La vida a un nuevo compás: el DAV más pequeño del mundo devuelve el ritmo a su primer corazón en América

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Cirujana cardiovascular Lorena Montes.

Por Cindy Paola Gómez
Agencia de Noticias Univalle

Por primera vez en América, un equipo de especialistas del HIC Instituto Cardiovascular implantó el corazón artificial más pequeño y avanzado. Una egresada de la Universidad del Valle lideró este proceso.

El corazón: un director en crisis

En la orquesta del cuerpo, cada órgano aporta a esa obra mágica que es la vida. Los pulmones traen a la sangre el necesario oxígeno, los riñones filtran las toxinas y el estómago procesa los alimentos que, finalmente, el intestino absorbe como nutrientes. Toda la sinfonía está coordinada por un director que, desde el centro, marca el ritmo de la función. Pero, ¿qué pasa cuando este pierde sus fuerzas?

Cuando el corazón está a punto de desfallecer o, para este caso, dejar caer la batuta, el hígado y el riñón titubean ante la falta de información -llegada en forma de sangre rica en oxígeno-. Sin los instrumentos principales sonando, el fin de la función parecería inevitable. Sin embargo, la tecnología médica creó un amigo que soporta a este director de orquesta para realizar su función: el dispositivo de asistencia ventricular – DAV.

El corazón de María Angélica Bonett iba a rendirse. Tras más de dos años de hospitalizaciones y sensación de asfixia, la opción de vida parecía cerrarse a una lista de donantes para un nuevo corazón. Sin embargo, la cirujana cardiovascular Lorena Montes pudo darle un nuevo ritmo a su corazón con la implantación del CorHeart 6, el dispositivo de asistencia ventricular más pequeño del mundo y el primero de su tipo en ser empleado en todo el continente americano.

Aunque este tipo de soportes existen hace un tiempo ya, su evolución se había detenido por causa de la salida del mercado de varias marcas debido a fallos técnicos. Así las cosas, sólo una marca de dispositivos estaba disponible para casi todo el mercado mundial, con excepción de China. Y es desde este país que la investigación médica encuentra una alternativa más pequeña y liviana para apoyar a pacientes con insuficiencia cardíaca.

“China era un mercado que no estaba abierto. Entonces, empezaron a desarrollar dispositivos de asistencia ventricular porque ellos no podían poner dispositivos que vinieran de Estados Unidos. Hay cinco en desarrollo, pero dos de ellos han tenido la mayor aceptación. Uno está en ensayo clínico en Estados Unidos. El otro es el CoreHeart. Ha tenido muy buenos resultados en China y, a hoy, está en ensayo clínico en el territorio europeo”, cuenta la doctora Montes.

En la búsqueda de nuevas alternativas para sus pacientes, Lorena Montes se encontró con el CorHeart en un congreso. Aunque el HeartMate 3 le había permitido salvar varias vidas a ella y a su equipo médico, las características de este nuevo dispositivo no sólo mejorarían la calidad de vida de los pacientes intervenidos, sino que también permitiría su implantación en más personas con un corazón ad portas de la rendición, como en el caso de pacientes pediátricos y, por supuesto, el de personas como María Angélica, de complexión delgada y baja estatura.

Los dispositivos de asistencia ventricular izquierda, como es el caso del Corheart 6, funcionan como una pequeña bomba que, por medio de fuerza centrífuga, ayuda al paso de la sangre desde ese ventrículo izquierdo hacia la aorta y, desde allí, a todo el cuerpo. Con este impulso, la sangre oxigenada circula de forma adecuada por el organismo y se previenen eventos de salud como mareos, desmayos, e incluso las fallas multiorgánica. En sentido musical, es como un brazo de apoyo para ese director de orquesta agotado.

Comparado con el HeartMate 3, (el Corheart 6) no sólo es más pequeño, sino también más liviano. Con un largo de 5.5 centímetros, 2.8 centímetros de diámetro y apenas 90 gramos, este soporte ventricular representa una mejora potencial frente a las molestias ocasionadas por el implante al chocar contra la cavidad torácica. Además, por su menor gasto de batería, permite el uso de un cableado más fino y flexible, lo que se traduce en menores riesgos de infección para los pacientes.

