Por Argénida de Barrios
Psicóloga
¡Porque no tenemos la edad de nuestras arterias, si no, ¡la de nuestras ganas de vivir!
Me siento honrada, porque se me permite dirigirme a ustedes, en una fecha significativa: (1 de octubre), Día Mundial del Adulto Mayor.
Hoy se celebra la vida, llena de experiencia y sabiduría, que con su contribución invaluable nos enseñó con el ejemplo y dedicación a lo largo de los años, vinculando pasado y presente, construyendo lo que llamamos futuro.
El envejecimiento es un viaje que compartimos todos, pues es acumulación de historias, aprendizajes, relaciones, que nos definen. nos vamos convirtiendo en puentes entre generaciones.
La participación de las personas mayores es fundamental en el tejido social, por los valores que aportan a la cohesión social.
Pero, la soledad, la incomunicación e invisibilización, nos alejan cada vez más de la promoción de entornos inclusivos, en donde el ser valorado y escuchado hace que permee el amor.
Como comunidad fraterna, debemos garantizar con responsabilidad el bienestar integral de nuestras personas mayores, asegurándoles cuidados entregables en salud física, espiritual y mental. la educación continuada y permanente, con actividades culturales y recreativas, en familia, fortaleciendo lazos, como parte activa de la sociedad que somos, es un punto clave.
Hoy es el día para comprometernos con la causa por la dignidad y calidad de nuestras personas mayores, con gestos de respeto y escucha atenta, y abrazos sinceros.
En el árbol de la vida, las raíces son profundas y fuertes y representan a las personas mayores, que, con su sabiduría y experiencia, nos brindan estabilidad y nos sostienen.
Las ramas que se extienden hacia el cielo, simbolizan a las nuevas generaciones, que con su energía y creatividad nos permiten crecer y florecer. esa conexión entre las raíces y las ramas, permite la magia, la unidad entretejida de amor y respeto intergeneracional, que son el flujo vital que nutre y hace crecer el árbol. es en ese intercambio donde se comparten historias, se transmiten valores y se construye un futuro más brillante.
Imaginemos un árbol donde las raíces y las ramas se entrelazan en armonía, donde el amor y la comprensión fluyen libremente. un árbol que produce frutas de compasión, empatía y alteridad. un árbol que produce frutos de humanidad, confraternidad, un refugio para todos, donde cada persona pueda encontrar su lugar y sentirse valorada.
En este Día Mundial del Adulto mayor, recordemos la importancia de honrar y celebrar nuestras raíces. reconozcamos el valor de la experiencia y la sabiduría que nos brindan las personas mayores.
¡Trabajemos juntos para crear un mundo donde el amor sea la norma y todos podamos crecer y florecer juntos.!
¡Qué esta alocución sea una semilla de bienestar que florezca en el mundo. todos los días debe celebrarse la vid!