Desigualdad y pobreza: un mundo cada vez menos equitativo

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Pobres, marginados y moribundos.

La primera exhortación apostólica del Papa León XIV, Dilexi te (“Te he amado”), reflexiona sobre una humanidad marcada por la exclusión y la injusticia. Los datos de Naciones Unidas confirman esta realidad: en 2025, unos 808 millones de personas viven en pobreza extrema, con menos de tres dólares diarios. Mientras tanto, el 1% más rico acumula más riqueza que el 95% del resto del planeta.

Por Beatrice Guarrera – Ciudad del Vaticano (Radio Vaticano)

Una economía que mata, la falta de equidad, la situación de los migrantes, la violencia contra las mujeres, la trata de personas, la desnutrición y la emergencia educativa son algunos de los temas que aborda Dilexi te, la primera exhortación apostólica del Papa León XIV. El texto, iniciado por el Papa Francisco, invita a reconocer en el rostro de los pobres “el sufrimiento de los inocentes”.

Estos desafíos no son solo espirituales, sino profundamente actuales, como confirman los datos de Naciones Unidas. El informe del Secretario General, publicado el 11 de septiembre bajo el título “Equidad, seguridad económica para todos y solidaridad: reafirmar el desarrollo social para un futuro sostenible”, reafirma los compromisos asumidos en la Declaración de Copenhague sobre Desarrollo Social de 1995 y en el Programa de Acción del mismo encuentro.

Pobreza multidimensional

La magnitud de la pobreza mundial es alarmante. En 2025, se estima que 808 millones de personas vivirán en pobreza extrema, con ingresos inferiores a tres dólares diarios. Otros 2.900 millones sobreviven con entre 3 y 8,3 dólares al día, una cifra insuficiente para garantizar una vida digna.

Según el Índice Global de Pobreza Multidimensional 2024, 1.100 millones de personas sufren pobreza multidimensional aguda, una condición provocada por la superposición de privaciones —desde la falta de ingresos hasta la carencia de servicios básicos, salud o educación—.

Empleo precario e informalidad

Una de las principales causas de inseguridad económica, especialmente en los países de ingresos bajos y medios, es la precariedad laboral.

El 60% de la fuerza laboral mundial, unos 2.000 millones de personas, trabaja en condiciones informales: el 88% en países de bajos ingresos, el 83% en los de ingreso medio bajo y el 52% en los de ingreso medio alto; incluso en los países desarrollados, el trabajo irregular afecta al 14% de los empleados.

Los jóvenes tienen tres veces más probabilidades de estar desempleados que los adultos, y uno de cada cinco, entre 15 y 24 años, no estudia ni trabaja.

La situación es aún más grave para las personas con discapacidad: sólo un tercio tiene empleo, mientras que el 70% queda fuera del mercado laboral.

La informalidad implica salarios mínimos insuficientes y falta de protección legal. Este fenómeno no se limita a países pobres: en Italia, por ejemplo, la Caritas ha denunciado reiteradamente la existencia de “pobreza laboral”, donde incluso trabajar no basta para vivir.

Trata de personas y violencia contra las mujeres

La ausencia de protección jurídica favorece la explotación y la esclavitud moderna.

Más de 28 millones de personas en el mundo son víctimas de trabajo forzoso, incluidos 3,3 millones de niños, mientras 138 millones de menores trabajan en condiciones peligrosas dentro de cadenas globales de producción.

Entre 2020 y 2023 se identificaron más de 200.000 víctimas de trata de personas, según la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC), aunque se sospecha que muchas más no logran denunciar su situación. Las redes de trata operan en al menos 128 países (datos de 2022).

Las principales víctimas son mujeres y niñas, explotadas en la prostitución y otras formas de servidumbre, junto con niños no acompañados que son especialmente vulnerables.

Además, la violencia de género continúa siendo una herida global: una de cada tres mujeres ha sufrido violencia física o sexual al menos una vez en su vida, frecuentemente en el ámbito doméstico, según cifras de la ONU.

Desigualdad y pobreza urbana

La desigualdad crece especialmente en las ciudades, donde los precios de la vivienda aumentan más rápido que los salarios.

Esto ha provocado un repunte dramático de la pobreza urbana: desde 2015, 130 millones de personas más viven en asentamientos informales o barrios marginales, alcanzando un total de 1.120 millones en 2022.

Treinta años después de la Declaración de Copenhague —que establecía la erradicación de la pobreza y la promoción del empleo digno como prioridades—, las brechas sociales siguen ampliándose.

Hoy, dos tercios de la población mundial vive en países donde la desigualdad ha aumentado, y el 1% más rico concentra más riqueza que el 95% de la humanidad.

Falta de educación y atención sanitaria

El desarrollo de los países pobres se ve frenado por la exclusión educativa. En todo el mundo, 272 millones de niños y jóvenes no asisten a la escuela. En los países de bajos ingresos, uno de cada tres jóvenes carece de acceso a la educación formal, a menudo por razones económicas.

En estos contextos, las familias deben cubrir hasta el 40% de los gastos escolares, incluyendo materiales y uniformes.

El panorama es igual de preocupante en materia de agua y saneamiento: 2.200 millones de personas carecen de acceso a agua potable segura y 3.400 millones no disponen de servicios higiénicos adecuados.

Los costos de la salud agravan la crisis: más de mil millones de personas caen cada año en la pobreza —o en una pobreza aún más profunda— por gastos médicos.

Migraciones forzadas y exclusión

La violencia y los conflictos siguen siendo motores de desplazamiento forzado. A finales de 2024, 123,2 millones de personas fueron desplazadas de sus hogares, y la población mundial de refugiados bajo mandato del ACNUR alcanzó 37,8 millones —el doble que en 2015—.

Estas migraciones incrementan la exclusión, el riesgo de explotación y la desigualdad, además de ejercer una fuerte presión sobre los sistemas nacionales.

La ONU advierte que la falta de políticas para reducir las brechas sociales y la marginación puede convertir esta situación en una bomba de tiempo global.

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