos representantes dominan la banca local y la importación de fertilizantes y otros insumos, Aquello fue, sin duda, una maniobra magistral para dominar el negocio de los alimentos bajo nuevas reglas de juego.

Entretenidos con promesas de ayuda oficial, muchos productores agropecuarios no alcanzaron a percibir que les estaban moviendo el piso para sepultarlos. El modelo neoliberal descarta demandas y necesidades de las mayorías, pero privilegia la privatización y la desnacionalización de la economía panameña.

Agricultores, ganaderos y grupos son también víctimas de la interrupción del proceso de transferencia de tecnología dirigido a aumentar los niveles de eficiencia en el ámbito rural. En la práctica, el sector quedó a merced de los Tratados de Libre Comercio (TLC) que sellaron el modelo importador.

Desde que entraron en vigencia los TLC, hasta la fecha, las exportaciones de productos agropecuarios y agroindustriales se redujeron en más de 1.000 millones de dólares, mientras que crece en forma geométrica la importación de comida, lo que aumenta la vulnerabilidad del país en la esfera alimentaria.

Panamá dejó de ser autosuficiente en la producción de granos de arroz y los productores nacionales empiezan a abandonar nuevas áreas dedicadas al cultivo. Las importaciones desmedidas abarcan otros rubros como sal de mesa, papas y cebollas, mientras los desplazados del campo se convierten en migrantes pobres.

Aún faltan estudios para determinar cuántos delitos en el país son cometidos por personas oriundas del campo desprovistas de empleo. La economía inhumana y generadora de las oprobiosas formas de miseria, acarrea marginalidad y empuja a las familias empobrecidas a la ruina y desesperación social.

Los gremios y asociaciones de productores no van a sobrevivir sólo sin la solidaridad de los movimientos populares, ya que la voracidad del mercado es abrumadora. Para librar esa batalla se necesita tomar conciencia de la realidad, disponer de un programa de luchas y vencer las condiciones de atraso secular.

1 COMENTARIO

  1. Buena reflexión sobre el tema que hoy nos mantiene en el laberinto, confusión, alboratados en este caos a productores y consumidores los últimos de la piramide. La comida es un negocio y el imperio, ha sido lo ha entendido. Desde que Panamá firma los Tratados con Estados Unidos a los productores y campesinos le cambio la vida y su forma de trabajo. Incluso cambia el panorama y la politica agropecuaria que regia desde que se crea el Mida mediante la Ley 12 de 1973. «Dónde el Mida es el rector del sector y debe garantizar la Seguridad Alimentaria, organizar los productores y brindar asistencia técnica y crediticia. Pero el observatorio de esta realidad hay que cuestionarla. El sector agropecuario responde al modelo impuesto «Neoliberal» Y las importaciones es una realidad
    Irma Tuñon Berrocal
    Planificadora Agrícola

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