“Cuando Cayeron Las Bombas…”

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    Lazaro Mora Carlos Russell Olmedo-García y Cecilio Simon

    “Cuando Cayeron Las Bombas…”

    -Visto Desde los Ojos de los Panameños Residentes en el Exterior.-

    Palabras Pronunciadas Por El Dr. Carlos E. Russell C.
    En la conmemoración del vigésimo octavo del acto invasor norteamericano a territorio panameño – 20 de diciembre de 1989.

    Aquella madrugada de infamia, de ignominiosa y nefasta crueldad; aquel 20 de diciembre de 1989 donde, en la oscuridad del cielo panameño—un cielo impregnado de aves de rapiña con cuerpos de metal—los cuales habiendo penetrado nuestras porosas y frágiles fronteras—de sus entrañas vomitaron bombas y tropas de guerra que: avasallaron e incineraron nuestra nación. Es una fecha, que será para mí, eternamente grabada e imposible de olvidar..

    Hoy, al solemnizar la vigésima octava conmemoración de aquellos momentos horrendos, todavía ráfagas de ira y de furia se adueñan de mi ser, acordándome de la fechoría y de la traición por supuestos panameños y sus compinches oligarcas yanquistas.

    Habrán algunos quienes posiblemente me acusarán de imputar erróneamente a paisanos y paisanas quienes, según ellos, simplemente se unieron a las fuerzas conspiratorias de Washington, bajo la impresión también errónea de que luchaban para el restablecimiento de una democracia y la justicia y la libertad en nuestro país.

    Estoy convencido que es posible que algunos fueron engañados y manipulados por el gobierno norteamericano. Para ellos, les recomendaría que leyeran “La Guerra Psicológica de la Invasión a Panamá”, por JL. Rodríguez Pittí que aparece en la edición 111 de la Revista Bayano Digital. Dice Pittí, y cito:

    “En 1989, Panamá fue objeto de un experimento infame, una estrategia de manipulación cuidadosamente diseñada y ejecutada con éxito por una unidad especial de operaciones psicológicas del ejército de los Estados Unidos.
    Las estrategias e instrumentos usados les dieron resultados exitosos cuyos impactos aún afectan la psique del panameño…” añade Pittí: “Se buscaba influir en las “emociones, motivaciones, razonamiento objetivo y a la larga en el comportamiento” de los individuos, grupos y autoridades de ambos países.”

    ¡Concuerdo con el análisis de Pittí, más aún, porque lo viví!

    Sostengo que seria objetivamente difícil ignorar que los avances socioeconómicos de nuestro país, bajo el liderazgo del General Omar Torrijos, causó estragos dentro de los núcleos poderosos de nuestra tradicional oligarquía criolla, quienes vieron en ése régimen el derrumbe de sus poderes y control del país, y de la perdida, “según ellos”, de lucro personal, en ese entonces, y por ende su perfidia.

    General Omar Torrijos, hablando de cara al pueblo.

    Pero, damas y caballeros, hoy no pretendo explicar el porqué de las acciones de aquellos “Benedict Arnold’s” panameños. Al contrario, acepté participar en este solemne acto porque para mí, nuestro país, en este momento histórico, necesita no sólo recordar y conmemorar, sino también crear una base a nivel nacional que nos conlleve como pueblo unido y soberano hacia aquella victoria en el cual hemos soñado.

    Los hebreos nos han enseñado una gran lección: vamos a perdonar, pero nunca olvidar.
    En la madrugada del 19 de diciembre de 1989, estuve detrás de un micrófono en una emisora radial en el condado de Brooklyn. Allí, con lágrimas en los ojos, les avisaba a mis compatriotas panameños radicados en la ‘barriga de la bestia’ que en aquel momento asesinaba vilmente a nuestros compatriotas en Panamá.

    Miles fueron asesinados durante la invasión.

