Dos poemas de autores latinoamericanos

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Rolando Gabrielli en un patrullaje doméstico en busca del aroma de las calles de Chile.

En la despedida de fin de año, Bayano digital presenta a sus lectores poemas de dos autores de gran sentido latinoamericanista: Rolando Gabrielli y Toracio Iturralde, residentes en la Ciudad de Panamá.

31 años después

Autor: Rolando Gabrielli

Este es Chile,
parece mentira
que aún exista
y que yo pise
su tierra quebrada
en la memoria.

Estos años salieron corriendo,
y si fueron perdidos o estuvieron
en alguna parte,
ya no es mi problema.

Pero aquí ahora acumulados frente
a la cordillera o el mar,
balando en desierto un idioma
intraducible,
que mi voz no recuperará y ha quedado
en una triste romería,
en el cadáver precipitando la noche
del muerto, del desaparecido,
del vivo en las aguas y arenales
de Chile,
los cuarteles de la loca geografía
en invierno o verano, pero esta es mi primavera,

La gloria inmortal de un tiempo
de grandes alamedas.

El porvenir después es la historia
que el pasado la convierte en presente,
y queda la huella imborrable de las palabras.

Siento una rosa helada 31 años después
y estoy en primavera,
mi huella a fuego es de Norte a Sur,
por la angosta geografía,
el mar que por desconocido me conmueve,
como un ángel
que siempre me espera para contarme su día,
a su lado voy sorprendido,
me entero de que voy a Chile,
desde antiguas décadas
como si fuera la última
rama desprendida
del viejo árbol de mis raíces.

Copa Air Lines
Vuelo 117
asiento 26
Panamá entre las nubes/Chile

 

Los libros son fuente de Cultura.

Encuentro con el libro

Autor: Toracio Iturralde

Detrás de vidrieras impenetrables
fragante su rostro se mantenía
y, entre nosotros,
el silencio distanciaba
el encuentro de su mente y la mía.

En una noche de gran alborozo
alejáronse a distancias
nuestros nombres
destruyendo el silencio, entonces,
cuando la palabra de su boca salía.

Fui penetrando
la substancia de su mente
encontrándose calurosa
su idea con la mía.
¡Quién sabe cuánta,
cuánta gente,
quisiera beber de su sabiduría.!

Y las palabras
desnudaban al ente que,
por cada una de las sílabas fluía
sabiendo mantenerse al frente
de su profunda y dialéctica filosofía.

Y la imagen,
surcadora en mi cielo,
explayada, acercábase con armonía
dándose el presente
como si fuese el espejo
de todos los mañanas y añejos días.

Y las horas
se esfumaban en el momento
cuando la noche
asomábase en el ocaso,
quedando,
el contacto de nuestras mentes,
como nuestra vida,
plétora en hallazgos.

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