Discurso en el 40 aniversario de Bayano
Hotel El Panamá, 19 de agosto de 2016
David Carrasco
Director de Bayano digital
Han transcurrido 40 años desde el instante en que apareció, por primera vez, un ejemplar del quincenario Bayano, cuyo símbolo distintivo es la imagen de un cimarrón lleno de coraje que rompió las cadenas de la esclavitud y escapó a la selva panameña para vivir sin amos en el llamado Nuevo Mundo. En sus páginas se resume y reconstruye la imagen de un Panamá en pie de lucha. Historia, sacrificio, patriotismo, dignidad, valentía, solidaridad y sueños de independencia saltan a la vista en los volúmenes recopilados por manos voluntariosas.
La colección que hoy puede ser revisada en la Biblioteca “Simón Bolívar” de la Universidad de Panamá sobrevivió a la intervención militar estadounidense del 20 de diciembre, porque Edgardo “Gary” Reyes, quien se encuentra en esa sala, tuvo el coraje de responder a una solicitud de apoyo y condujo un vehículo hasta las antiguas oficinas de Bayano en el reparto El Carmen, en la capital panameña, para rescatar esos ejemplares. Poco después, esas instalaciones serían ametralladas y ocupadas por el ejército de Estados Unidos, que bombardeaba áreas en Panamá. Lo que acabo de narrar, forma parte de la historia no contada, sobre un medio que se forjó entre obstáculos, demandas judiciales, amenazas y retos constantes, que nos animan a seguir creciendo.
La colección recuperada del Bayano nacido el 15 de agosto de 1976, es una joya del periodismo panameño. Modesta y pobre en apariencia, es congruente con lo que algunos analistas de procesos informativos describen como comunicación alternativa. En otros lugares del planeta, hay quienes hablan de medios insurgentes y de prensa contestataria, pero en casi todos los casos el elemento unificador es la lucha de liberación nacional y la necesidad de crear proyectos diseñados para romper el cerco económico, los monopolios mediáticos y la dependencia tecnológica.
Editado en un papel opaco y en condiciones precarias, el periódico evoca el sueño de muchas generaciones comprometidas con la decisión de dar luz a un pueblo ávido de información política, ante la disyuntiva de permanecer sojuzgados por potencias extranjeras o seguir la ruta de la liberación nacional. Es reconfortante saber que el pueblo panameño haya escogido esta última opción. Ello justifica que podamos privilegiar, esta noche, una cita con el destino, que empezó a construirse con letras doradas en el corazón de quienes abrazaron la idea un país sin quinta frontera ni estacas colonialistas en su suelo.
Pese al origen modesto, marcado por una fuerte influencia del movimiento sindical, Bayano adquirió gran personalidad profesionalismo y reconocimiento hasta convertirse en un vehículo de comunicación accesible a las capas medias de la población, a los intelectuales y estudiantes, incluso para la oficialidad castrense y un nuevo empresariado. Sin duda, fue un baluarte en la conquista de los derechos de las mujeres que alzaban su voz en coro contra la exclusión y la inequidad, y en la generación de espacios para el debate sobre reivindicaciones nacionales, como Salud, Educación y Cultura, hasta transformarse en un eje de organización y movilización en las comunidades y en áreas comarcales.
Apreciados compatriotas y amigos de todas las latitudes:
Permítaseme, recordar un hecho ocurrido a comienzos de la década de 1970, antes de la aparición de Bayano. Por aquellos días había llegado a Panamá el poeta, escritor y periodista Arqueles Morales, con quien empecé a trabar en Prensa Latina. Había pedido una entrevista con el general Omar Torrijos, empeñado en el diseño de un gobierno de corte popular. El oficial le dijo a Morales: “Tengo un pedido especial para Fidel Castro. Dile que le ‘baje la mano’ a Radio Habana Cuba que critica a mi gobierno, porque aquí estamos tratando de cambiar las cosas”. La radioemisora afectaba con sus comentarios el diálogo entre el gobierno y los campesinos en zonas montañosas en Panamá, debido a un desfase en la lectura de la confusa realidad política panameña.
Tal vez, ese pedido pueda causar hilaridad muchos años después, pero lo que llama la atención, es que en aquellos días, los cubanos dispusieran de uno de los pocos instrumentos de conexión internacional más potentes para romper el aislamiento impuesto por Estados Unidos: Radio Habana Cuba, que operaba distintas frecuencias en onda corta. Sus transmisiones cruzaban el espacio radioeléctrico del Caribe azul y alcanzaban a Panamá y a muchas zonas aisladas de Latinoamérica, donde no llegaban otros medios, a causa limitaciones geográficas.
En la historia de las comunicaciones y telecomunicaciones, este es, sin lugar a dudas, uno de los mejores ejemplos de penetración, bien pensado y con un alto nivel de credibilidad y resistencia, pese a los reiterados intentos de sacarlo del aire. Junto a la agencia Prensa Latina, la radioemisora desempeñó un papel extraordinario que, en mi opinión, no ha sido ponderado por los propios latinoamericanos.
La otra gran experiencia notable proviene de TeleSUR, como proyecto latinoamericano y multinacional, que requiere ser apoyado por todos, para evitar que desarticulado. En ambos casos, tienen en común con Bayano el hecho de haber sobrevivido ante las adversidades.
Es necesario recalcar que la diversificación de medios digitales no asegura, necesariamente, la democratización de las comunicaciones ante el crecimiento exponencial de redes sociales y programas diseñados para la distracción masiva de conglomerados humanos, que no siempre comparten una misma agenda o intereses.