    Es posible que algunos se pregunten, cómo sabíamos nosotros de la invasión. La respuesta es sencilla: La arrogancia del gobierno norteamericano no les permite esconder su mano. Ya en los E.U. los tambores de guerra sonaban, y en Panamá, si se acuerdan, las tanquetas de las bases norteamericanas ya patrullaban nuestras calles. Los periódicos norteamericanos empezaron con mucho auge a desacreditar al gobierno panameño. Era imposible no sentir el olor a muerte que estaba impregnándose en el aire.

    Fui invitado como Ex Embajador de Panamá ante la OEA, a participar en un programa de televisión PBS (Public Broadcasting System) en Nueva York, denominada Mcneil / Lehrer Report, cuyo anfitrión fue Robin Mcneil. También fue partícipe Larry Birns, Director del Concilio de Asuntos Hemisféricos (COHA), y el panameño Jaime Cobham, en representación de un diminuto sector de la comunidad panameña, quienes se habían tragado el anzuelo norteamericano. El joven Cobham, en mi opinión, fue invitado para contrarrestar lo que los productores del programa anticipaban que sería mi posición. En dicho programa también estuvo presente Juan B. Sosa, Embajador de Panamá en Washington. Esa noche, él fue el defensor de los movimientos que se vislumbraban, como presagios de la invasión.

    Después que Birns describiera los acontecimientos en Panamá, es decir los visibles preparativos para una invasión; la pregunta de dicha posibilidad surgió. Sosa no la confirmó ni la negó. En aquel momento tenso, tuve yo la osadía de llamarlo: “Benedict Arnold”, aquel traidor del movimiento independentista de los E.U. y miembro de una familia prominente. Añadí: “¿Qué panameño haría tal cosa: apoyar una invasión a su tierra?” También mencioné el nombre de “Tuturo”, o sea del hoy difunto Ex Presidente Arturo del Valle.

    Muy poco se habla de que la invasión se supo a muchos meses antes de su ejecución. De igual manera, muy pocos dentro del suelo patrio tenían noción alguna que nosotros los panameños en el exterior, defenderíamos a nuestra patria; estaban errados. ¿Y por qué pensarían así? La respuesta es muy sencilla: Porque para ellos nosotros habíamos abandonado el país y por ende, éramos “vende patrias”. Pero muy pocos de ellos se habían tomado el tiempo de analizar el porqué del éxodo de los panameños negros a otros países, y principalmente a los Estados Unidos. Respuesta: Para nosotros no había cupo económico, ni político ni social en el país donde habíamos crecido, y mucho menos en la zona del canal donde muchos habíamos vivido. Una pregunta clara y valida sería: ¿Por qué saltaríamos del sartén al fuego? La razón también es sencilla: La manipulación de los medios de comunicación del coloso del norte mediante sus cines, su televisión, sus radios y sus artistas, también nos defraudó, haciéndonos pensar que en sus senos encontraríamos — sin el racismo inherente en nuestro país — la tacita de oro en forma de educación y empleo. No comprendier,os, en aquel entonces, que ellos en realidad fueron y todavía son la cuna de las instituciones raciales y de opresión para la población de la diáspora africana. Fue durisima dicha leccion.

    Fue nuestro insigne poeta, Ricardo Miró, quien tal vez comprendió, como tan pocos panameños que nunca han dejado nuestro suelo panameño: “quizás nunca supiera que te quería tanto, si el hado no dispone que atravesara el mar”.

    El panameño de ascendencia afroantillana, se consagró con esa realidad; tanto así, que durante los años difíciles, el panameño Humberto Brown, en las oficinas del Viceministro de Relaciones Exteriores, el Embajador José María Cabrera Jované, en la presencia de la Licenciada Donna Husband Prescot, Cynthia Brown Franklin y este servidor, comento que los verdaderos nacionalistas panameños son aquellos “chombitos” de Nueva York.

    Cynthia Brown Franklin

    Damas y caballeros, los apellidos eran Brown, Prescot y Russell. Y todo esto ocurrió antes de la invasión.

