Realidades de la economía de Panamá

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Panamá tiene una urbe en expansión, pero con serios problemas.

Realidades de la economía de Panamá

  • Los cambios y reformas que requiere la nación sólo lo puede hacer un gobierno que dirija el país con el ejemplo.
  • El pueblo panameño clama por un gobierno que se atreva a hacer cambios, aunque tengan costo político.

Por Aristides Hernández

Chile fue el primer país en la región latinoamericana que aprendió la estrategia de centrar los esfuerzos en mejorar las cifras que el mercado y los organismos internacionales les interesa que marchen bien. Por mucho tiempo, los gobiernos de este país sureño centraron sus voluntades en este objetivo, y funcionó, tanto, que se le catalogó el “Tigre Latinoamericano”.

Pero en los últimos años, el cuestionamiento social sobre algunos resultados del modelo económico chileno ha sido creciente. La presión de los estudiantes por un modelo de educación más accesible para los que menos tienen, la decepción del modelo de jubilación chileno y sus consecuencias, y la imperante desigualdad social, han puesto en aprietos la gobernabilidad de los dos últimos presidentes de esa nación.

En Panamá, la estrategia se repite. Varios gobiernos panameños han centrado sus esfuerzos en mostrar los mejores resultados posibles en variables como la relación deuda pública respecto al Producto Interno Bruto (PIB), el crecimiento económico, la competitividad y ciertos indicadores sociales.

Para lograr estos objetivos, se ha acudido, incluso, a cambiar, en diversas ocasiones, la metodología que miden, por ejemplo, los resultados de las finanzas públicas, y que luego inciden sobre la relación deuda pública respecto al PIB.

En el gobierno de Mireya Moscoso, se llegó a consolidar la contabilidad del Sector Público No Financiero (SPNF) con la contabilidad del Canal de Panamá, para reducir el déficit fiscal. En el gobierno de Martín Torrijos, Ricardo Martinelli y Juan Carlos Varela se ha utilizado el mecanismo financiero de proyectos llave en mano, que no se registra como deuda pública, mientras no se pague.

Además, en el gobierno de Martinelli se separó del SPNF la deuda de las Autopistas, el Aeropuerto Tocumen y de ETESA, y se modificó la Ley Fiscal en varias ocasiones, en una de ellas, se eliminó la pureza del concepto de flujo de caja, como base para el cálculo del balance fiscal. A estas iniciativas se suman los constantes cambios de año base del PIB, que incide potencialmente sobre la relación deuda pública respecto al PIB.

Curiosamente, esta situación recuerda al presidente Ronald Reagan. “No estoy preocupado por el déficit. Ya es lo suficientemente grande para cuidarse”, señaló públicamente.

Respecto a la metodología para medir el crecimiento económico, a través del PIB, también hay que prestarle atención. En el primer trimestre de 2016, por ejemplo, la Contraloría General estimó que la construcción creció 10%. ¿Cómo este sector logró este nivel de crecimiento si, según la misma entidad pública, la producción de concreto premezclado se redujo 32,8%, la producción de cemento gris cayó 10,4% y los permisos de construcción bajaron 10,2%? Además, la inversión pública (gasto de capital), según el Ministerio de Economía y Finanzas, se expandió apenas 3,2%.

Si continúa la tendencia de los primeros meses, el 2016 podría ser el quinto año consecutivo en que la economía Panameña muestre síntomas de desaceleración y el cuarto año consecutivo que aumente la tasa de desempleo, aunque sea leve.

El PIB de Panamá logró un crecimiento de 11,8% en 2011, de 9,2% en 2012, de 6,6% en 2013, de 6,1% en 2014 y de 5,8% en 2015, según la Contraloría General. Para los primeros meses de 2016, la misma entidad ha estimado el crecimiento de la economía a través del Índice Mensual de Actividad Económica (IMAE) y el Producto Interno Bruto (PIB), y en ambos casos, los resultados reflejan que se pronuncia la desaceleración económica en el país. Con el método del IMAE, la economía creció 4% en los primeros cuatro meses de 2016, y con la metodología del PIB, se expandió 4,6% en el primer trimestre del año.

Por su parte, la tasa de desempleo en 2012 se ubicó en 4,2%, en 2013 en 4,3%, en 2014 en 5,1% y en 2015 en 5,3%.

Con todas las ventajas competitivas y comparativas que tiene Panamá, por supuesto, que el país seguirá creciendo, aunque probablemente no a la tasa a la cual el gobierno se ha aferrado, por lo menos este año. Incluso, Panamá podría mantener estable algunos indicadores de las finanzas públicas, por las fortalezas con que cuenta la nación.

Pero este país puede y debe hacer más que esto. Debe hacer más de lo que les interesa a los mercados y los organismos internacionales.

El deteriorado sistema educativo, la profunda crisis por la que atraviesa el sistema de salud y la cercana quiebra del sistema de jubilaciones de la Caja del Seguro Social, esperan por un gobierno que se atreva a realizar los cambios, entendiendo que sólo pagando un alto costo político se podrán lograr, y luego el tiempo le otorgará la razón.

Estos cambios podrán hacerse cuando un gobierno dirija el país con el ejemplo. Es la única fórmula para realizar estas y otras reformas que urgen en el país, como aquellas que tienen ver con el servicio de agua potable, el mercado laboral, el sector agropecuario, el sistema fiscal y la propia Constitución, entre otras tareas aplazadas.

El modelo económico concentrador no lleva beneficios a todos.
El modelo económico concentrador no lleva beneficios a todos.

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