Un Canal de Panamá sin amos. Editorial del martes 9 de abril

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La juventud panameña está obligada a emprender una nueva lucha soberana para garantizar el uso más colectivo posible de los bienes canaleros arrebatados por una clase gobernante usurpadora que se beneficia del usufructo del principal bien de la nación: ña vía interoceánica y áreas revertidas que debieron ser desarrolladas y explotadas a favor de las mayorías en este país.

El general Omar Torrijos había anticipado que, tras la firma de los Tratados del Canal de Panamá, en 1977, debían ser recuperada la administración de bienes canaleros en ejercicio de la soberanía panameña, pero de ningún modo bajo el esquema sustituto de los “amos blancos” (zonians) por “amos chocolates” (criollos), es decir, de exclusión, segregación, saqueo de recursos naturales y dolo.

Lo que ha ocurrido a lo largo del tiempo, es que las elites que representan al capital financiero tomaron bajo su tutela extensas zonas pertenecientes a la nación panameña. Ha sido un saqueo sistemático del patrimonio nacional, que abarca tierras, aguas, complejos y concesiones en áreas con gran vocación portuaria, e involucra a firmas multinacionales expoliadoras que operan en Panamá.

El primer paso para desbancar la representación popular en la Autoridad del Canal de Panamá (ACP) ha sido la eliminación de la voz obrera en la Junta Directiva. En su lugar, fueron designados personajes anodinos, serviles y sin escrúpulos, con la instrucción de promover los futuros negocios de la clase gobernante, en un evidente desprecio al sacrificio de los mártires de varias generaciones.

La decisión premeditada y unilateral del presidente Juan Carlos Varela de designar a su correligionario y amigo Jorge González en uno de los cargos vacantes de la Junta Directiva de la ACP, responde a ese objetivo malsano de sustituir a los antiguos “amos blancos” de la elite “zonian” por “amos chocolates” que ven en el recurso canalero una fuente para saciar su codicia y aumentar su poder político.

Acontecimientos relacionados con la manipulación de asuntos del Canal de Panamá confirman la urgencia de una respuesta enérgica del movimiento social frente a los desplantes de un gobierno que no tiene empacho en subordinarse a intereses extranjeros que ponen en riesgo la neutralidad de la vía acuática, al adherirse a alianzas bélicas que socavan los principios de paz y seguridad.

La política exterior panameña, y del Canal, encubre el diseño de una clase económica depredadora que detenta el poder y prepara el asalto al Estado. En contravía, un ágil despliegue popular debe ser ejecutado para desmontar toda la estructura de despojo que fue creada, así como las formas inaceptables de colonialismo que conspiran contra la paz, la seguridad y la autodeterminación.

1 COMENTARIO

  1. Saludos de paz y bendiciones desde México. Ojalá que los jóvenes y quienes hoy se preparan para dirigir en un futuro las políticas públicas de esa gran nación que es Panamá, tengan la valentía, la dignidad y el decoro de defender las ganancias canaleras para el bien de toda la población panameña. Es tiempo ya de decir: ¡No más Neoliberalismo!. Que cese el saqueo y la rapiña. Porque Panamá, como todas y cada una de las naciones que integran Nuestra América, la Patria Grande, merecen ser escenarios donde se construyan Paz y Justicia Social. Atentamente, Fernando Acosta Riveros, colombiano-mexicano, simpatizante de las luchas del pueblo de Panamá.

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