“Como el dispositivo es más pequeño, le hicieron un driveline que es más flexible y más pequeño también, y eso es importantísimo. Cuando el cable es grueso, traumatiza de manera constante el tejido circundante, lo que suele generar infecciones en la zona. Una infección de este tipo puede colonizar hacia adentro el dispositivo y generar una endocarditis. Entonces, al final, estos pacientes terminan en trasplante cardíaco porque ya no se pueden tratar de otra forma”, explicó la doctora Lorena Montes a la Agencia de Noticias Univalle.

Pero, si el director sufre de tantos problemas, ¿no sería preferible reemplazarlo? En corta respuesta, no. La complejidad de los trasplantes coronarios pasa por la consecución del órgano donante, pasa por la dificultad de la operación, los cuidados posoperatorios, la posibilidad de rechazo del corazón y las enfermedades por la inmunosupresión del paciente. Por otro lado, la implantación de dispositivos de asistencia ventricular demostró un mayor incremento de la esperanza de vida que en pacientes trasplantados.

“En un lapso de 10 a 15 años, más del 50% de los pacientes trasplantados requieren un retransplante, o sea, un gran porcentaje y esto disminuye la esperanza de vida. Un dispositivo implantado puede darnos una certeza de diez años con una adecuada calidad de vida y sin eventos médicos a nivel coronario. Luego, a los 10 años, se puede trasplantar, pero ya evitaste un trasplante”, añade la doctora Montes.

Una vida dedicada al corazón

Lorena Montes siempre quiso ser cirujana cardiovascular. Aunque no encontró la forma de acercarse a esta especialidad durante su formación de pregrado en la Universidad del Valle, su pasión por la cardiología, en conjunción con su meta de ser cirujana, le marcaron el camino que, aunque difícil, tomó con total convicción.

“Cuando terminé la carrera, tenía clarísimo que quería hacer cirugía cardiovascular, aunque no la había visto nunca y no había rotación para conocer la especialidad. Estudié cirugía cardiovascular en España, hice la especialización en la Clínica San Carlos. Mi hospital, de los más top en cardio en España, no tenía ni trasplante ni asistencia, pero sí tenía clínica de falla cardíaca”, recuerda.

Durante su estadía en Europa, buscó un centro de asistencia ventricular para ampliar su formación. Así, llegó a Berlín, donde estuvo cuatro meses aprendiendo varios dispositivos como el HeartMate 2, el HeartMate 3 y otras alternativas. Completó su formación en Leipzig y regresó a Colombia, donde se halló de frente con la escasez de estos procedimientos. Finalmente, encontró su lugar en el Hospital Internacional de Colombia -HIC, clínica a cargo de 36 de las 42 operaciones de implantación realizadas en el país hasta la fecha.

Aunque es la primera vez que la cardiocirujana implanta un CorHeart, su experiencia con este tipo de operaciones es vasta. Con un total de diez dispositivos de asistencia ventricular en sus tres años y medio de experiencia en el HIC, se ha convertido en una voz de autoridad en América Latina en lo referente a este tipo de cirugía y una de las mujeres pioneras en este campo.

El éxito, más allá de los números, se traduce en esos nuevos latidos, en esos corazones que hoy pueden dirigir la orquesta de sus vidas. Por eso, sus pacientes, así como todos los que han pasado por este programa de implantación en el HIC, se han convertido en parte de sus afectos.

“Los pacientes son como una familia. Hemos celebrado con todos, se conocen entre ellos y hacen actividades con frecuencia. De hecho, una de mis amigas más cercanas es parte de este grupo. Aunque no fue mi paciente porque no le implanté el dispositivo, hace parte del grupo. Tuvo un HeartMate y después fue trasplantada”, afirmó.

Para que la orquesta del cuerpo se desempeñe de forma correcta, el corazón debe latir a un mínimo de 60 pulsaciones por minuto. Pasados los diez años de vida del dispositivo, Lorena Montes habrá dado más de 315 millones y medio de latidos a una sola de las personas implantadas. Con ello, no sólo habrá tocado la vida de una paciente, como es el caso de María Angélica, sino que habrá llegado a todas las vidas cruzadas. Como la música, que hace vibrar a todos los tímpanos a los que llega.

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