Hoy, es más difícil apelar a medios alternativos influyentes sin una organización que sirva de soporte a esos proyectos. La vieja acción heroica, individual y tenaz de Luis Emilio Recabarren, de editar un periódico en el desierto chileno, se ha vuelto más exigente, difícil de reeditar y demanda respuestas más colectivas en el siglo XXI, ante el predominio del modelo de universalización que auguran imperios digitales y conexiones a mayor velocidad que en el pasado.
Desde otra perspectiva, se requieren mejores y más eficientes respuestas alternativas de los movimientos sociales para alcanzar objetivos prometedores y realizables, en procura de una democracia participativa no subordinada a los poderes fácticos, a la corrupción o a las redes del narcotráfico que impregna la vida política.
El resurgimiento de Bayano está acompañado de la idea de contribuir a un modelo de cooperación horizontal entre medios alternativos de la región, bajo concepto de que en la solidaridad está la clave de un camino ascendente para enfrentar los retos comunes de la región, en la búsqueda de una América Latina unida y equipada con las herramientas de comunicación necesarias para combatir el atraso, la desigualdad, la explotación, y el expolio de las ricas fuentes hídricas, forestales y minerales.
Está comprobado que no es suficiente tener dinero y recursos tecnológicos disponibles para producir un medio de calidad informativa. Se requiere, además, voluntad y compromiso, y de equipos humanos consolidados. En ese sentido, conviene recordar que Bayano no surgió en un lecho de rosas. Efraín Reyes Medina, el último director del medio impreso, es el mejor testigo de que cada tiraje implicaba una enorme cuota de energía para materializar la entrega del producto.
La impresión se hacía en horas de la noche, después de armarlo y copiarlo en negativos. Una hora de retraso podía implicar la cancelación del tiraje. Además, había que esperar su salida de las rotativas y trasladar el periódico en pesados bultos sobre las espaldas, subiendo y bajando escalones. Luego, compaginarlo a mano, hacer los paquetes de reparto y recurrir a la propia distribución, porque el mercado estaba cerrado para los medios alternativos. Así era como se hacía una parte del periódico, distribuido en las esquinas de la metrópoli, barriadas, cuarteles militares, la antigua Zona del Canal, comarcas indígenas, empresarios del sector industrial, universidades y planteles de enseñanza media.
Bayano no es cualquier periódico. Es el fruto de un trabajo colectivo que perduró en el tiempo. Antes, otras 300 publicaciones no habían superado el primer año de vida, porque no pudieron resolver o garantizar su sostenibilidad.
Sin embargo, el medio inspirado en el cimarrón de origen africano pudo conseguirlo, al igual que la revista amiga Diálogo Social. Bayano hizo importantes contribuciones a la cultura, fue pionero en el humor político y mordaz, precursor de los actuales memes y la defensa de los consumidores panameños. Introdujo exclusivas en su sección deportiva, e incorporó la difusión de informes especiales sobre el avance en la recuperación del Canal de Panamá.
De hecho, el medio hizo suya la consigna de un “solo territorio, una sola bandera”, que pasaba por el despertar de las comunidades contra el imperio de un pensamiento retrógrado que impedía avanzar en la consolidación de un país enteramente soberano inscrito en el movimiento de países no alineados.
Entre sus lectores asiduos, estaba el general Torrijos. Encendía los habanos que le regalaba su amigo Fidel Castro y se reclinaba en una hamaca para leer el periódico Bayano. Es justo imaginar que allí, en ese entorno casi bucólico, podía encontrar un contenido diáfano, diferente, agudo y de gran verticalidad en las posiciones patrióticas. Bayano no estuvo físicamente en la firma de los Tratados del Canal, en 1977, pero había plasmado un extenso legado de historias y reportajes que afianzaron la conciencia de los panameños hacia ese objetivo. La misma determinación se reflejó en su permanente apoyo a la lucha de liberación nacional en Nicaragua y El Salvador, y el respaldo a la recuperación de las islas Malvinas en aguas de Argentina.
En la década de 1980, tras cumplimentar una invitación del Departamento de Estado de Estados Unidos, la periodista Migdalia Fuentes de Pineda declaró en un escrito en el diario La Prensa, de Panamá, que estaba “sorprendida” al encontrar en un lugar destacado de la Biblioteca del Congreso en Washington, una colección completa de Bayano. Entre los suscriptores del medio figuraban las Embajadas de Estados Unidos, Francia y Suiza, cuyos embajadores y funcionarios de carrera diplomática le daban a veces más valor a la publicación que algunos sectores locales desprevenidos
No quisiera extenderme en este acto solemne, por respeto a los demás oradores, pero es necesario resaltar que para seguir avanzando necesitamos identificar los caminos y fórmulas de advenimiento político con fuerzas afines. Hay un largo trecho que recorrer, lo que implica el fortalecimiento de la radioemisora digital que sigue en fase de pruebas, vinculada a la plataforma digital de Bayano, bajo el liderazgo del cineasta y documentalista Javier Medina.
Agradezco a todos sus voces de aliento y pido disculpas si en estos 40 años he omitido los nombres de las legiones de hombres y mujeres que nos tendieron la mano sin reservas.
Secretarias, fotógrafos, redactores, armadores, repartidores, administradores, mensajeros, columnistas, asesores y personal directivo jalonaron con su esfuerzo este proyecto, que guarda en sus páginas hechos de un pasado de lucha, resistencia y dignidad.
¡Viva Bayano en sus 40 años y vivan todos aquellos quienes han hecho posible este reencuentro para asumir nuevos compromisos!
¡Vivan los mártires que no dieron patria y los que luchan y trabajan a favor de la paz mundial y la autodeterminación, y siembran esperanzas!
Muchas gracias