Urgen cambios y toma de conciencia

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El pueblo chileno en las calles, recuperando la memoria histórica. (Foto: EFE/ Karin Pozo).

Por Jairo H. Pertuz A.
Periodista y analista internacional

Unidad Popular no fue sólo el nombre de un movimiento político ni un eslogan publicitario. Eso lo ratifican hechos, luchas, conciencia cívica, política y económica qué recorren montes, valles y ciudades alrededor del mundo, reclamando libertad, justicia y equidad, como normas y principios emanados del Gran Arquitecto del Universo.

Chile y los pueblos oprimidos y saqueados del mundo tienen esos derechos y vienen, como dice la palabra, derramando la sangre de muchos, por lograr el fin de los imperios y que reine la paz. La historia, fiel testigo de los tiempos, sea en documentos desclasificados o no, cuál es la verdad. Esa verdad conmina a los pueblos a seguir luchando contra tanta perversidad y engaños. Los referentes son muchos, pero pese a tantas estrategias de dominación, los pueblos no se doblegaran.

Ese no fue, no es ni será el fin del Creador para con los seres humanos. Mientras más persistan en el exterminio por guerras, invasiones, sanciones, virus y otras modalidades de mentes enfermas de dominio, más fuertes se harán las convicciones, la resistencia y las capacidades de los seres con humanidad y fe en la lucha por conquistar los fines para los que fuimos creados. Mientras el médico Salvador Allende en Chile hizo justicia al nacionalizar el cobre de su país y su pueblo, hoy en Panamá se pretende justificar hacer todo lo contrario, entregando además otras riquezas minerales y acuíferas que ponen en riesgo el Canal interoceánico, el sector agropecuario y se condena a la población del país y su biodiversidad a un deterioro irreversible de consecuencias impredecibles, comprometiendo, a la vez, la economía y soberanía del país.

¿Falta de visión?, ¿Hay intereses ocultos en ese modelo? ¡Vaya a saber…! Aún se está a tiempo de recapacitar, falta ver la capacidad, voluntad e interés en servirle a este noble pueblo, como lo mandan las leyes divinas que, a diferencia de las humanas, no se venden, y no conllevan errores ni intereses ocultos. Mientras, una crisis con arrastre en sectores básicos, como salud, educación, trabajo y una inmigración desordenada, criminalmente provocada, sacuden los cimientos de este país.

Es un reto duro, difícil y de larga data, que impone un alto al desorden, al despilfarro, las injusticias y la corrupción. Se impone también un cambio de actitud qué comienza por escoger gente nueva para todos los cargos públicos. Los que ya han estado en el poder no cumplieron lo que prometieron y sólo se han llenado los bolsillos con el sudor y los sacrificios de la gran mayoría de la población.

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