    Quisiera añadir que, mucho antes de los sucesos del 20 de diciembre de 1989, los panameños conscientes de su nexo histórico con aquel Panamá que los vio nacer, aún radicados en las entrañas de aquel monstruo que en años anteriores había intentado destruir nuestra cohesión como nación, supieron pararse firmes y sin tembladera. Silvestre Tenorio Ruíz y otros panameños levantaron pancartas de protestas en una manifestación ante las Naciones Unidas en Nueva York, cuando el gobierno norteamericano intentó detener a los estudiantes patriotas panameños en su suelo aquel inolvidable 9 de enero de 1964, donde algunos cayeron intentando hacer flamear nuestra bandera sobre la Zona del Canal.

    Por mi parte, publiqué un artículo en 1964, protestando los mismos sucesos en Panamá en la Revista “Liberator”. El artículo se llamó: “Why Panamá “SI» and Gringo “No”?” / ¿Por qué Panamá Sí, y Gringo No?”

    Dr. Carlos Russell en una foto histórica, en la que entrega al ex presidente Roberto F. Chiari, la bandera rota por los estadounidenses, el 9 de Enero de 1964.

    Anteriormente mencioné que el gobierno del General Omar Torrijos había sido un gobierno cuya visión fue el establecimiento de un Panamá equitativo y soberano, y sugerí, como muchos otros, que esta fue la causa principal de su muerte, y aunque de esto no hay pruebas conclusivas, las evidencias circunstanciales son abrumadoras. La pregunta sobre la conexión del gobierno del General Torrijos y la comunidad panameña en los E. U. También es una pregunta fácil de contestar.

    En 1973, este servidor organizó y liderizó La Primera Conferencia de Panameños en el Exterior, “The National Conference of Panamanians” que se llevó a cabo en el Hotel Mount Airy Lodge en Poconos, en el Estado de Pennsylvania. En aquel entonces, como muchos deben acordarse o haber leído, el gobierno Torrijista se encontraba en plena lucha diplomática con los E.U. para recuperar nuestra soberanía total sobre nuestro territorio.

    Con esto en mente y habiendo recibido nuestra invitación, el gobierno panameño envió a dicha conferencia a un sin número de sus oficiales de primera orden. ia. La sagacidad política del General Torrijos y, mi amigo, y luego mentor político, el Embajador Aquilino Boyd, quien fungía como Embajador ante las Naciones Unidas, estaban convencidos que para lograr lo que hoy conocemos como “Los Tratados Torrijos – Carter”, sería necesario involucrar a los panameños radicados en aquel país. Nuestra conferencia serviría de enlace.

    El Canciller Juan Antonio Tack, el Embajador Nicolás González Revilla, el Embajador Aquilino Boyd, el Cónsul General de Panamá en Nueva York Manuel Icaza, la Cónsul General de Panamá en Filadelfia Luz María Quijano, el Asesor Legal del General, el Doctor Rómulo Escobar Betancur y la Abogada y Asesora del gobierno torrijista Margot Hutchinson, atendieron y participaron. Valdría la pena para los historiadores de hoy, leer los discursos de Juan Antonio Tack y González Revilla pronunciadas en aquella conferencia.

    Deseo abundantemente aclarar, para que no haya ninguna misrepresentacion de cómo fue financiada la Primera Conferencia de Panameños en el Exterior, ya que como hemos mencionado, surgió un nexo de intereses de Panamá y los panameños en el exterior. Dicha conferencia fue totalmente financiada por la comunidad panameña en el exterior; especialmente de las damas panameñas que formaron parte del comité organizador. Nos costó $26,500 Balboas aproximadamente en el año 1973; hoy, esa suma se podría calcular a más de medio millón de balboas.

    Orville Gooding

    A raíz de la conferencia, un panameño que participó como anfitrión de la comisión de economía, que nunca había sido parte del gobierno panameño, quiso regresar a su país natal y decir: “Presente”. Y así hizo. Llegó a ser el Ministro de Planificación, que hizo aplazar la malévola invasión, introduciendo la estrategia del sistema de “vale” o “pagaré”, para contrarrestar los ataques económicos norteamericanos, de restringir sus pagos de impuestos y así, incitar a los panameños a rebelarse contra el gobierno panameño. Este panameño, se llama: Doctor Orville Gooding. Panamá tiene una deuda con el Doctor Orville Gooding.

