El PRD no tiene quien le escriba

Por Alberto Velásquez / Periodista torrijista

Hubo una vez, un político que prometió acabar con el Partido Revolucionario Democrático (PRD), de Panamá. Lo anunció varias veces. Y aunque ese personaje se encuentra en lo más bajo de su estatura moral, porque ha sido enjuiciado varias veces por latrocinio y otros delitos, ya no necesita repetir su promesa, debido a que este partido político está languideciendo por sí mismo, desde adentro, sin necesidad de que fuerzas exógenas lo promuevan.

Bajo un liderazgo ocioso en el gobierno, se acumulan frustraciones que empañan algunas buenas acciones oficiales. La decepción del electorado es hoy mayor que los logros gubernamentales atribuidos a una administración PRD.

Hechos recientes revelan la falta de coherencia en la aplicación de medidas que generan desconfianza en los ciudadanos, como los incidentes en una terminal de Transporte, la amenaza a los empleados públicos que no se vacunan, declaraciones sin vigor alguno sobre funcionarios descubiertos con vacunas clandestinas en su poder y otros vendiendo hisopado y, más recientemente, las disposiciones sobre la obligatoria confidencialidad en la celebración de diversos actos del Estado.

La realidad es que hay un PRD prácticamente desmovilizado. Asimismo, hay un Órgano Ejecutivo notoriamente desgastado. Esa situación allana el camino para que cualquier político opositor sustituya el taburete de mando instalado en el Palacio de las Garzas.

Prácticamente, el PRD no tiene quien le escriba, parodiando la narrativa del escritor colombiano Gabriel García Márquez, sobre un coronel olvidado, y no precisamente en tiempos de pandemia. En este caso, se trata de un partido político inmerso en una crisis y pugnas de intereses de elites económicas dominantes. Su fundador, Omar Torrijos Herrera, ha sido traicionado por quienes prometieron continuar el proyecto de liberación nacional.

Los escándalos sin resolver, que se iniciaron con la propuesta de compra de ventiladores con sobreprecio, luego la construcción maliciosa de un hospital, y otros entuertos, como las vacunas clandestinas y la venta de hisopados de los que supuestamente no se habían enterado las mas altas autoridades de Salud, se suman al descrédito provocado desde adentro para acabar con el principal partido político de Panamá.

Hace poco tiempo, en la conmemoración de la muerte del fundador del PRD, sus principales dirigentes se desgarraban las vestiduras, evocando hipócritamente el torrijismo. Ello quedó registrado con la renovación del contrato para administrar loa puertos y las negociaciones para explotar las minas de cobre, que se iniciaron con un nuevo escándalo.

Y ahora, como cerecita del pastel, aparece el contrato leonino sobre el suministro de energía eléctrica, con la participación de figuras muy cuestionadas.

Los supuestos torrijistas han traicionado los postulados de Omar Torrijos, de conservar las riquezas nacionales y peoteger las ventajas de nuestra posición geográfica para el uso más colectivo posible del pueblo panameño.

Con lo expuesto, y algunos elementos que se podrían añadir, como el dardo lanzado contra el deporte, a través de la compra de una costosísima grama, cabe preguntarse: ¿Hacia dónde va el PRD y el torrijismo? Parece que no le queda otro camino que el despeñadero, no importa qué leyes electorales aprueben los diputados para resguardar sus propios intereses.