El fracasado intento de golpe en Panamá

0
113
Así reflejó la prensa oficialista los hechos acaecidos.
Por Rogelio Antonio Mata Grau
Docente y especialista en ciencias sociales

En 1989, Panamá atravesaba una crisis política, social y económica sin precedentes. El régimen militar de Manuel Antonio Noriega Moreno estaba aislado internacionalmente y debilitado internamente. A nivel político, Noriega desconoció los resultados de las elecciones del 7 de mayo de 1989, anulándolas tras la victoria clara de la oposición encabezada por Guillermo Endara. Este acto profundizó la crisis nacional, generó rechazo internacional y fortaleció la narrativa de Estados Unidos para justificar su posterior intervención.

Paralelamente, Washington aplicó una estrategia de guerra de baja intensidad (GBI), caracterizada por ser prolongada, asimétrica y no convencional, cuyo objetivo era socavar la legitimidad del régimen y minar la opinión pública. Esta estrategia combinaba sanciones económicas, congelación del dólar estadounidense —moneda de curso legal en Panamá—, aislamiento diplomático y presión militar mediante maniobras del Comando Sur. Como expresó el senador Alfonse D’Amato: “Le cortaremos la yugular a Panamá”.

Durante años, Noriega fue un aliado estratégico y agente de la CIA, colaborando en operaciones de inteligencia y consolidando su poder con apoyo estadounidense. Sin embargo, tras distanciarse y ser acusado de narcotráfico, pasó a ser considerado un obstáculo para los intereses de Washington. Esta dualidad explica por qué Estados Unidos toleró su permanencia en el poder hasta que sus propios planes de control estratégico del Canal y de desarticulación de las Fuerzas de Defensa requerían su eliminación.

En este escenario, la V Compañía de Infantería “Urracá”, bajo el mando del mayor Moisés Giroldi Vera, intentó derrocar a Noriega. El plan incluía entregar a Noriega al Comando Sur de Estados Unidos, buscando una salida que evitara la intervención directa y el colapso nacional. Él golpe fracasó rápidamente. La falta de coordinación, las dudas de algunos oficiales y la reacción de las fuerzas leales a Noriega permitieron sofocar la   internos era prácticamente imposible.

El golpe del 3 de octubre se aborto  por una combinación de factores:

Falta de coordinación interna: algunos oficiales dudaron o no cumplieron con la cadena de mando planificada. Reacción rápida de las fuerzas leales a Noriega: el control del Cuartel Central y la respuesta inmediata de oficiales leales frustraron cualquier avance. la incertidumbre sobre la aceptación del Comando Sur y la entrega de Noriega generó retrasos decisivos. Estas causas explican por qué, a pesar de la valentía de la V Compañía de Infantería “Urracá” y el liderazgo del mayor Moisés Giroldi Vera, el proceso no logró culminar y terminó con la ejecución sumaria de los protagonistas.

El fracaso del levantamiento produjo efectos inmediatos: Consolidación represiva de Noriega, aunque con una legitimidad aún más erosionada. Confirmación para Washington de que la crisis no se resolvería desde adentro, reforzando la decisión de intervenir militarmente.

Los planes de invasión y la destrucción de las Fuerzas de Defensa

El intento de entregar a Noriega al Comando Sur evidencia que los planes de invasión estadounidense ya estaban en marcha. Estados Unidos no apostaba por una solución panameña;  El problema de fondo eran las Fuerzas de Defensa panameñas. Según los Tratados Torrijos–Carter, a partir del 31 de diciembre de 1999 serían las únicas tropas en las riberas del Canal. Para Washington, esto representaba un riesgo estratégico: un ejército panameño autónomo podía obstaculizar sus intereses en la región.

Por ello, la invasión de 1989 tuvo como objetivo destruir a las Fuerzas de Defensa, dejando al país sin un ejército capaz de garantizar la seguridad del Canal y dependiente de la protección estadounidense. Noriega, aunque agente y aliado previo de la CIA, se convirtió en un obstáculo cuando ya no servía al plan geopolítico de Estados Unidos, mientras sectores internos lo sostenían para prolongar su poder.

A 36 años de distancia, el 3 de octubre de 1989 marca un punto de quiebre histórico. Ese día no solo representó un golpe fallido, sino el inicio de una etapa en la que Panamá entró en una nueva realidad política y geopolítica: debilitado militarmente, intervenido económicamente y condicionado por los intereses de Washington. Desde ese momento, comenzamos a vivir en otro país, donde la soberanía y la capacidad de decisión sobre nuestro propio territorio quedaron seriamente comprometidas.

Dejar una respuesta

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí