Redacción de Bayano digital
Durante el 2020 la COVID-19 todos los hogares panameños han perdido un ser querido, un vecino o amigo. Al finalizar el año el virus nos arrancó la vida 2 personas por hora. Las alarmantes cifras superan las cuatro mil muertes en 9 meses de pandemia.
Muchas de esas muertes se pudieron evitar con la organización del sistema de salud torrijista derrotado, privatizado a partir de 1979. Muchas de esas muertes se pudieron evitar si los médicos especialistas, con una formación mercantilizada, atendieran sin temor a sus pacientes afectados por el virus, haciendo valer su juramento hipocrático.
En adición están los sesgos de la crisis multiforme denominada pandemia, caracterizada por la crispación política, los visos de corrupción, el oportunismo ventajismo de sectores empresariales y del sistema bancario, la agobiante situación de las capas medias, la desorganización comunitaria y las presiones ideológicas y geoestratégicas de Estados Unidos.
El gobierno nacional, asediado por la crisis está a la defensiva. Sus decisiones, mas que razonadas y planificadas obedecen, a los intereses y presiones políticas internas y de Washington. En consecuencia las decisiones son confusas, tardías y contradictorias.
Sin embargo, es meritorio reconocer que al final del 2020, ante un sistema de salud público y privado colapsado, el gobierno nacional decidió, valientemente, en favor del interés nacional la contratación de los especialistas cubanos. Ahora enfrenta el disgusto de Washington y la insensibilidad ideológica renovada de la jauría encabezada por el mal pintor, (al decir de Roy Chaderton, embajador de Venezuela en la OEA), que pidió la invasión y ascendió al poder sentados sobre más de 7,000 muertos.
Panamá recibe el nuevo año con la esperanza puesta en manos de 220 médicos cubanos. #CubaSalvaVidas.
