Autor: Toracio Iturralde
Docente
Nuestros ojos, cual vitrales,
absorben lo que viene de afuera
y nos abraza;
cual lluvia de sensaciones
abren la puerta de adentro,
muy adentro,
hasta la flor de nuestro ser,
cual pétalos que perfuman
la necesidad de la vida.
Y ven mis ojos, entonces,
cual faroles que irradian luz,
cuáles imágenes conceptuales
que se expresan en el éter,
cuál esencia que se configura
en múltiples colores habituales.
Y surge el pensamiento
como brisa que besa al sonido,
que nos abraza y nos envuelve,
que nos lleva entre montañas y prados,
entre la mar y el infinito cielo,
para que conozcamos y amemos,
para llevarle, a tu conciencia, la luz
de todo lo grande y lo pequeño,
de todo lo vivo y lo muerto.
Caminamos, entonces, con el amor,
con lo conocido por dentro
que surge al momento del beso;
con la claridad del tiempo,
que surge del criterio opuesto;
con el pensamiento claro y profundo;
con el prisma de esta vida
que me busca y se reitera
cuando ven mis ojos, entonces.
