Luis Carlos Samudio G.
Abogado, docente y mediador
Cada 16 de noviembre, en Panamá, se toma un momento para rendir homenaje a los criminólogos, que son personas que trabaja en silencio, lidiando con expedientes, entrevistas, estadísticas y realidades duras. No es un juez de martillo, ni un superhéroe con capa, pero su trabajo es tan esencial como invisible. Esa jornada no sólo conmemora una profesión, sino también una vocación que se ha construido mediante el esfuerzo, la ciencia y el compromiso social.
La criminología en este país ha atravesado un trayecto de evolución, lucha y dedicación. Somos testigos de cómo esta ciencia ha ido ganando terreno, respeto y relevancia ha ido avanzando a través del tiempo, desde sus comienzos en las aulas universitarias de la Universidad Interamericana de Panamá, bajo la administración de la Decana Yolanda Pulice, quien fue la creadora de esta carrera académica universitaria.
La aprobación, el 10 de octubre de 2022, de la Ley 328, que estableció la política criminológica nacional, fue un avance crucial. El objetivo de esta herramienta legal es elaborar programas y planes que prevengan la conducta delictiva y fomenten la investigación aplicada. Sin embargo, su implementación ha sido limitada y muchos expertos señalan que en la práctica se ha dejado de lado, sin acciones concretas que la respalden.
En 2025, Panamá enfrenta un incremento del 4% en los delitos registrados, alcanzando más de 105,000 casos. Ese incremento se da en un contexto de expansión de pandillas y crimen organizado, muchas veces vinculados a redes internacionales. La respuesta estatal ha sido mayormente reactiva y punitiva, lo que evidencia la necesidad de fortalecer el enfoque preventivo y multidisciplinario que propone la criminología moderna, por lo que se necesita urgentemente a estos especialistas.
La escasa coordinación entre el gobierno, la academia y la sociedad civil, la falta de inversión en investigación criminológica aplicada y la necesidad de actualizar los programas educativos según las realidades delictivas emergentes son algunos de los retos más significativos. Sin embargo, también existen posibilidades: interés de los alumnos en las profesiones ligadas a la criminología, reconocimiento cada vez mayor del criminólogo como una figura relevante en las políticas públicas y la alternativa de implementar tecnología y análisis de información para prevenir el delito.
Por ello, el 16 de noviembre, en la UIP, las voces de estudiantes, docentes, investigadores y profesionales se entrelazarán para decir con firmeza: ”estamos presentes, no sólo en las aulas; sino también en ferias, cine, foros, conferencias y campañas comunitarias, donde se celebra tanto el conocimiento como la sensibilidad”.
Ser criminólogo, no es sólo estudiar delitos; es aprender a observar con profundidad, escuchar sin prejuicios y actuar con ética. Es comprometerse con una sociedad que necesita comprensión, propuestas y humanidad. En cada espacio, el criminólogo reafirma su rol como agente de cambio. Es la voz que aboga por la reinserción, la prevención y la dignidad. Es el oído que oye las historias detrás de los expedientes. Es el corazón que late por la justicia. la criminología es una ciencia con un rostro humano.
Aquí es donde el criminólogo se transforma en brújula, ya que se decide a investigar, no para señalar culpables, sino para comprender contextos y ofrecer soluciones a la justicia de este país. Sin duda, los criminólogos son una pieza muy importante en las políticas de este país.
Es fundamental subrayar que la profesora Pulice logró que esta carrera se desarrollase en la UIP, debido a una apremiante necesidad. Para entender el delito más allá de la sanción, es preciso destinar recursos a la investigación, adoptar una perspectiva integral que considere al criminólogo como un agente de cambio social y tener voluntad política. Esto contrasta con otros países, donde este tema se trataba con los estudiantes universitarios mediante un plan de estudios adaptado a su contexto nacional.
De acuerdo con el Artículo 9 de la Ley 386, promulgada el 28 de junio del año 2023, se reconoce esa responsabilidad. Esa legislación estableció el 16 de noviembre como el día del criminólogo en Panamá. La fecha sirve para rendir homenaje a una profesión que en ocasiones funciona en silencio, pero ejerce un impacto significativo en el ámbito social y en la instauración de una justicia más ética, más humana y más eficaz.
Por esa razón, el Día del Criminólogo no tiene que ser simplemente una efeméride. Debe transformarse en un instante para pensar, reconocer y comprometerse con una justicia más efectiva y humanitaria. Sin embargo, hay acuerdos entre el gobierno nacional y la universidad que son conocidos por personas jóvenes con formación profesional que desean aportar con su conocimiento científico, ya que esos puestos son ocupados por individuos sin calificación y con una sólida base criminológica.
Desde el Observatorio Criminológico Académico y Social (OCAS), se insta a las autoridades locales y a los gestores de diálogo a establecer una entidad autónoma e independiente, que funcione como un “ente rector criminológico» para implementar iniciativas, proyectos, planes y programas en las comunidades, utilizando herramientas de justicia social y comunitaria. Esto debe hacerse con la colaboración de especialistas en criminología. La justicia no sólo se construye en los juzgados, sino también en las comunidades, escuelas y espacios de diálogo.
¡Junto trabajemos a favor la paz y la convivencia pacífica!




