Una carta sin sorpresas

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Ricardo Martinelli, acosado por su pasado.

Por Julio Bermúdez Valdés

Periodista

JULIO BERMUDEZ VALDES, Periodista

Una carta sin sorpresas, pero… ¿con qué intención? Dada a conocer este viernes por redes sociales y medios de comunicación social, la misiva del expresidente Ricardo Martinelli pareciera tener varias direcciones, aunque con un solo objetivo, no por la denuncia-queja que contiene, sino por el momento en el que aparece.

¿Desde cuándo descubrió el mandatario que no todo el tiempo Washington valora como se espera la ayuda de sus aliados? Que tal o cual movimiento siempre debe tener coherencia con la coyuntura norteamericana. Se percibe en la nota del exmandatario una advertencia al pueblo de Estados Unidos respecto a la ambivalencia en la conducta de sus dirigentes. -Se van a quedar sin amigos, pareciera ser el mensaje.

Han pasado más de tres años desde que el fundador del Partido Cambio Democrático optó por viajar a Estados Unidos como forma de evadir el acoso a que fue sometido desde 2014 por el gobierno de Juan Carlos Varela. Su nota de este viernes no puede ser más reveladora. No hubo tregua, ni para él, ni para su familia, ni para sus ministros, aunque de los 23 procesos que se le abrieron solo quedan cuatro, sin sentencias ni hallazgos definitivos.

El Presiente Ricardo Martinelli con su Vicepresiente Juan Carlos Varela

A diferencia de sus ministros y directores, él era el premio mayor de la administración Varela. Nadie duda de que, amén de los señalamientos jurídicos, había en esa acción una alta dosis de venganza, tras la ruptura de los otrora aliados en 2011.

Pero sería un poco injusto atribuirle el desquite solo al inquilino de Palacio, aunque sin duda ha sido el rostro insignia de una factura que compartían igualmente grupos económicos importantes, muchas empresas de Zona Libre; bancos y sociedades anónimas, supuestamente comprometidas en el lavado de dinero, evasores de impuestos, o competidores afectados etc.

Lo irónico es que muy poco de eso cambió una vez llegó al poder Juan Carlos Varela, porque mientras que El Loco incurrió en una estrategia que ahora considera equivocada, su sucesor optó por la amistad desmedida con el mismo Tío Sam, dejando a la deriva a muchas empresas y empresarios locales que debieron cerrar sus negocios, se perdieron fortunas y plazas de trabajo, como si las relaciones entre Estados fuera cosa de un apretón de manos.

Claro, nadie ha probado que aquello de darse dos veces con la misma piedra, se aprenda por consejos.

Lo que si llama la atención es la hoja de parra con la cual algunos críticos han puesto cara de asombro respecto a la cooperación de Martinelli con Estados Unidos en la lucha contra el crimen organizado. Que alce la mano el que no lo ha hecho en el Panamá democrático, o antes. Ni el estrecho de Ormuz, ni el Bósforo de Turquía, ni Gibraltar en el Mediterráneo o los Dardanelos, y mucho menos Panamá, están al margen de las políticas de las potencias hegemónicas de sus respectivas áreas, así que mucho me temo que el asombro puesto en escena tiene mucho de ficción.

Dicho esto, la pregunta que asalta es ¿por qué ahora? ¿Por qué a menos de un año de las elecciones generales?; ¿Por qué justo en el declive de la administración Varela? No abrigo la menor duda sobre el calculado retorno del fundador del Metro de Panamá al rejuego político local.

Ricardo Martinelli, acusado de múltiples delitos en Panamá. Jamás imagino que sería esposado de pies y manos, como un reo común.

Martinelli sabe que, a diferencia de enero de 2015, cuando giró su rumbo hacia las tierras del imperio del Potomac, muchas cosas han cambiado, que hay en Panamá hace ya cierto tiempo una insatisfacción creciente en temas como la corrupción, donde las encuestas revelan que el ciudadano de a pie ha volado de la sospecha a la certeza, que en materia de seguridad pública nada excusa la incapacidad oficial, que subió el desempleo y que el circulante fue encerrado en bóvedas. Ese parece ser el diagnóstico que permitió la elección del momento, que no deja de ser cierto, pero no definitivo.

A Varela le quedan mas de once meses de batalla con el sartén por el mango y no hay dudas de que siempre está dispuesto a usarlo, el problema es hacia donde dirigirá los golpes, porque a principios de este año, mientras la lógica política indicaba que en 2018 se debía reducir tensiones y buscar alianzas y consensos, el ciudadano presidente pareció confundir la escena política con un cañaveral y desató machetazos a ciegas.

Todavía por estos días busca en la Asamblea Nacional sumisión en lugar de acuerdos.

Luego entonces la Carta de Martinelli aparece en instantes en que San Felipe parece quedarse sin aliados en los dos principales órganos del Estado, sin simpatía en las bases populares y cuando cosas como esas pasan, hasta los mas afectos amigos se van de viaje. Su perspectiva es la de una debilidad en ascenso.

La Carta de Martinelli y su próximo retorno al país incorpora de manera inevitable componentes a un escenario donde lo que ahora algunos llaman bases martinelistas recuperan espacios respecto a las fuerzas de gobierno, pero en especial respecto al Partido Revolucionario Democrático que en los últimos meses había pasado a encabezar la oposición y a considerar el audaz paso de una posible alianza con el Cambio Democrático que encabezan los diputados.

La mesa está servida. No se admiten errores porque como dijera en un momento de la historia el desaparecido general Torrijos: “…el que parpadea…”

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