Por Rogelio Mata Grau
Docente y especialista en ciencias sociales
Introducción
El ascenso de la ultraderecha en América Latina ha marcado los últimos años, con expresiones diversas en Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Paraguay y Bolivia. Sin embargo, los recientes resultados en Argentina, donde el presidente Javier Milei sufrió un revés electoral significativo en la provincia de Buenos Aires, plantean interrogantes sobre la viabilidad de este modelo político. En este artículo intentaremos analizar, desde una perspectiva regional, los riesgos y oportunidades que enfrenta la ultraderecha, así como las reacciones de los bloques progresistas y populistas frente a este fenómeno.
Argentina como laboratorio político
El triunfo de Javier Milei en 2023 simbolizó el ascenso de una ultraderecha antisistema, con un discurso radical contra el Estado, el progresismo y la política tradicional. Sin embargo, su derrota ayer domingo 7 de setiembre de 2025 muestra los límites de gobernar sin consensos y con políticas de choque que afectan a las mayorías. La reacción del peronismo y de fuerzas opositoras refleja la capacidad de reorganización de los sectores tradicionales frente a las propuestas de la ultraderecha.
Impacto en el Cono Sur
En Paraguay, el Partido Colorado observa con cautela el desgaste de Milei, lo que fortalece a sectores pragmáticos y da margen a la oposición. En Brasil, Lula da Silva aprovecha la situación para reforzar su narrativa contra la ultraderecha, mientras el bolsonarismo queda debilitado por la falta de un aliado fuerte. En Bolivia, el MAS reafirma su crítica al neoliberalismo extremo, mientras la oposición conservadora evita identificarse con el mileísmo para no perder legitimidad.
Impacto en la Región Andina
En Colombia, el desgaste del gobierno de Gustavo Petro abre un espacio a la derecha dura y la ultraderecha, aunque el caso argentino puede ser usado por el progresismo como advertencia del costo social del mileísmo. En Chile, José Antonio Kast y el Partido Republicano siguen siendo competitivos, pero enfrentan el dilema de moderarse para ser viables electoralmente o radicalizarse, con el riesgo de activar un voto de rechazo.
Tendencias comunes
La ultraderecha mantiene bases sociales sólidas en sectores urbanos, empresariales y conservadores, pero enfrenta tres riesgos regionales claros:
1. El costo social de políticas económicas extremas.
2. Los escándalos de corrupción y personalismos.
3. La capacidad de los movimientos progresistas para reagruparse y articular frentes defensivos.
Estos factores muestran que la ola ultraderechista tiene un techo más bajo de lo que parecía hace pocos años.
Conclusión regional
El caso Argentino marca un punto de inflexión: la ultraderecha ya no aparece como una fuerza imparable, sino como un actor relevante pero con límites claros. En el corto plazo seguirá siendo un factor central del tablero político regional, pero su sostenibilidad dependerá de su capacidad para moderar radicalismos y construir consensos. América Latina ingresa así en una etapa de equilibrio inestable, donde la ultraderecha sigue siendo atractiva para sectores desencantados, mientras los bloques progresistas y populistas muestran resiliencia y capacidad de reorganización.