Por Luis Carlos Samudio G.
Abogado, docente y mediador
Las autoridades eclesiásticas están promoviendo una conciencia acerca de la corrupción normalizada, señalando que no es posible estar con Dios y con el dinero al mismo tiempo, pues esto lleva a la gente a convertirse en títeres o caricaturas de las organizaciones criminales, lo cual perjudica la justicia social.
Muchos de esos políticos persiguen a la persona modesta y le solicitan su ayuda. Pero cuando están en la cima, les cuesta mirar hacia abajo, pues la distancia elimina ese acercamiento solidario y petitorio que requerían desde el principio.
En la actualidad, los necesitan y los fuerzan a resolver mediante órdenes de conveniencia sin fundamentos escritos que respalden tales acciones. Ello lleva a comportamientos deshonestos de obediencia, que posteriormente se ven involucrados ante los jueces y cargan con la cruz condenatoria.
Así pues, el arzobispo de Panamá identifica la impunidad y la corrupción como los auténticos adversarios del país. El líder de la Iglesia Católica en Panamá, al predicar el Domingo de Ramos, hizo un fuerte llamado a la conciencia nacional, advirtiendo que los principales males del país no surgen del exterior, sino que se originan en el seno mismo de la sociedad.
Sus expresiones elocuentes fueron otro elemento que atrajo la atención. Ulloa, en un tono directo y firme, explicó cómo la corrupción «despoja de recursos los hospitales, las escuelas, las viviendas y el agua potable», convirtiendo así la política en un negocio; al mismo tiempo, la impunidad posibilita que aquellos que traicionan a su país continúen libres, lo cual socava la esperanza de los ciudadanos.
”Este pueblo es trabajador, solidario y valiente. Y por eso duele observar cómo algunos se enriquecen mientras que muchos apenas subsisten”, añadió, indicando la falta de justicia y la desigualdad como heridas abiertas que requieren atención inmediata.
El arzobispo concluyó su mensaje invitando a los panameños a convertirse en «protagonistas de una nueva era», en la que la corrupción y la inequidad no ahoguen la esperanza, sino que el compromiso con lo justo, lo verdadero y el bien común la fortalezcan, planteando que no solo sea un ritual religioso, sino también una ocasión para encontrarse con Dios y con los valores que tienen el potencial de cambiar a Panamá; lo hizo a través de un mensaje que entrelaza la fe con la realidad social.
He estado participando de estas ceremonias religiosas debido a pérdidas familiares, y se pueden percibir ideas, expresiones y estrategias que comunican un mensaje al hombre que es manipulado y engañado políticamente en la sociedad, tal como observamos cada vez más en los diversos contextos de afectación: el precio de la comida sube, hay falta de agua y la criminalidad crece.
Por lo tanto, ante esas circunstancias, las operaciones psicológicas son una de las estrategias más predominantes en el ámbito social, debido a su habilidad para modificar percepciones, desestabilizar sistemas políticos y transformar estructuras sociales. Por esa razón, se transforman en una herramienta fundamental en los conflictos vigentes. En esa contexto, es esencial establecer y reforzar procedimientos de defensa para reducir los impactos desfavorables que las operaciones psicológicas tienen sobre la inestabilidad social.
Reflexiones finales:
Para disfrutar de la credibilidad y rechazar la avaricia, es imprescindible que tengamos una sabiduría adecuada y digna de dicha creatividad. La verdadera justicia social se logrará si establecemos un ambiente sencillo. La justicia se ejerce con vocación y amor; así, conseguiremos despojarnos de la venda que cubre nuestros ojos, para ver todo lo que nos rodea en 360 grados y posibilitar que primen la confraternidad, el amor y la convivencia entre hermanos, no entre el capital y el paupérrimo. Apelamos a los políticos y a las autoridades, no con mucha esperanza, para que cambien el rumbo, porque lo que se ve en el horizonte no es bueno para este país.
¡Juntos trabajemos a favor de la paz y la convivencia pacífica!