Por Abel D. Comrie Ortega
Abogado
Con estupor he leído la manifestación del Gobierno nacional, en apoyo al Gobierno de Ucrania y rechazando la invasión rusa a dicho país. Se trató de un discurso en donde, pretendiendo arroparse en la Carta de las Naciones Unidas, nos hemos adherido a la posición interesada de uno de los beligerantes. Sin entrar en argumentos a favor o en contra de las partes involucradas en dicho conflicto, es menester recordar la delicada posición en que se encuentra nuestro país, por razón y en ocasión del Canal de Panamá y la normativa jurídica nefasta que hoy nos amarra al guerrerismo de EUA.
Diversas organizaciones sociales y populares se han pronunciado al respecto señalando que: “Panamá, incluido su Canal, en virtud de su posición privilegiada en el comercio mundial, constituyen la ruta de abastecimiento más importante y vital de EUA, así como parte de su estructura estratégica. De allí que podríamos ser destruidos en una guerra nuclear, o ser objeto de ataques terroristas y de cualesquiera otra naturaleza, más allá de lo que pensemos como pueblo ante determinado conflicto”.
“Al estar sometidos a un peligroso y nulo Tratado de Neutralidad y sus enmiendas pactado a perpetuidad, que pone la protección y defensa del Canal bajo la exclusiva responsabilidad de EUA, nos convertimos en un objetivo de represalia para potenciales enemigos de Washington, no importa la causa”.
“Recordemos que el Tratado de Neutralidad y sus enmiendas, permiten el paso expedito y por ende discriminatorio a los barcos de guerra estadounidenses, “independientemente de su armamento”, es decir, se incluyen las armas nucleares, lo cual plantea una clara incompatibilidad con el Tratado de Tlatelolco de 1967, firmado por nuestro país en 1971 y ratificado en abril de 2019, el cual nos obliga a prohibir las armas nucleares y, por ende, su paso por la vía interoceánica”.
“El Tratado de Neutralidad y sus enmiendas autorizan a EUA a intervenir militarmente en Panamá “sin el consentimiento” del soberano (Enmienda DeConcini)”. Ya lo vivimos en 1989 y volverá a repetirse cada vez que nuestro país, sin importar las razones o motivos, quiera buscar nuevos derroteros o actuar con criterios independientes a nivel geopolítico o en su vida nacional”.
El mundo, tal como lo conocemos, cambiará radicalmente en los próximos 10 años. EUA se resiste a aceptar que se enfrenta a su fin como imperio global. La multipolaridad del planeta es la tónica hoy. Es lamentable ver cómo Panamá está perdiendo tiempo valioso, manteniéndose alineada con un imperio en decadencia y que nos arrastrará a la ruina. Debemos emprender nuestro propio modelo de desarrollo, tomando en cuenta las oportunidades que se nos ofrecen precisamente con esta multipolaridad. Es en este contexto que debieran insertarse nuestros gobernantes, para iniciar la nueva lucha generacional por derogar este Tratado de Neutralidad y construir un nuevo estatuto jurídico internacional, que en verdad nos aísle de las disputas geopolíticas de dominación imperial.
Otro ejemplo. El dólar cumple algo más de 50 años de ser la divisa universal de intercambio. Todas las grandes escuelas de economía del mundo anticipan su final y cuyo colapso comenzó hace unos veinte años. No olvidemos que todo lo anterior se ha exacerbado con la aparición de las criptomonedas y, en particular, del Bitcoin. Sin embargo, Panamá se aferra a los acuerdos monetarios de 1904 y no está haciendo nada por crear su propia estructura económica convertible.
Las grandes potencias han empezado a amasar y comprar la mayor cantidad de oro y plata, anticipándose a un nuevo Bretton Woods. Panama´, estúpidamente se mantiene siempre apegada a lo que le ordene un país que ya no manda en el mundo.
Se trata simplemente de nuestra sobrevivencia.