La brújula perdida de la Unión Europea

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Por Rachel Pereda Puñales

La Habana (PL) – La Unión Europea (UE) atraviesa uno de los momentos más críticos de su historia, en medio de un escenario complejo para la estabilidad del bloque regional.

En 1950, el entonces ministro francés de Asuntos Exteriores, Robert Schuman, al visualizar la necesidad de un proyecto común para la región, ya anticipaba los problemas que enfrentaría esa iniciativa.

“La paz mundial no puede salvaguardarse sin unos esfuerzos creadores equiparables a los peligros que la amenazan. Europa no se hará de una vez ni en una obra de conjunto: se hará gracias a realizaciones concretas, que creen en primer lugar una solidaridad de hecho”, expresó Schuman.

La difícil negociación de la separación británica, o Brexit, las tensiones en España por el secesionismo catalán, la crisis de los refugiados, la amenaza terrorista y el ascenso de la ultraderecha regional, son algunos de los grandes desafíos estratégicos que enfrentó la UE en este último año.

“El problema grave es que llevamos demasiado tiempo estancados, sin avanzar, sin tomar iniciativas que permitan profundizar en nuestra unión, mientras el incendio nacionalista se extiende”, aseveró recientemente el analista español Nicolás Sartorius.

En 2017, la dirigencia de la UE debatió la situación y consideró entre las opciones la posibilidad de mantener el status quo, con ‘el mismo modelo de integración imperfecto que nos ha traído hasta aquí, con todas sus ventajas y desventajas’.

De igual modo, se abordó la idea de una Europa ‘a dos velocidades’, lo cual supone avanzar en diferentes bloques y no en la integración completa de las 27 naciones que restarán, si se consuma la separación de Reino Unido. Otro de los aspectos previstos como una solución en los distintos debates de este año, es “hacer menos pero mejor”, o sea, impulsar las áreas donde exista un acuerdo común para avanzar.

“Sin voluntad política unitaria no será posible mantener el ritmo de crecimiento cuantitativo y cualitativo que, hasta ahora y desde hace 60 años, es una característica de este gran proyecto democrático”, destacó el político español Diego López Garrido.

La Unión Europea ha traído la paz y la prosperidad a un continente destruido por dos guerras mundiales devastadoras; y constituida en un modelo político de referencia para millones de personas en el mundo, añadió López Garrido.

Durante cumbres europeas celebradas en marzo y octubre, los líderes abordaron los temas más controvertidos para la región y debatieron nuevamente la reforma de la zona del euro, la crisis de la migración, la seguridad interior, el comercio y la financiación futura de la UE.

El 31 de enero durante una sesión informal del Consejo Europeo, organizada por el primer ministro de Malta, Joseph Muscat, con la participación del presidente de ese órgano, Donald Tusk, los dirigentes de la UE plantearon algunas propuestas para solucionar los problemas que enfrenta esa comunidad.

El 1 de marzo se publicó el Libro Blanco sobre el Futuro de Europa, donde se plantean cinco escenarios diferentes que reflejan el posible estado de la Unión para 2025.

En el documento se analizan los cambios del territorio en el próximo decenio, a partir de factores como la repercusión de las nuevas tecnologías en la sociedad, el empleo, la globalización, los problemas en materia de seguridad y el ascenso de los populismos.

“La Unión Europea nos ayudó. Debemos velar para que siga mejorando la vida de todos aquellos que vendrán detrás de nosotros”, expresó en el texto el presidente de la Comisión Europea (CE), Jean-Claude Juncker.

Cuando el 10 de marzo se celebró en la capital italiana una reunión informal, sin la presencia de Reino Unido, en ocasión del 60 aniversario del Tratado de Roma, los líderes de las 27 naciones convocadas debatieron nuevamente sobre el futuro de la comunidad.

Según declaró Tusk tras ese evento, mientras “algunos prevén cambios sistémicos que probablemente debiliten los vínculos entre los Estados miembros de la UE y refuercen el papel de las naciones en relación con la comunidad otros, por el contrario, están buscando formas nuevas y más profundas de integración”.

En un nuevo encuentro efectuado 15 días después, los dirigentes debatieron acerca de una región más próspera y sostenible, con un mercado único fuerte, un proyecto sólido para luchar contra el desempleo, la discriminación, la exclusión social y la pobreza.

El tema de las relaciones internacionales también fue abordado, con el fin de ampliar las asociaciones existentes y crear otras nuevas que refuercen la defensa a nivel regional.

En ese foro se aprobó la Declaración de Roma, que estableció las bases para una futura Europa más segura y una política migratoria eficaz, con fronteras exteriores mejor protegidas.

Dicho acuerdo fue resultado de un proceso iniciado con una reunión celebrada en Bratislava el 16 de septiembre de 2016, donde la UE abrió el debate sobre los devastadores efectos del triunfo, en un referendo efectuado tres meses antes en Reino Unido, de los partidarios de abandonar el bloque.

“A la hora de debatir los diversos futuros posibles para Europa, nuestro principal objetivo es reforzar la confianza mutua y la unidad entre los 27”, manifestó entonces Tusk.

En 2017 avanzaron, en difíciles circunstancias, las negociaciones para el divorcio con el Reino Unido y se lograron acuerdos relacionados con la defensa regional, la cooperación con terceros países, así como para enfrentar la crisis migratoria y el cambio climático, entre otros temas.

En el año que cierra, la UE pudo sortear disímiles obstáculos, amenazas y problemas, pero en el inicio de 2018 los líderes del bloque carecen todavía de una brújula precisa que los guíe en el camino hacia la preservación y el cumplimiento de los objetivos que impulsaron el proyecto comunitario.

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