    Durante la plenaria de la la conferencia el Profesor Jose Malcon indago el porque de la ausencia del concepto de la doble ciudadanía como una opción dentro de nuestra constitución, — algo muy deseado por un sector de nuestra comunidad. La repuesta que recibió, opino, fue vaga y sin compromiso.

    No obstinate, cuando surge la invasión, ya se había formado lo que nosotros llamamos el Comité en Contra de la Intervención Norteamericana. Nuevamente, el organizador general fue este servidor; pero como siempre, no fui el único protagonista ni la única voz. Paul Martin, Cynthia Brown, Olivia Moore, Silvia Lavalas, Humberto Brown, Josefina Johnson, Velma Armstrong Velma Bowie, Gregoria Reyna y la matriarch de los panameno en Nueva York, Anesta Samuels – condecorada con la Orden deVasco Nunez de Balboa por el Presidente Car,or Osores Typaldos … Estoy cometiendo el error de mencionar nombres, porque al dejar de nombrar a muchos que también participaron, me he convertido en enemigo. En realidad hay un sin número de ellos.

    Organizamos conciertos para recuperar fondos para apoyar a nuestro pais e caso que llegase la invasión en Brooklyn College; personajes artísticos del mundo latinoamericano atraídos por que entendían que iba suceder y llamados por nuestro amigo, el hoy difunto, Mauricio Smith y, si no me equivoco, Felix Wilkins, flautista de fama internacional y Gene Jeffrrson. No me atrevo a mencionar más nombres por temor a equivocarme. También organizamos “foros educativos” en iglesias donde incluimos a las comunidades progresistas norteamericanas en nuestra lucha, y así intentar prevenir una invasión. Es más, en el Centro Comunal de Personas de la Tercera Edad en Fort Grene Brooklyn, realizamos un “fórum” con el tema: “¿Será Panamá un Nuevo Vietnam?” Los oradores principales fueron el Doctor George Priestley, el Profesor Roberto Drumond, y este servidor.

    Lamentablemente nuestros esfuerzos de evitar el holocausto panameño no fueron suficientes, y los amantes del lucro, de la avaricia y los deseos de controlar los recursos materiales de la tierra, y colocarlos en sus nidos particulares, vencieron.

    ¡20 de diciembre duelo nacional!

    Esta mañana, veintiocho años desde que se escucharon los primeros gritos de muerte y las primeras explosiones, quiero recalcar que aquella mañana Gaspar Octavio Hernández, desde su pinaculo en los cielos, se sonrió y abrazó a los miembros genuinos de los batallones de la dignidad y lloró por las muertes de los caídos en las calles del Chorrillo, de San Miguelito y de las otras barriadas pobres. Pregunto con cierto sarcasmo: “¿Y por qué no en las calles de Bella Vista, del Cangrejo, Calle cincuenta y Punta Paitilla?” A ustedes les dejo la respuesta.

    Esta mañana, veintiocho años después abrazó a los miembros genuinos de los batallones de la dignidad.

    Un mes antes de la invasión, asistí a una conferencia llevada a cabo en PANAMÁ y patrocinada por el gobierno nacional, conjuntamente con organizaciones izquierdistas en los E.U. También asistieron políticos tradicionales estadounidenses. Todos estuvimos claros que el caballo blanco de la muerte rondaba por la República de Panamá.
    Fui acompañado por Carlos Wesley y Tony Stamp que trajeron consigo a representantes de sus respectivos grupos.

    No hay duda alguna que el panameño en el exterior supo hacer patria, y lo seguimos haciendo. Hemos luchado por el voto en el exterior; el cual se logró; pero sin resultado tangible. Ya que muchos panameños no participaron pensando que en Panamá existía la doble ciudadanía, y por ende, no necesitaba participar. Dicha posición es un error de primera magnitud. La constitución panameña en el artículo trece dice claramente que la ciudadanía panameña se renuncia tácitamente o explícitamente cuando se toma la nacionalidad de otro país o se enlista en un ejército enemigo. En la actualidad seguimos luchando por obtener la doble ciudadanía como existe en muchos países del mundo. Por lo presente, éste concepto sigue siendo parte de la meta de muchos panameños en el exterior; tal vez dentro de una nueva constituyente este concepto se pueda debatir.

