Por Félix E. Villarreal V.
Polo Ciudadano
Para los panameños, noviembre es el mes para rendirle tributo y homenaje a la patria en la ciudad capital y demás provincias del país. Pero, hay que decir también que es un mes para honrar a todos aquellos hombres y mujeres que en cada episodio de nuestra historia patria lucharon y actuaron para heredarnos importantes logros y conquistas; de hecho, es el mes para honrar igualmente a toda esa gente del campo y la ciudad que hoy con su trabajo y dedicación (pese a las limitaciones, adversidades políticas, económicas y sociales), aportan el mayor de su esfuerzo y lo entregan todo por llevar el sustento económico al seno de su familia.
Dicho lo anterior, la patria está triste porque vivimos en un país, donde las riquezas continúan siendo mal distribuidas, producto del desinterés de los gobernantes de turno y de la mala praxis de quienes administran el Estado y la cosa pública a razón de sus ganancias exorbitantes y de sus intereses; más no así en beneficio del pueblo humilde y trabajador que en medio de alto costo de la vida, la desesperanza y la incertidumbre con sacrificio en su día a día hacen Patria y la honran esperando de ella mejores días.
La patria está triste porque se encuentra en una encrucijada, donde la Soberanía luchada y lograda por nuestros héroes y mártires en aquella gesta del 9 de enero de 1964, en estos momentos se encuentra y está en entredicho, a razón de la presencia bélico-militar yanqui en el territorio Istmeño, gracias a un leonino memorándum firmado por quienes hoy gobiernan y dirigen el país con el gobierno de Trump.
La patria está triste porque se persigue al obrero, al maestro, al campesino, al indígena y al estudiante, que alza su voz, protesta y lucha contra las injusticias y por exigir mejor calidad y condición de vida, exigir mejores salarios, por defender sus derechos y conquistas, por cuidar y proteger el medioambiente y la madre tierra, por combatir las injusticias y la corrupción, perseguidos por exigir un mayor presupuesto e inversión en salud y educación para los panameños.
La patria está triste porque, se despide al maestro y profesor que con valentía y dignidad han asumido la tarea histórica de actuar y luchar a contracorriente, contra leyes y medidas impopulares impuestas por un gobierno que se autodefinido como “pro empresarial”, a fin de beneficiar a un determinado grupo exclusivo de personas (banqueros, accionistas y empresarios). Medidas y leyes como, por ejemplo, la Ley 462 que afectará a la gran mayoría del pueblo panameño, tal cual como lo han señalado aquellos educadores luchadores y patriotas, que hoy han sido destituidos de sus planteles educativos.
La patria está triste por los reprimidos, masacrados, heridos, asesinados, encarcelados y cientos de despedidos por ser actores y luchadores sociales a lo largo y ancho de nuestro país, contra las medidas y políticas impuestas (como traje a la medida), para favorecer a empresarios, trasnacionales y al Imperialismo norteamericano, cuyos voceros oficiales, recorren a su antojo el país mandatando y ordenando al jefe e inquilino del palacio de las garzas y su gabinete lo que deben y tienen que hacer, ya que de lo contrario le aplican medidas y sanciones económicas, de suspensión de visados o de enlistarlos en sus “listas negras”, por mencionar algunas de estas.
La patria está triste porque nuestros pueblos indígenas y campesinos siguen en el olvido y el abandono, y como resultado de ellos, seguimos escuchando noticias realmente impactantes como la de inocentes niños de comunidades indígenas y apartadas del país que sufren de enfermedades y desnutrición por falta de centros de salud o de alimentos apto, o que muchos de esos niños/as han muerto ahogados al cruzar un río o quebrada camino a sus escuelas o de regreso a sus hogares, por falta de puentes, zarzos en esas áreas apartados y peligrosas. Vemos como los índices de violencia, inseguridad y de delincuencia aumentan, al igual que los impactantes casos de mujeres maltratadas y víctimas del femicidio en nuestro país.
La patria está triste porque, a diario medios informan sobre casos o escándalos por corrupción, grandes negociados, malos manejos o despilfarro millonarios con los recursos del Estado, donde los señalados o involucrados por “mecanismos o tecnicismos” evaden la responsabilidad y de que sean enjuiciados; gozan de beneficios y libertades por ser adinerado, por estar vinculados o ser parte de los círculos del poder político o económico de este país; mientras que al obrero, el educador, el trabajador jornalero, el campesino, el indígena por ser pobre o “hijo de la cocinera” se le condena, encarcela, despide, expulsa o reprime de inmediato y sin piedad. Dejando muy claro lo que muchos expertos ante los medios de comunicación describen como la “justicia selectiva”.
La patria está triste porque, desde el ejecutivo y otros órganos del Estado, se aprueban y aplican medidas de austeridad y recortes presupuestarios para la educación pública a nivel primario, secundario y universitario; ejemplo el caso de la Universidad de Panamá cuyo presupuesto recortado para el año 2026, pondrá en riesgo la calidad de la educación superior pública y la capacidad de atención a los más de 90 mil estudiantes que deberá atender a nivel nacional. Esto ha ocurrido, además, a otras instituciones importantes de formación y capacitación técnicas como (ITSE e INADEH); mientras que, por el otro lado se aprueban millones para otorgar salarios cuantiosos a Magistrados de la Corte Suprema de Justicia, y contratos millonarios para construir un Hospital de Mascotas, la “Villa Diplomática” y “el Salón Amarillo de la Presidencia”, por mencionar algunos de estos casos muy cuestionados por la ciudadanía panameña.
La patria está triste porque, estos escenarios complicados, difíciles y lamentables para el país y el pueblo, vienen a razón de la aplicación sistemática de políticas y medidas asfixiantes por la implementación del modelo capitalistas en nuestro país por quienes gobiernan y controlan el poder económico; pero en medio de todo esto (producto tal vez del protagonismo o vanguardismo escenificados en la coyuntura), han surgido algunas diferencias y contradicciones entre sectores organizados de la clase trabajadora de nuestro país; situación que a nuestro parecer, de no corregirse y dialogar para lograr entendimientos entre las partes, podría afectar de plano la posibilidad real de poder encontrarse como sectores sociales y organizados de esa misma clase trabajadora, a fin de poder lograr esa Unidad que siempre han invocado en cada acción de lucha, en cada marcha y en sus aguerridas consignas.
Lo anterior nos lleva a entender que: “sólo con la unidad del pueblo se fortalece la nación, nos permite superar obstáculos y trabajar por el bienestar común, en la construcción de un futuro mejor para todos demostrando con esto orgullo y respeto hacia nuestra patria”.




