Estado panameño debe controlar el agua embotellada
Las compañías embotelladoras de agua mejoran sus ventas cada año, mientras que el gobierno panameño apuesta al Plan Nacional de Seguridad Hídrica 2015-2050, denominado “Agua para Todos”. Esa propuesta debería excluir la tercerización de los servicios del IDAAN.
Algunos lotes de agua embotellada no han demostrado ser tan inocuos como dice la publicidad. El agua potable debe responder a estándares nacionales de producción y nunca representar riesgo para la salud humana.
Por David Carrasco
La venta de agua potable embotellada en Panamá ha crecido ante la extendida sospecha de que la calidad del vital líquido distribuido a través de acueductos, disminuye a causa de la presión humana sobre las cuencas y la sedimentación de ríos y lagos. Una percepción sesgada sobre el recurso hídrico, unida a la publicidad de marcas, favorece la compra de un agua más cara en botellas.
Se estima que cada panameño ingiere, en promedio, de 20 a 25 litros al año de agua envasada. Gran parte de ella proviene de empresas que reciben agua potabilizada del estatal Instituto de Acueductos y Alcantarillados (IDAAN) y luego la pasan por unos filtros, le añaden gas purificador, la introducen en botellas plásticas en línea y le adhieren su etiqueta. Así surge un negocio redondo que representa unos 30 millones de dólares anuales.
Las etiquetas de algunas marcas comerciales que suelen aparecer a la vista de compradores en anaqueles y góndolas de supermercados, aseguran que el origen de esos productos está en acuíferos nobles, mientras que otras importadas, de tipo carbonatado, están asociadas con mitos y leyendas en países europeos. Algunas de esas fuentes so manantiales localizados al Este y al Oeste de la capital panameña.
Sin embargo, el hecho de embotellar el agua no es garantía de que ese líquido sea más seguro o mejor que el obtenido por los consumidores cuando abren el grifo en sus hogares. Así lo demostró un ensayo dirigido hace varios años por la Unión de Consumidores y Usuarios de la República de Panamá (Uncurepa), que incluyó muestras aleatorias. Algunas muestras de agua embotellada salieron mal calificadas por sus niveles bacteriológicos.
El resultado fue puesto en duda por varios fabricantes. No obstante, en 2015, el Instituto Especializado de Análisis (IEA), de la Universidad de Panamá, analizó todas las marcas de agua que se venden en el país y reveló que una “gran cantidad” de ellas no cumple con algunos de los 30 parámetros de medición técnica.
Para sorpresa de varias personas que apuestan a los envases sellados, el estudio reveló que la mayoría del agua embotellada que se vende en el país no cumple con los estándares de calidad que exige la norma panameña vigente. Vasco Duke, director del IEA, dijo que se tomaron más de 50 muestras y algunas no registraron el pH neutro recomendado, o contenían partículas polvo.
En el proceso de purificación del producto embotellado, se añade ozono para matar bacterias y el agua puede salir un tanto ácida y deja de cumplir con las especificaciones requeridas.
Al respecto, Itza Barahona, directora general del Ministerio de Salud, anunció en 2015 que las marcas de agua Boa y Tropical fueron retiradas del mercado panameño y se les canceló el permiso sanitario, debido a deficiencias en perjuicio de los consumidores.
En Panamá son consumidos 365,7 litros de agua al día por habitante, el más alto en Latinoamérica, que provén 54 plantas potabilizadoras. Hay 600 pozos administrador por el IDAAN y 2.747 acueductos rurales dirigidos por el Ministerio de Salud. Su producción es vital para la población pobre que carece de recursos económicos.
Los sectores altos y medios de la población se muestran más inclinados al consumo de agua embotellada. Es un negocio en el que el Estado no participa y ha cedido el escenario al sector privado, pese a que es el mismo Estado el que debe asegurar la calidad del vital líquido, al que deben tener acceso todos los panameños.
Es extraño, además, que en caso de calamidades en zonas inundadas, el Estado realice la compra masiva de agua embotellada al sector privado para entregarla a damnificados. En realidad, ello es innecesario, debido a que si el elemento abundante en las zonas afectadas es el agua, lo que se requiere es una planta portátil de potabilización, micro acueductos compactos y “kits” de urgencias.
Vale recordar que investigadores del Instituto de Tecnología alemana de Karlsruhe, en el estado de Baden-Württemberg, desarrollaron un novedoso y económico proceso para desalar y potabilizar agua marina, lo que debería ser tomado en cuenta por autoridades panameñas al ventilar estos temas. De hecho el Sistema Nacional de Protección Civil (Sinaproc), debería estar dotado de dispositivos similares para la purificación de aguas.
Defender el agua como patrimonio de todos, es un deber universal. Ello justifica que activistas del Este de Pennsylvania, en Estados Unidos, celebrasen una victoria luego de que la multinacional Nestlé abandonó los planes de extraer más de 750.000 litros de agua por día de un manantial del condado de Monroe. Los vecinos en esa comunidad demandaron al gigante embotellador y efectuaron una serie de protestas para defender los recursos hídricos.