    Hoy, en mi patria, son pocas las voces
    Que claman o reclaman
    Por una patria perdida.
    El Panamá que conocí, ya no es
    Aquel Panamá de Quibián y Prestán;
    Aquel Panamá de Gaspar y Omar;
    Aquel Panamá de Chorrillo y San Miguelito;
    Aquel Panamá de Tinajitas y Rió Hato;
    Aquel Panamá de Heroicos Batalloneros…

    (Fragmento del poema Voces de Muerte… Lágrimas de Ayer y Hoy)

    Damas y Caballeros, mis queridos compatriotas… Una de las cosas que más me ha afectado en estos últimos días, es que he notado que para muchos de nuestros paisanos, aquel 20 de diciembre de 1989, no es más que un día histórico y que ya no posee la misma pasión que conmovió a tantos de nosotros que lloramos cuando escuchamos caer aquellas bombas.

    Hace unos días envié un “Twit” en la cual comenté, que era increíble que el 20 de diciembre estaba tan cerca; y no se sentía que se acercaba un día de luto; un día que debería ser declarada un día de duelo nacional; un día en que en vez de que los panameños compremos “fuera un día de solidaridad nacional compartir. Escucho frases como: “Ayer cobré mi quincena; ahora tendré para comprar mi regalito navideño”. ¡Que bochorno! ¿Acaso los panameños hemos perdido nuestro enlace con aquellos quienes quisieron hacer nación: Quibian, Urraca, Victoriano Lorenzo, Prestán, y aquellos caídos el el 9 de dinero y 20 de diciembre?

    A Tony Stamp le tocó acordarme que en los E.U., después del ataque a las Torres Gemelas en Nueva York, inmediatamente el pueblo norteamericano cerró filas, y al terminar sus llantos, construyeron museos y monumentos honrando a los caídos, y me preguntó: “¿En Panamá existen monumentos?” Y no supe cómo contestar, porque en realidad, no sé. Empero, opino : Aunque Los monumentos son símbolos recordatorios de una agresión, también, necesitamos, como pueblos, unirnos y así prevenir que No s Nueva a suceder.

    Deseo concluir mi participación con esta amonestación que el compañero Francisco Moreno postuló recientemente; allí nos acordó las palabras de Thomas Jefferson: “Cuando el pueblo teme al gobierno, es porque hay tiranía. Cuando el gobierno teme al pueblo, es porque hay democracia.” Menciono esta amonestación o advertencia de Jefferson, porque opino que nuestro pueblo se ha acuclillado ante los intereses de la oligarquía tradicional panameña y ante sus aliados del gobierno de Norte América; porque pienso que empezamos a comprender que nuestra lucha es una lucha interna; porque lo que ocurre en Panamá no ocurre aisladamente de lo que ocurre en el resto del planeta. Dicho esto, recalco mi posición histórica que la visión del insigne libertador Simón Bolívar, hoy como ayer, tiene validez. Debemos entender que la lucha en Venezuela, en Bolivia en Cuba, en Panamá, en Europa, en el Medio Oriente, es parte de la lucha entre un capitalismo predatorio y aquellos que piensan que debemos querer al prójimo; que debemos compartir lo poco que tenemos. Si tienen dificultad con esa premisa, sugiero que se pregunten:

    ¿Cuántos camellos tenía Jesús cuando lo crucificaron?

    Kendall Mc Macre,

    Concluyo con esta anécdota y poesía que declamará mi amigo, compatriota y colega, el poeta, artista, profesor Kendall Mc kella. Esta poesía escrita por mí surge durante mi estadía en Brooklyn, a pocos meses desuper de la invasión a Panamá, y en aquellos momentos en que las tropas americanas planeaban atacar a Irak.

    Gracias por su atención, y espero no haberles ofendido ni aburrido.

    Ahora le presento a mi amigo Kendall Mc Macre con mi poema Voces de Muerte… Lágrimas de Ayer y Hoy

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