Gaza: el hambre como arma

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Población civil palestina masacrada en Gaza.

Por Rogelio Mata Grau
Docente e investigador socia

Desde América Latina, desde Panamá, desde el Sur Global que ha conocido el colonialismo, no podemos guardar silencio ante la tragedia humanitaria que hoy se vive en Gaza.

El hambre ha sido convertida en un arma de guerra. Con el respaldo logístico y diplomático de potencias occidentales, Israel ha estrangulado el acceso de alimentos, medicina y agua para más de dos millones de personas. La crisis humanitaria no es un daño colateral, sino una táctica deliberada.

Naciones Unidas y múltiples organizaciones humanitarias han advertido de una hambruna catastrófica. Lo grave es que este desastre no ha sido provocado por la naturaleza, sino por decisiones políticas. El nuevo sistema de distribución de ayuda, impuesto por Israel, ha fracasado. La ayuda humanitaria no llega a quienes más lo necesitan, y las imágenes de niños famélicos y madres desesperadas se repiten día a día.

Este cuadro, sin embargo, no debe hacernos perder de vista la responsabilidad de todos los actores. Hamás, en su decisión de privilegiar una vía armada sin horizonte claro, también ha contribuido a este escenario.

La utilización de la población civil como escudo humano, y su falta de autocrítica frente a los esfuerzos pasados de paz, le hacen el juego —aunque no lo deseen— al guion de Netanyahu. Hamás se autoproclama defensor del pueblo palestino, pero ha saboteado oportunidades de reconciliación interna.

Panamá ha conocido el colonialismo en su máxima expresión. Como latinoamericano y como ser humano, levanto la voz. Panamá, que próximamente presidirá el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, tiene una oportunidad histórica: no puede asumir esa responsabilidad sin pronunciarse de forma clara y activa contra el genocidio en Gaza, contra la brutalidad de Hamás y del gobierno de Netanyahu, y a favor de una solución justa y duradera para Palestinos e Israelíes.

Desde este lado del mundo, desde tierras que también conocieron el despojo colonial, exigimos coherencia política. No se puede hablar de derechos humanos, de civilización, de valores cristianos o democráticos, mientras se permite que niños mueran de hambre como parte de una estrategia militar.

Como dice el profeta Isaías (1:17): “Aprended a hacer el bien; buscad la justicia, restituid al agraviado, haced justicia al huérfano, amparad a la viuda”. Ese es el mandato ético que nos obliga. Panamá y América Latina deben actuar y rechazar el genocidio en Gaza. ¡Qué no se diga que fuimos indiferentes cuando el hambre fue usada como arma! ¡Qué se diga que estuvimos del lado de la justicia!

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