José Dídimo Escobar Samaniego
Abogado, analista político
Recién en la mañana de hoy, William Barr, el fiscal general de Estados Unidos de Norteamérica, presentó cargos formales de narcoterrorismo, tráfico de armas y corrupción contra el presidente de Venezuela, basado según dijo en un informe de la Drug Enforcement Administration, (DEA) elaborado supuestamente durante más de diez años.
El problema de esa agencia antinarcóticos es su credibilidad, ya que ha sido usada infinidad de ocasiones como instrumento para levantar cargos contra figuras políticas en Latinoamérica que no son de su agrado o tienen una línea que no encaja con los propósitos de control geopolítico en la región, por parte de Norteamérica.
Llama la atención que la instrucción de los supuestos cargos, se hace arteramente, justo en el momento en que, tanto en los propios Estados Unidos como en Latinoamérica y en el mundo, las sociedades se debaten en acciones desesperadas para poder resistir a la embestida del virus COVID 19, pandemia que no se descarta haya sido fabricada en los laboratorios de guerra biológica, y que lleva en todo el mundo, más de 500 mil infectados y cerca de 23 mil muertos, y entre los cuales de desarrolla una cuarentena de casi toda la población de América Latina para evitar su avance y descontrol.
En Panamá, hace más de treinta y tres años, la DEA también aseguró que Manuel Antonio Noriega Moreno, era el más grande narcotraficante del mundo, para luego invadir a Panamá el 20 de diciembre de 1989 y destruir al Estado y someterlo desde entonces a sus caprichos en materia de política interna e internacional.
En 1990, René de la Coba, el Agente de la DEA que arrestó cuando se entregó Noriega, se dedicaba al tráfico de drogas y al lavado de dinero, es decir a los delitos que supuestamente el y la DEA combatían, y el 25 de marzo de 1994, fue condenado por un tener en sus cuentas secretas más de 760 mil dólares y se presume, según el fiscal del caso, Mary Butler, que pudieran haber sido más de tres millones el monto de lo obtenido por el agente distinguido de la DEA. Años después de esa invasión, el tráfico de Drogas y el lavado de dinero proveniente de esas actividades, se multiplicó por diez veces en Panamá.
A muchos panameños, tanto la DEA como la Secretaría del Tesoro de Estados Unidos se ha encargado de amenazar y someter, con acusaciones que después no puede probar. Tal es el caso de los Hermanos Waked, a quienes una acusación de la DEA y una operación de la Secretaría del Tesoro de EE.UU. sirvió como cobertura para arrebatarles un cuantioso patrimonio que luego fue a parar a manos de su competencia y que tenían el respaldo político del régimen de Varela.
En esa operación quebraron un banco, liquidaron a al más viejo periódico de Panamá, se apropiaron del centro Comercial más lujoso de Latinoamérica, el Almacén Félix B. Maduro fue rematado por una bicoca y quedaron cesantes, solo en Colón más de tres mil quinientas plazas de empleos que, no se han podido recuperar hasta ahora.
Pareciera que se trata de otra jugada de esa clase para poder desmantelar a Venezuela y accesar, con el régimen que pretenden poner allí a la fuerza, a los vastos yacimientos petróleo que posee Venezuela.
Está muy claro ahora que el Golpe de Estado que hace pocos meses fraguaron en Bolivia contra el Gobierno de Evo Morales, mismo que transformó y sacó de la pobreza a millones de bolivianos, fue planeado por los Organismos de Seguridad e inteligencia de los EE.UU. y tenían también el propósito de ejercer un dominio y control sobre el Gas boliviano, el litio y las tierras raras que también hay en Venezuela. Se demostró que no hubo ningún Fraude, como lo aseguró el protegido de Mike Pompeo, actual reelecto secretario general de la OEA, Luis Leonardo Almagro Lemes.
Cualquier salida a la crisis en Venezuela, como en cualquier parte del mundo debe respetar la soberanía de esos países, la autodeterminación de sus pueblos y los Estados Unidos no puede seguir ejerciendo el papel de gendarme mundial y de Tribunal de Justicia que puede entrometerse en cada país, irrespetando el orden jurídico que es la base de la convivencia pacífica entre las naciones.
Ojalá la sensatez en Latinoamérica y en los Estados Unidos, vuelva a su riel, y no intenten como lo están tratando de inducir en medio de la actual crisis virulenta, un acto de barbarie de pretender invadir a Venezuela, exponiéndola al azote criminal, tal como ocurrió en Panamá, en 1989, en medio de una navidad.
¡Así de sencilla es la cosa!