Decisión acertada contra el olvido. Editorial del 18 de diciembre

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La decisión del Consejo de Gabinete de declarar Día de Duelo Nacional el 20 de diciembre, es una medida oficial acertada que responde al clamor de una población empeñada en recuperar la memoria colectiva de sucesos acaecidos hace 30 años, cuando se produjo en Panamá la mayor invasión estadounidense contra un país latinoamericano sometido al bloqueo económico y diplomático.

El jefe de asesoría legal de la Presidencia de la República, Harley Mitchell, manifestó que el Día de Duelo Nacional es un innegable reconocimiento del Gobierno Nacional a las víctimas y familiares de caídos el 20 de diciembre de 1989, y sostuvo que por primera vez el Órgano Ejecutivo aprueba a través del Consejo de Gabinete una resolución de esa magnitud en relación con esa histórica fecha.

Sin embargo, aún hay serios asuntos pendientes que deben orientarse a una irrenunciable reclamación política y económica a Washington, tras el genocidio impune cometido por 26.000 soldados de las unidades de élite, de los comandos navales, del ejército y la 82.ª División Aerotransportada de Estados Unidos, que participaron en la mal llamada operación “Just Cause” (Causa Justa) contra Panamá.

El derecho internacional debe ser la base para poder exigir una justa reparación por los graves daños causados a este país, donde los restos de muchos panameños aún reposan en fosas clandestinas abiertas y cerradas por el ejército de ocupación. Es necesario sacar a la luz la verdad enterrada desde hace tres décadas y empinarse para impedir que nuevos hechos vergonzosos sen cometidos en la región.

Este primer paso significativo ayuda a saldar una antigua deuda con los panameños que murieron luchando por la soberanía y la dignidad nacional o fueron alcanzados por los bombardeos indiscriminados de la aviación estadounidense, y debe traducirse en una estrategia de Estado que de firmeza y coherencia a la política exterior panameña y eleve el concepto de la autodeterminación a un nivel superior.

Tal vez, el rumbo fijado en la nave del Estado ayude a corregir la desacertada medida oficial de permitir que los Cuerpos de Paz (Peace Corps, por su denominación en inglés) compartan tareas de Salud en comunidades panameñas. Esa organización, asociada a intrigas, es una agencia federal de Estados Unidos y en la década de 1970 fue expulsada de este país por el general Omar Torrijos.

No hay que ser ingenuos y creer que después de haber invadido a Panamá en 1989, los estadounidenses regresan para ayudar a los panameños a vivir mejor. Washington no tiene amigos, y el envío de Cuerpos de Paz a este país permite suponer que intenta dominarlo por medios no convencionales, mientras que ejerce fuerte presión económica y diplomática para mantener la hegemonía regional.

El mejor homenaje a los mártires del 20 de diciembre es sentar las bases que aseguren a las nuevas generaciones de panameños un país democrático y soberano, que resista los intentos de utilizar su suelo como plataforma para agredir o provocar a los pueblos del continente americano. En ese sentido, es necesario garantizar la neutralidad de la vía interoceánica y promover la paz en el ámbito hemisférico.

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