El secuestro de la democracia, los derechos y la soberanía

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Niños sin zapatos en barrios pobres de Panamá.

Por Jairo H. Pertuz S.
Periodista, escritor y analista internacional

La Universidad de la vida muchas veces nos enseña más que los claustros y nos muestra en forma descarnada las realidades de la hipocresía y los repetidos engaños.

Afortunadamente, tres de mis ancestros, uno catalán, otro francés y uno de nuestras raíces auténticamente americanas, me abrieron las puertas del pensamiento critico. Cuando miro las realidades de los hechos, no puedo menos que aceptar que el mundo tan desigual que nos han impuesto en el continente americano no tiene nada que envidiarle al que ha victimizado a África y a otros continentes.

Lo peor de todo, es que tienen el descaro de pretender justificarlo. El egoísmo y la sed de poder no han tenido ni tienen límites. No importa a qué precio, ni quiénes ni cuántos deban ofrendar sus vidas ante el desprecio de quienes no tienen la capacidad de valorar cuanto Dios creó para el beneficio de toda la humanidad.

El cinismo no tiene límites para quienes vil y cobardemente vienen asesinando a inocentes alrededor del mundo con sofisticadas armas de guerra y medioambientales, con sanciones absurdas e ilegales o con cualquier pretexto, hasta inventados por sus mentes diabólicas insaciables.

Quienes se arrogan derechos de mandatos por disposiciones o leyes humanas, sin respetar las leyes y principios de Dios, a sabiendas de que sus actuaciones frías, encubiertas o no, sepan que violan las leyes divinas y que, de esa justicia no habrán cortesanas que los salven del castigo que merecen.

Mientras tenga vida en este mundo pretendo ser un cronista sin pausa ni reposo, implacable critico contra quienes se aprovechen de las debilidades de millones de seres humanos en pobreza, sin odio ni maldad. Sólo les toco el hombro a quienes la soberbia les obnubila los sentidos para que entiendan que la democracia, los derechos humanos y la soberanía, tienen que respetarlos por encima de todo.

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