Negocios offshore de Panamá y los papeles pirateados

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Negocios offshore de Panamá y los papeles pirateados

José Antonio Gómez Pérez 

José Antonio Gómez Pérez Economista, Facultad de Economía, Universidad de Panamá.
José Antonio Gómez Pérez Catedrático Facultad de Economía, Universidad de Panamá.

En días recientes, se ha divulgado una mega documentación, sobre el tema que he encabezado este escrito. Hoy, aún continúan divulgándose noticias sensacionales, que eventualmente son el resultado del trabajo investigativo de un año, realizado por el grupo llamado Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ), con sede en EEUU, y conformado por unos 370 periodistas de un centenar de medios de comunicación y cerca de 76 países.

Por negocios offshore, en español, bien podemos entender que son: “aquellas transacciones económicas inscritas costa afuera, del país y de las leyes, a que pertenece el propietario del capital transado”.

El hecho de que el nombre de Panamá sea piedra de escándalo, no es nuevo. Hasta en el idioma ruso, Vládimir I. Lenín usaba, como todos en ésa época, el vocablo Panamá, como sinónimo de estafa. Como si en la década de 1880, las trampas financieras (fraudes y estafas) de la Compañía Universal del Canal de Panamá, dirigida por Ferdinand De Lesseps, se hubiesen gestado y producido en Panamá, en lugar de Francia y otros países europeos imperialistas y especuladores.

Los países pequeños son receptores y reproducen las condiciones y males sistémicos, predominantes en los países del centro hegemónico. Casi siempre, se les pegan las peores plagas y pulgas del sistema capitalistas y sus crisis, incluyendo las dimensiones, económicas, políticas, sociales y morales. Como reza el tango Cambalache, hace rato el mundo es así: “una porquería, con chorros de maquiavelos y estafaos, contentos y amargaos”.

A mi entender sencillo, ahora el eje ordenador mediático responde a vender la idea de un escándalo internacional insólito, que señala casi que exclusivamente a Panamá, como un “Estado Delincuente”, o al menos “Patrocinador de Delincuencia y poco ético”. En el trasfondo, hay una campaña mediática, orquestada y encausada perversamente contra la República de Panamá. No pasemos por alto, esta consideración.

Evidentemente, en el plano mundial actual sí se está hablando mucho de legalidad, transparencia y ética en los negocios; y ello, es necesario y debe ser un proceso constructivo, correctivo y regulador. Observamos que hoy hay críticas y condenas contra Panamá, hasta en un tono mayor y condenatorio, que contra los gestores de la reciente crisis financiera mundial desatada en el 2008, como producto de los negocios tóxicos, burbujas financieras y trabajos sucios, principalmente de empresas y bancos establecidos en EEUU y Europa. Por otra parte, también vemos que igual que antaño, los centros hegemónicos de poder, han actuado con patentes de corso, para conseguir las informaciones y materializar sus propósitos particulares. Con estos parámetros comparativos, es innegable que hay una doble moral, también manipulada, para omitir la gestación de enfoques integrales, que ubiquen las ilegitimidades existentes en los negocios offshore como un problema global.

Panamá siempre ha explotado los servicios asociados a la función de tránsito de mercancías y capitales que desempeña en el mercado mundial, derivados de su posición geográfica, ventajas y economías comparativas. En la época colonial fue así. Luego, el desarrollo ampliado del capitalismo mundial, le permitió ahondar e internacionalizar ese estilo de actividades, crecimiento y sustentación económica. El Ferrocarril y el Canal interoceánicos, el abanderamiento de naves internacionales, la Zona Libre de Colón, el Centro Bancario y Financiero, la Plataforma de Logística y Servicios, son los símbolos más notorios de ese desarrollo.

No es casual, por ejemplo, que Panamá ocupa la posición mundial número 1 en la posesión de barcos mercantes internacionales, tan sólo por haber fundado y desarrollado el “alquiler de abanderamiento de naves”. Este negocio incluye a más de 9.000 naves de distintos países, y conviene a las grandes compañías de armadores y mercantes mundiales, para pagar menos impuestos en sus países de origen. Ese hecho real, tiene antecedentes de casi un siglo. A su vez, son cuantiosos los beneficios que Panamá recibe de tal negocio, en términos directos, indirectos y potenciales.

