Florescano recoge la memoria de una civilización fundada en el maíz

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Enrique Florescano, durante la entrevista con La Jornada. Aboga por la conservación de la memoria indígena.

Florescano recoge la memoria de una civilización fundada en el maíz

  • La situación actual descompone el tejido social y los más afectados son los indígenas, dice a La Jornada
  • Durante milenios esa planta dio origen a la formación de pueblos, ciudades, reinos y estados; es muy lamentable ver hoy al campesino marginado, deplora el historiador

Por Ericka Montaño Garfias | Periódico La Jornada (México)

En su libro más reciente ¿Cómo se hace un dios?: creación y recreación de los dioses en Mesoamérica, el historiador Enrique Florescano (San Juan de Coscomatepec, Veracruz, 1937) no sólo da al lector herramientas para conocer cómo fue el desarrollo de las cosmogonías de los pueblos de esa región, desde los olmecas a los mayas y mexicas, sino deja abierto el espacio para reflexionar acerca de lo que está ocurriendo con los indígenas, con los campesinos: la pérdida de su memoria y de los ritos que hablan de la creación del mundo.

“La situación actual ha descompuesto el tejido social que antes teníamos. Los más afectados son los campesinos, los trabajadores, los sectores sociales más marginados. Hay un episodio muy interesante en el libro que entre los campesinos –que son ahorita uno de los grupos más miserables y desprotegidos– conservan por tradición oral, ritual, las antiguas historias que formaron a este país sobre el origen del maíz, el dios del maíz, el nacimiento de la planta del maíz, su cultivo, la cosecha”, expresa en entrevista.

“Esas tradiciones están vivas hoy en gran parte de la zona campesina donde se cultiva maíz, en toda la Huasteca hasta Yucatán, Centroamérica, etcétera. Pude recoger los mitos semejantes a los que se contaban antes los mayas. Eso muestra la persistencia de la memoria indígena pero hoy tenemos abandonada a esta población que originó la riqueza material, intelectual y social de este pueblo.

“Es saber que fueron los campesinos los que crearon la planta del maíz, nuestra riqueza más importante durante mucho tiempo. Ahora no es el alimento principal, pero lo fue durante milenios y dio origen a la formación de los pueblos, las ciudades, los reinos y luego los estados. Es muy lamentable, es una cosa horrible ver al campesino hoy marginado, sin apoyo, sin crédito y todo el tiempo amenazado por distintas vías”.

El maíz, origen de una civilización

–La amenaza también va sobre el registro oral de los mitos fundacionales.

–Sí. Por eso la intención del libro es hacer una memoria de algo tan fundamental como fue el origen de la civilización antigua mexicana mesoamericana basada en el cultivo del maíz, de cómo todas esas historias alrededor de la planta crearon nuestros principales mitos, cosmogonías, y una memoria constante del pasado de que no podíamos olvidar de dónde veníamos, cómo nacimos y nos hicimos seres humanos civilizados.

–¿Cómo evitar la pérdida de esta memoria?

–Bueno, lo más terrible es que los pueblos indígenas más amenazados de destrucción son los más débiles, y estamos perdiendo la vida de esas personas y con ellos se extingue la memoria oral, la lengua.

“En muchos pueblos indígenas al morir sus últimos representantes muere con ellos toda una lengua, muere una cultura, una tradición que se transmitía oralmente pero que también mediante ritos donde se combinaba lo oral con la danza, la música, la ceremonias y parece que eso es un hecho irreversible que ocurre en muchas partes del mundo. Sin embargo, en algunos lugares tienen planes de protección mejor desarrollados. Por ejemplo, en Canadá y Australia hay sistemas de conservación de la memoria indígena de los mismos grupos indígenas y de su cultura mucho más avanzados que los nuestros”.

–De los dioses que describe en el libro, ¿cuál es su favorito?

–El del maíz. Se le llama de distintos nombres, pero para mí es el más representativo de lo que fue nuestra cultura y alrededor de esa planta nació toda la mitología, toda la literatura. Imagínate que el Popol Vuh es una joya de la literatura que se originó por esa civilización del maíz.

–Si no somos una civilización del maíz, ¿qué nos queda?

–Somos una civilización ahora de los medios, de la imagen. Volvimos a ser una civilización de la imagen como era antes, que para transmitir sus mensajes a culturas tan diferentes, que hablaban lenguas diferentes y estaban divididos en etnias diferentes, se inventaron medios gráficos para que supieran de qué trataba el tema.

“Ahora nuestros niños ven la televisión o los nuevos medios de comunicación, no importa si en japonés, inglés, holandés, y los entienden. Se creó una cultura de la imagen universal y es la que estamos aprendiendo, chupando, bebiendo, incorporando en nuestras familias, en nuestras instituciones culturales también”.

–Pero que ya no transmiten una historia como lo hacían antes.

–No. Están mandando otro mensaje, pero eso es la globalización. Lo que tenemos que atender es cómo usar los medios de comunicación para crear nosotros una cultura fuerte, humanizada y socialmente responsable. Respetuosa del pasado y del otro.

“Para ser respetuoso del pasado tienes que ser respetuoso del otro, porque cuando hablamos del pasado hablamos con otro que ni siquiera existe ya, y que, sin embargo, al leer o al ver la imagen lo recordamos y entonces volvemos a aprender lo que hicieron como cultura, como civilización.”

¿Cómo se hacen los dioses?: creación y recreación de los dioses en Mesoamérica, publicado por Taurus, será presentado el 5 de julio a las 18 horas en la librería Rosario Castellanos del Fondo de Cultura Económica (Benjamín Hill y Tamaulipas, colonia Condesa).

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