El futuro del movimiento magisterial: entre la práctica y la estrategia

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Gran marcha de educadores en las calles de la ciudad de Panamá.

Por Rogelio Mata Grau
Docente e investigador social

La reciente huelga de educadores, que se prolongó por más de setenta días, dejó una serie de lecciones que no deben ser pasadas por alto. El movimiento magisterial salió debilitado, tanto por la represión gubernamental como por sus propios errores tácticos y estratégicos.

La dirigencia cayó en el legalismo, esgrimiendo instrumentos jurídicos cuya efectividad está en entredicho ante las nuevas condiciones del sistema educativo y el país. Se invocó el derecho constitucional a la huelga, pero este, en el ámbito educativo, carece de una reglamentación clara en la Ley Orgánica de Educación ni en una Legislacion de la Carrera Docente. Ese vacío legal fue aprovechado por el gobierno, que terminó imponiendo la narrativa de la ilegalidad y desgastando a los educadores con la apertura de procesos disciplinarios , cuando el verdadero terreno de lucha era POLÍTICO Y SOCIAL.

Lo más grave es que faltó una propuesta real de transformación de la EDUCACIÓN PANAMEÑA. La huelga se concentró en resistir medidas inmediatas, pero no logró convertirse en un catalizador de un debate nacional sobre el modelo educativo y su vínculo con un proyecto de desarrollo para el país. Sin esa dimensión, la lucha quedó reducida a una defensa reactiva, sin horizonte estratégico.

La diferencia entre táctica y estrategia se volvió evidente: la táctica puede servir para resistir, pero sin estrategia no hay acumulación de fuerzas ni posibilidad de victoria a largo plazo.

El movimiento magisterial confundió ambos niveles, quedando atrapado en acciones de desgaste sin capacidad de transformar la correlación de fuerzas.

¿El gobierno diezmó al movimiento magisterial? Sí, pero no lo desarticuló por completo. Lo debilitó al exponer sus fracturas internas y su dependencia de un marco jurídico insuficiente. Sin embargo, los MAESTROS Y PROFESORES siguen siendo una fuerza social organizada con presencia territorial en todo el país, un activo que ningún otro sector laboral posee.

El verdadero desafío ahora no es solo recuperar fuerzas, sino repensar la estrategia en clave nacional. La educación debe ser presentada como columna vertebral de un proyecto de país, no como una suma de reivindicaciones gremiales. Solo así el magisterio podrá reconstruir legitimidad ante la sociedad y escapar del cerco en que quedó atrapado.

En la lucha social no basta resistir. Es necesario proponer. Esa fue la gran ausencia de esta huelga, y será la gran tarea de las próximas batallas.

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