Así, Panamá tiene su sistema y legislaciones monetaria, fiscal, financiera y laboral, que corresponde principalmente a sus propios intereses nacionales, y no a los intereses específicos de segundos y terceros países. Evidentemente, todo lo existente no es perfecto, pero, para los panameños, este es un principio fundamental que hay que respetar y cuidar estratégicamente.

¿Hay que introducir reformas necesarias y de alcance más global, no sólo para el contexto local? Si, ello es necesario. Pero, las actualizaciones requeridas no pueden obedecer únicamente a los poderes hegemónicos mundiales, y el método no puede ser el de látigo y los cañones. Todos los países y partes interesadas tienen que sentarse en las mesas de entendimiento, para negociaciones adecuadas a todos.

En los últimos años, la República de Panamá vive campañas negativas y ataques provenientes de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), y el Grupo de Acción Financiera Internacional (GAFI). Esas organizaciones están establecidas en los contextos, de “atender los desafíos económicos y sociales de la globalización y combatir el lavado de activos y la financiación del terrorismo”, en su respectivo orden. Ambas están conformadas por un grupo de unos 30 países.

De hecho, se han dado a la tarea imponer al resto del mundo sus enfoques sobre esos temas y, particularmente, por los mecanismos de listas negras, grises y blancas, decidir cuáles países se avienen a sus decisiones o no se ajustan. En el fondo, también pretenden que las instituciones de los países menos desarrollados cumplan roles “de cobradores fiscales” a personerías extranjeras, respecto a lo que ellos mismos no pueden cumplir y cobrar a sus ciudadanos y empresas, en forma competente.

La OCDE, en particular, se abroga el falso derecho de construir listas negras y grises, para chantajear a los países que seleccionan como “paraísos fiscales”. A pesar de la colaboración asumida por Panamá en sendos acuerdos multilaterales y bilaterales, siguen presionando y chantajeando. En cambio, no cuestionan a los regímenes exclusivos de EEUU (Miami, Delawere o Nevada) y Gran Bretaña (GB) e Islas Vírgenes, cuando es bien conocido que Panamá registra unas 30.000 firmas offshore por año, EEUU casi 300.000 y GB otras 200.000. Hasta en este trato, hay dobles morales; y manipuladas a la carta.

Incluso, la hermana República de Colombia ha entrado en este mal juego. Con la tesis de que la Zona Libre de Colón es un medio de evasión fiscal de empresas colombianas, ya ha introducido unilateralmente sanciones arbitrarias a la luz de las normas de la Organización Mundial de Comercio (OMC). Panamá le ha demostrado su equivocación, y ha ganado el Arbitraje de la OMC; pero el gobierno colombiano se niega a cumplirlo, y apela por reconsideraciones, para dilatar soluciones al conflicto.

¿Cuándo los negocios de competencia internacional han sido puros? En síntesis, desde hace años Panamá viene señalado con el calificativo de “paraíso fiscal”. En el fondo, no se trata sólo de asuntos legales, legitimidad, transparencia y ética en los negocios. Ciertamente, los panameños tienen el deber de velar por más legitimidad, transparencia y ética en los asuntos económicos, financieros y sociales, locales y globales.

Pero no se debe desconocer, que hay un persistente interés internacional (y hasta también equivocadamente nacional) para destruir componentes importantes de la estructura económica panameña, sostenida en el sector de los servicios transitistas internacionales. En el fondo, no es secreto, que hay ya competencias para la Zona Libre de Colón, el Centro Bancario y Financiero, la Plataforma Logística, el Ferrocarril Transístmico y hasta para el propio Canal de Panamá.

Como detalle especial, hay que leer el larguísimo listado de los personajes mundiales y países involucrados, en los “Panamá Papers”. ¡Y vaya casualidad! Entre todos los países, se escoge a Panamá, para titular la aludida investigación y noticia.

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