Por Antonio Saldaña
Abogado y analista político
En efecto, con el estribillo de la plena del Gran Combo de Puerto Rico, el señor Laurentino Cortizo Cohen, presidente de la República, en su “Informe a la Nación”, del 2 de enero de 2023, como en los años anteriores y como ya nos tiene acostumbrados, ofreció en esta ocasión el mismo “rosario” de millonarias obras, sobre preciadas —según expertos en la materia— y otorgadas a contratistas del entorno aúlico o a donantes de campaña política; adornado el discurso con un enjambre de excusas por la pandemia y, sobre todo, con ausencia absoluta de los males que aquejan a la sociedad panameña. Es decir, en este 2023, el discurso de Cortizo no fue la excepción, “como todos los años, vino con la misma cosa”.
De manera que resulta inconcebible que en el resumen de la gestión gubernamental de los últimos seis meses del año 2022, el mandatario no haya tenido el coraje de “tomar el toro por los cuernos” y decirnos cómo va resolver los más angustiosos problemas del panameño de a pie. Verbigracia, 10% de desempleo abierto y 50% de subempleo; la inseguridad ciudadana, en la que cada 24 horas asesinan a una persona en las calles de Panamá, cada 12 horas hay un robo, cada hora un hurto, cada media hora se produce una conducta de violencia intrafamiliar, sobre todo, contra la mujer, niños y ancianos; sin mencionar las andanzas del narcotráfico, el tráfico de seres humanos y otros delitos de bagatela, que son el “pan diario” de panameños y panameñas en todo el País.
Tampoco tuvo el honor de mencionar las pésimas condiciones en las que se encuentra la infraestructura vial, como tampoco fue capaz de anunciar el despido del incapaz, incompetente e indolente ministro de Obras Públicas, Rafael “puro huecos” Sabonge. Como también es ampliamente conocido el hecho de que más del 50% de la población panameña no recibe agua potable 24/7 en sus hogares y el 25% ni un solo día del año. Pero, ese no es problema del Presidente de la República, ni de sus ministros y “manzanillos”.
Si las omisiones de problemas acuciantes fueron escandalosas, las evasiones o desvíos de atención de situaciones —por motivos expresamente electoreros— resultan realmente irresponsables, por decir lo menos. Por ejemplo, la situación financiera del Programa de Invalidez Vejez y Muerte (IVM) de la Caja del Seguro Social (CSS), un tema de Estado que debe encarar el gobierno, simple y llanamente lo difiere, al interminable coloquio de la “Mesa del Diálogo por la CSS”, que ni siquiera se ha instalado por ausencia de un facilitador y del propio gobierno. Asimismo, ha estado presente el cinismo en el discurso presidencial.
En materia de pobreza y extrema pobreza, se recurre al sofisma del “apoyo económico” que significa que una persona que percibe dos (2) dólares diarios ya no es pobre, y aquella que le ingresa un balboa al día, no es “pobre de solemnidad”. Por otro lado, señaló que al gobierno de la plutocracia corrupta y de clientela política anterior y a la diarquía, les tomo siete (7) años para rebajar tres puntos porcentuales la pobreza y la extrema pobreza en el País. ¿Por qué, en lugar, de este engañoso indicador, no nos habló Nito, de la pobreza multidimensional o sobre el resultado de la iniquidad que refleja la aplicación en Panamá, del coeficiente de GINI?
Sobre la transparencia, el gobierno más opaco de los últimos 33 años de la plutocracia corrupta y clientelar, nos relató sobre las compras gubernamentales por un monto de hasta 10.000 “pinches” dólares, pero en ningún momento se refirió a los contratos millonarios y multimillonarios otorgados a sus “amigos” y donantes de campaña electoral y, menos, “nos echó el cuento” respecto a la renovación del contrato de “Panamá Ports” y, del “redactado” contrato de la República de Panamá con la empresa transnacional del cobre, propiedad de tres Estados extranjeros (mecanismo inconstitucional), FQM y su filial en nuestro territorio, Minera Panamá Company.
Finalmente, la máxima expresión de la manipulación de la información de parte del señor Presidente y sus asesores, ha sido la interpretación antojadiza de los indicadores socio-económicos de desempleo, pobreza y crecimiento económico expresadas en el discurso presidencial, conducta política que raya en el cinismo y contrasta con la realidad y percepción de la situación personal y nacional de la mayoría de panameñas y panameños. Por ejemplo, el mandatario manifestó que “en septiembre de 2020 el desempleo era de 18,5%, mientras que en el mes de agosto de 2022 había disminuido a 9,9%…” Pero, se cuidó en señalar que 50% de la fuerza laboral panameña es informal, es decir no cotiza en la Caja del Seguro Social (CSS), ni paga ningún tipo impositivo. Además, la mayoría de ese porcentaje de personas percibe ingresos precarios.
También dijo Cortizo, que según la CEPAL, Panamá cierra el 2022 con un crecimiento del PIB del 8,4%, “mientras el Fondo Monetario Internacional y el Ministerio de Economía y Finanzas estiman que ese crecimiento no será menor del 9%, entre los más altos de la región” (¡Saltó la liebre!). Apreciación macroeconómica absolutamente inexacta. Señor Presidente Cortizo Cohen: en América Latina, sólo cuatro países del Caribe y Paraguay, tendrán un crecimiento mayor en el 2023, que el experimentado en el 2022 (Según indicadores de la CEPAL).
Por otro lado, el crecimiento del PIB de Panamá, el año pasado, colocó a esta República en el séptimo lugar, con un incremento del producto por debajo de cinco países del Caribe y de la vilipendiada economía de la República Bolivariana de Venezuela, que creció 12% del PIB del 2022. En cuanto a las proyecciones de crecimiento económico para e{ 2023, Panamá es colocada por la Comisión Económica Para América Latina y el Caribe, en un octavo (8) puesto, por debajo de 6 países del Caribe y de la “desastrosa economía de Venezuela”, según la opinión de uno de sus asesores estrella y también analista de televisión.
Todo lo anterior, Señor Presidente, a pesar de haber contraído, su gobierno, el gobierno de la diarquía corrupta y clientelar acumula una escandalosa deuda de 10.000 millones de dólares que colocan la calificación país al borde del abismo financiero, con una relación deuda/PIB de un impagable 70%. En términos prosaicos, 7 de cada 10 dólares del ingreso nacional son adeudados a los agiotistas internacionales.
¡Así de sencilla es la cosa!