Los retos de López Obrador en México

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AMLO en la Plaza del Zócalo, en México.

Por Marco A. Gandásegui, hijo
Profesor de Sociología de la Universidad de Panamá e investigador asociado del CELA

Millones de mexicanos presenciaron el discurso del presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) en el Zócalo de la ciudad de México. Otros tantos lo siguieron por televisión en el mundo entero. Fue un discurso pausado, enérgico y con un contenido que sacudía a todos los que escuchaban.

Con una voz firme presentó ante el pueblo de México su programa de trabajo (2019-2024) de cien puntos. Repasó cada punto, detallando sus significados, como procedería y de dónde saldrían los fondos para financiar sus iniciativas. Aclaró que cada punto ya había sido consultado con el pueblo tras años de hacer giras por todo el país. Las palabras de AMLO recordaban otros discursos históricos de nuevos mandatarios llamados a transformar no sólo sus países, sino también la región latinoamericana.

El 1 de enero de 1959, Fidel Castro pronunciaría su primer discurso en Santiago de Oriente, anunciando el programa de la Revolución cubana discutido tras tres años de luchas en la Sierra y en las ciudades. El 11 de septiembre de 1970, en Santiago de Chile, Salvador Allende presentó su programa de gobierno que era de los trabajadores, quienes tenían más de medio siglo combatiendo para llevar sus anhelos a la dirección política de ese país. El 4 de febrero de 1999, Hugo Chávez pronunció el discurso que cambió a Venezuela para siempre. América Latina avanza. Son avances cualitativos que no se traducirán en bienestar para las mayorías hasta que no se alcance la unidad de todos los pueblos de la región.

Destacamos, en resumen, lo bueno, lo malo y lo feo del discurso de AMLO. Lo bueno es su decisión de poner fin a la corrupción en México. Comparte con el pueblo que es el problema más serio que tiene ese país. La corrupción, a su vez, es la responsable de la violencia que cobra miles de vidas inocentes al año. También recuperará todas riquezas del subsuelo que fueron entregadas a las corporaciones norteamericana por gobernantes corruptos. Financiará con las riquezas del pueblo de México, hoy robadas por la oligarquía de ese país, los programas de educación, salud y seguridad social.

Lo malo es la pobreza, la desigualdad y la criminalidad. Presentó los programas que comenzará a poner en efecto inmediatamente para reducir la pobreza. Destinará miles de millones de pesos en distribuir recursos en las comunidades y creará nuevas oportunidades de empleos, especialmente, en las fronteras norte y sur. Creará una Guardia Nacional especializada para enfrentar el crimen organizado de mafias mexicano-norteamericanas.

En su discurso, dejó entender sin ser explícito, que lo feo es el gobierno de EEUU, que no descansará ante impedimento alguno para obstaculizar su programa de cien puntos. También a los Salinas de Gortari y sus asociados que han empantanado a México con políticas neoliberales, con el fin de apropiarse de sus riquezas. Tendrá que enfrentarse a los malos gobernantes de la región que –desde la década de 1960– se oponen a la libre determinación de los pueblos. Han usado a la OEA para socavar a los gobiernos de Cuba, Chile, Venezuela y tanto otros, en conspiraciones abiertas junto con EEUU.

AMLO fue cauteloso al abordar el problema de la migración creado por EEUU y llevado a la política electoral por Trump. La economía de EEUU demanda trabajadores que estén dispuestos a laborar por salarios muy inferiores a los pagados legalmente en EEUU. A pesar de ser salarios bajos, son un atractivo para muchos que quieren cruzar la frontera desde hace muchos años. AMLO fue hábil al decirle a Trump que el problema tiene solución si ambos gobiernos cooperan.

Mientras tanto, una poderosa cadena de televisión de EEUU –cercana a Trump‒ acaba de recomendar que las “Caravanas” se dirijan hacia Panamá para buscar refugio. La diferencia entre Panamá y EEUU es que el primero nunca ha explotado a Honduras como lo ha hecho EEUU. Panamá tampoco ha asesinado a un solo centroamericano, ni ha lanzado bombas sobre su población inocente como lo ha hecho EEUU.

Todos los centroamericanos siempre han sido, son y serán bienvenidos en Panamá. Le toca ahora al pueblo norteamericano asumir una posición valiente y decidida para abrirle las puertas a los centroamericanos. EEUU dice en su propaganda que es el país que “acoge a los desvalidos del mundo”. ¡Qué lo demuestre ahora con quienes están en su frontera! Aprovechen que AMLO es su aliado.

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