La orfandad ante el cambio climático

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El inmenso incendio forestal en Chile, que asoló una extensa superficie de bosques, es, sin duda, una clara advertencia sobre el aumento de la vulnerabilidad regional, a causa de un cambio en los patrones meteorológicos que se reflejan, además, en el deshielo de los casquetes polares, el aumento del nivel del mar, las tormentas y la radiación más intensa sobre amplias zonas geográficas.

Ese hecho, que concitó la movilización internacional a favor de Chile, no debería pasar inadvertido para Panamá. Por el contrario, el Estado tiene la obligación de traducir datos científicos en el diseño de escenarios sobre riesgos probables, para generar el aumento de las capacidades de Protección Civil, la resiliencia de los hospitales y efectivas respuestas rápidas de socorro y asistencia humanitaria, para una pronta recuperación económica en áreas afectadas.

Sin embargo, predomina la orfandad presupuestaria en la compra de aeronaves contra incendios, equipos y plantas potabilizadoras portátiles, así como el déficit en la construcción de albergues, la pobre organización comunitaria contra desastres y la falta de un sistema de alerta temprana para evacuaciones masivas en caso de inundaciones, incendios y fractura de terrenos inestables.

Esas carencias fueron percibidas por todos durante la amenaza subregional del huracán Otto, en 2016, que puso en jaque a los organismos de seguridad. Tras la emergencia declarada, hombres y mujeres entrenados salieron a prestar sus servicios al país, pero en medio de grandes dificultades en materia de equipamiento. Las imágenes de improvisación oficial no deben volver a repetirse.

Panamá ha estado al margen del impacto directo de huracanes, pero la realidad podría variar en los próximos años, a causa del cambio climático y la alteración atmosférica en el Pacífico oriental, que se reflejan en precipitaciones y sequías en los períodos de ocurrencia de los fenómenos climáticos de El Niño y La Niña. Además, el país no es inmune a los terremotos, tsunamis y diversos meteoros.

Un país que no invierte en el desarrollo y resguardo de su gente, frente a las calamidades, está condenado a vivir de la caridad de otros. Para adquirir fortaleza, se necesita privilegiar las ciencias físicas, hacer respetar las normas de construcción, manejar información veraz en tiempo real, interpretar registros históricos y actualizar a las unidades de protección civil y fuerzas de seguridad en los adelantos e innovaciones en materia de prevención.

Los panameños y panameñas que apuestan por la vida, merecen más que la inseguridad y la orfandad en recursos, ante la necesidad de enfrentar catástrofes y reducir la fragilidad en zonas pobladas. Una suma de talentos humanos entrenados podría hacer la diferencia, justo con una estrategia ambiental seria, vigorosa y coherente.

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