De la locura a la esperanza

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Firma de los Acuerdos de Paz en El Salvador.

Por Oscar Picardo
DISRUPTIVA

Los Acuerdos de Paz negociados hasta el 31 de diciembre de 1991 y firmados el 16 de enero de 1992 pusieron fin a la guerra de doce años y cese del fuego con la mediación de Naciones Unidas e iniciaron un proceso de democratización y reformas.

Desmilitarizar al país, civilizar a la seguridad ciudadana, respetar los Derechos Humanos, democratizar las estructuras y métodos del poder, son algunos de los principales logros de este complejo proceso.

Pero esta paz o estos Acuerdos no tienen dueño, no eran de ningún partido político… Veinticuatro sacerdotes, incluyendo a Monseñor Romero, los jesuitas de la UCA, cuatro hermanas Maryknoll, miles de catequistas, soldados, guerrilleros, empresarios, académicos, al fin, más de 70,000 víctimas, son quienes pusieron la sangre y son la razón, principio y fundamento de la paz.

La guerra también ocasionó la migración de millones de salvadoreños quienes huyeron a otros países, buscando paz, seguridad jurídica y prosperidad; fragmentó familias y separó amigos. La guerra también dividió al país en dos modelos ideológicos: derecha e izquierda, comunismo y anti-comunismo, ARENA y FMLN; pero fue la paz, con sus limitaciones y defectos, la que permitió superar el fanatismo y generar espacios de tolerancia y diálogo.

La guerra inició por razones muy concretas: desequilibrios económicos en la tenencia de tierras y explotación, fraudes electorales, militarismo, violación de Derechos Humanos, intervenciones militares en la Universidad de El Salvador, represión, persecución política, ausencia de libertad de expresión, ausencia de espacios democráticos, auge de movimientos marxistas, entre otros aspectos.

Muchos líderes jóvenes de izquierda, de forma valiente, optaron por la clandestinidad e iniciaron un proceso militar para llegar al poder y abrir espacios democráticos; otros, con motivaciones ideológicas buscaban instaurar un régimen comunista. Por otro lado, empresarios y militares reaccionaron ante la amenaza marxista, algunos de modo genuino pretendían proteger un sistema económico capitalista, otros de modo deshumanizado y con fanatismo defendieron sus privilegios, sus formas de explotación y violaron los Derechos Humanos.

Las guerras son crueles, demasiado crueles: bombardeos, asesinatos, enfrentamientos, secuestros, tortura, masacres, heridos, lisiados, desaparecidos; mueren soldados y guerrilleros, pero también niños, ancianos y muchos inocentes como efectos colaterales. Se destruye la infraestructura, reina el miedo y la inseguridad. Cualquier paz, por imperfecta que sea, es mejor que la guerra…

Una cosa es leer, opinar o ver videos sobre el conflicto armado o la guerra; otra cosa es haber vivido la cruenta experiencia, el dolor y el miedo del conflicto armado. Es altamente irresponsable desfigurar, manipular y deslegitimar el valor y significado de los Acuerdos de Paz.

Lo que sucedió después de los Acuerdos de Paz en materia democrática, las imperfecciones, la corrupción, el clientelismo y el compadrazgo, es responsabilidad de los partidos políticos y de los que votaron por ellos. Los Acuerdos de Paz no ofrecían una garantía de la cultura y conducta política de los partidos, era simple y llanamente, una hoja de ruta clara y firme para poner fin al conflicto, callar las armas e iniciar el proceso democrático.

Hoy, dialécticamente, disfrutamos y sufrimos los mejor y lo peor de los Acuerdos de Paz, en manos de la clase política; son los políticos, sus valores y creencias los que enaltecen y ensucian los Acuerdos de Paz. Pero ellos pasan y los Acuerdos quedan, están ahí, recordándonos que una vez nos pusimos de acuerdo y antepusimos la razón a la fuerza, la ética al fanatismo, el diálogo a la balas, la democracia al autoritarismo.

Los Acuerdos de Paz representan, en un hito o momento, el fin de una de las peores etapas de la historia salvadoreña y el inicio de una oportunidad relativamente desaprovechada, pero siempre mejor que la guerra.

Definitivamente pasamos “de la locura a la esperanza”. Quienes hoy ostentan un cargo de poder en la imperfecta democracia se lo deben a estos Acuerdos…

1 COMENTARIO

  1. Saludos desde México. Promover la paz es un deber y un derecho colectivo. La Paz se consigue si existe voluntad para Construir Justicia Social. Las autoridades y la clase empresarial deberán analizar en este Nuevo Año 2022 si se deciden Invertir todo lo que sea necesario para Educación y Salud. Crear escuelas para el trabajo calificado y ofrecer puestos de trabajo donde se paguen salarios justos para que las y los salvadoreños puedan vivir con dignidad y no tener que viajar al exterior, principalmente a territorio estadounidense donde no serán bien recibidos. Ojalá algún día, con la unidad del pueblo Salvadoreño, triunfen la Paz y la Justicia Social. Atentamente, Fernando Acosta Riveros

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