Plan A, Plan B y Plan C… ¿qué pasará después de que la fraudulenta derecha grite “fraude”?

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Figuras del ámbito político.

La época

El Plan B de la burguesía consiste en eso: mantener latente y a la mano la alternativa de cancelar las elecciones si en las próximas semanas los números no le son amigables.

¿El peligro? Se servirían de las declaraciones, movilizaciones y el accionar del evismo para convencer a la ciudadanía que el ejercicio se suspendió debido a las peleas entre “masistas” e “izquierdistas” que impiden el ejercicio libre de la democracia. La culpa, obviamente, recaería en el Ejecutivo y con fuerza acumulada previamente se harían cargo de copar el nuevo gobierno transitorio, que en tres meses se encargaría de “limpiar” las listas de candidatos a presentarse en los próximos comicios.

Allí yace la diferencia sustancial entre unos y otros:, mientras que el evismo cree que, vía Andrónico Rodríguez, podrá incidir en un eventual gobierno transitorio; la derecha tiene la certeza que cuenta con apoyo ciudadano y suficiente respaldo internacional para ella tomar las riendas del poder.

Ahora vale la pena que nos preguntemos: ¿qué hace suponer que derrocando al gobierno de Arce en su recta final se dará paso a una alternativa nacional-popular radical? ¿Cuál es la real correlaciones de fuerzas en el campo político actual?

Plan C: carta militar

Es la apetecida por la derecha, su preferida. Y cuenta con suficiente experiencia histórica para imponerla: ¡militares a las calles!, ¡militares al poder!

Esta opción se baraja tanto para un escenario de suspensión de elecciones en el que no se hagan del gobierno transitorio; como después de los comicios y tras cantar “fraude” al prever una derrota en segunda vuelta.

La mayor fortaleza está en el sabido descontento que hay al interior de las Fuerzas Armadas tras el apresamiento y enjuiciamiento de más de una treintena de oficiales –entre ellos el excomandante en Jefe del Ejército, JJ Zúñiga, y los altos mandos de las tres ramas– luego de la aventura golpista del 26 de junio de 2024.

La trama comenzó a enredarse el sábado pasado al ser asesinado a balazos el coronel Juan Javier Soliz Cáceres, comandante del Regimiento Manchego Ranger de Montero, luego de sostener una reunión virtual con el Alto Mando del Ejército.

Así las cosas… pareciera que solo bastara una señal y una “luz verde” del Pentágono para que las patronales y los militares se inclinen por esta opción.

El neoliberalismo rumbo al poder

Los planes mencionados tienen un denominador común: Estados Unidos, cuya administración Trump apetece el litio boliviano.

Solo así se puede comprender el intervencionismo insistente del “dueño” del Bolívar o la reciente iniciativa de Bolivia 360 y el Grupo Claure de reunir a la oposición en la ciudad de Boston, en el foro “Bolivia360 Day”, llevado a cabo en la Universidad de Harvard, al cual asistieron Manfred Reyes Villa, Samuel Doria Medina, Eva Copa, José Luis Lupo, Juan Pablo Velasco y Jaime Dunn, entre otros.

También podemos entender que el secretario de Estado estadounidense, Marco Rubio, haya abogado por destinar fondos para “ayudar a Bolivia”, en montos superiores al millón y medio de dólares, a ser canalizados por fundaciones u ONGs fachadas dependientes de la Fundación Nacional para la Democracia (NED), como la Fundación Construir, muy activa en cuanto al Plan A y en participar “neutralmente” con plataformas de conteo de votos paralelas al TSE, o sea, protagonistas del más que posible grito de “fraude”.

Una vez más volvemos a preguntarnos, ¿en un escenario como el descrito cómo actuará el oficialismo y el campo nacional-popular?

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