Con la fe del Papa y la voz de Chico Buarque

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El Papa recibió en el Vaticano a Celso Amorim (izq.), Carlos Ominami y Alberto Fernández.

Con la fe del Papa y la voz de Chico Buarque

Lula recibió la bendición de Francisco y la visita del afamado cantautor.

El ex canciller Celso Amorim contó que el Pontífice le pidió que le dijera a Lula que “él lo acompaña y que ve toda la situación con interés y preocupación”. El diplomático es uno de los nombres en danza para completar la fórmula presidencial.

Por Dario Pignotti
Desde Brasilia / Página 12

Bendecido por el Papa y visitado por Chico Buarque: Lula generó ayer dos hechos políticos portentosos en la antesala de la presentación de su candidatura a la presidencia prevista para este fin de semana. “A Luiz Inácio Lula da Silva con mi bendición y pidiéndole que rece por mí” dice el saludo escrito en tinta negra entregado por Francisco al ex canciller Celso Amorim en el Vaticano.

Previamente el Pontífice había recibido como presente el libro La verdad vencerá, una entrevista al ex presidente preso, en solitario desde el 7 de abril, en la Superintendencia de la Policía Federal de Curitiba.

“En este libro está mi verdad, que desafía a la de mis acusadores” en la causa Lava Jato, dijo el líder del Partido de los Trabajadores (PT) meses atrás.

Jorge Bergoglio “escribió un mensaje espiritual para Lula, me pidió que le dijera al presidente Lula que él lo acompaña (..) y que ve toda la situación con interés y preocupación”, contó Amorim en breves declaraciones bajo un sol romano que alumbró su gesto de satisfacción.

“Fue un día histórico para mí por haber sido recibido por Francisco (..) nos recibió durante una hora más o menos, y el asunto principal de la conversación fue el presidente Lula”, agregó Amorím y anticipó que hoy Bergoglio se encontrará con otro grupo de brasileños.

Junto al representante de Lula estuvieron el ex jefe de gabinete argentino, Alberto Fernández, y el ex senador chileno, Carlos Ominami.

Luego de desempeñarse como canciller del gobierno petista entre 2003 y 2010, Amorim es ahora una suerte de diplomático sin cartera que este año viajó por lo menos tres veces a Europa para explicar los atropellos cometidos en el marco de la causa del Lava Jato por el mediático juez Sergio Moro. Además, el ex canciller ha denunciado ante políticos y académicos extranjeros la condición de “preso político” de quien encabeza todas las encuestas de cara a los comicios presidenciales del 7 de octubre.

Uno de los últimos sondeos, de la agencia Vox Populi, contratada por la Central Única de los Trabajadores, se indica que el ex presidente cuenta con el 41 por ciento de intención de voto, contra el 12 del militar retirado Jair Bolsonaro, quien este lunes volvió a reivindicar a la dictadura y propuso que las Fuerzas Armadas ametrallen las favelas desde helicópteros. En otra consulta publicada el último fin de semana por la revista de derecha Veja, Lula apareció con el 29 por ciento con doce puntos de ventaja sobre Bolsonaro.

“Es muy importante para nosotros, los brasileños, que una persona como el Papa, con el liderazgo espiritual que él representa, acompañe la situación en Brasil, en América del Sur, en América latina en general”, destacó Amorim.

El diplomático es uno de los nombres en danza para completar la fórmula encabezada por Lula cuya determinación se postularse no fue minada por las zancadillas judiciales de que fue víctima.

Las últimas sucedieron el miércoles, cuando el juez de la Corte Edson Fachin pidió “celeridad” para tratar un recurso por la libertad de Lula, que probablemente le será denegado afectando su capacidad de recorrer el país como lo está haciendo Bolsonaro. Otro magistrado, Luiz Fux, jefe del foro electoral, avisó que rechazará la candidatura de Lula amparándose en la Ley de la Ficha Limpia.

Esa posición anunciada por Fux va en contra de lo que él mismo escribió hace años cuando sostuvo que un condenado puede ser candidato amparado en medidas cautelares.

Francisco no habló específicamente de los fallos a medida contra Lula firmados por Edson Fachin, Luiz Fux o Sergio Moro. Se refirió en general al “positivismo casuístico” del que se valen varios los magistrados latinoamericanos para responder a sus intereses políticos y sojuzgar a la oposición.

Los abusos contra Lula son objeto de un proceso en Naciones Unidas y preocupan desde hace tiempo al Papa. Hace dos meses le hizo llegar un rosario bendecido a Lula a través de Juan Grabois, de la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular. Una jueza de primera instancia curitibana, alineada con Sergio Moro, prohibió a Grabois que ingrese a la celda del cuarto piso, repitiendo lo que un mes antes había ocurrido con el premio Nobel de la Paz, Adolfo Pérez Esquivel. Los modales rudos del Poder Judicial en nada afectaron la credibilidad internacional del preso (rehén) que la semana pasada fue saludado por el senador norteamericano Bernie Sanders, del Partido Demócrata y otros 29 diputados de esa misma agrupación.

Francisco también hizo un comentario ayer sobre la depuesta presidenta Dilma Rousseff, con quien cultivó una amistad desde 2013, al recibirla en el Vaticano a poco de ser electo como sucesor de Benedicto XVI.

En 2016 le escribió una carta de solidaridad en pleno impeachment, y meses más tarde, luego del golpe que la derrocó, Francisco decidió dejar sin efecto una visita anunciada a Brasil.

Horas después de la conversación en el Vaticano de Francisco y Amorim, en la fría Curitiba Chico Buarque visitó a su amigo en el calabozo de la Superintendencia. “Lo vi firme, dispuesto a ir hasta el fin, pero bien de humor, dijo que no cambia dignidad por la libertad”, contó Buarque, con un buso marrón que le tapaba el cuello.

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