Toda solución real obliga a reconocer y aceptar las causas

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La explotación mineral. (Foto: Getty Images).

Por Rafael García Denvers
Coordinador de Vanguardia Torrijista (VT)

Uno de los métodos preferidos por los justificadores del sistema económico imperante, es encontrar ”soluciones” que no afecten los orígenes reales de los hechos analizados y, por tanto, luego de una enjundiosa sustentación, aterrizar en soluciones que no afecten sus intereses, con la ilusión de promover acciones justas, reales e inevitables.

Mediante la continua aplicación de una supuesta “metodología científica”, se ha sustentado una realidad a la medida de los capitales financieros internacionales y sus peones locales, con la conocida muletilla del “respeto al libre mercado” y la “defensa de la democracia”, necesarios para garantizar el equilibrio democrático de una sociedad desigual en oportunidades y derechos. Debido a ello, se promueve el individualismo y la apropiación ilimitada de recursos como algo superior al interés colectivo, a la necesidad comunitaria y a la acumulación social.

Nada extraño se percibe cuando se analizan realidades complejas, como los movimientos migratorios (en este caso, se ocultan o relegan a un plano inferior las causas originales), las realidades del ineficiente sistema de salud (se omiten los intereses privados y de las casas farmacéuticas), el fracaso educativo (se olvidan las condiciones sociales de alimentación, realidades domésticas y el interés de garantizar mano de obra barata, entre otros), las debilidades agropecuarias (se sustraen las decisiones y manejos políticos que sustentan una sociedad rentista).

Asimismo, cuando se necesita proyectar planes de desarrollo hacia el futuro, sólo se recurre a las variables convenientes, cortoplacistas, sin ver, sin evaluar los efectos hacia adelante, sin proyectar y sin defender el interés social, el interés del colectivo, caso patético de la minería a cielo abierto.

He aquí el sustento del actual escenario panameño. Por ello, es inevitable, en el camino por construir, un futuro próspero. Pero, hay que pasar a discutir y acordar qué tipo de sociedad queremos para los panameños, no el interés de los poderes fácticos y los grandes capitales financieros nacionales e internacionales.

Hemos de definir qué sociedad se merece el ciudadano de a pie, el hombre, la mujer, el adolescente, el niño, la niña, el ser humano que transita por las veredas y campos. Hemos de acordar el horizonte hacia el cual caminar, las metas a alcanzar a corto, mediano y largo plazo, y delinear la casa común que habitaremos.

”No se puede cambiar un sistema desde el Gobierno, sino desde el poder”.
Gabriel García Márquez
Premio Nobel de Literatura 1982

Y añado, a título personal: el poder sólo lo debe ejercer el pueblo organizado.

Para ello, la vía electoral, por si sola, es una distracción. Se requieren muchísimos cambios y depuraciones para que esa ruta llegue a ser útil a largo plazo. Se requiere organización social y fortaleza de metas colectivas con informes sobre la ejecución debidamente supervisada por un rico entramado social.

Obligatoriamente, el movimiento social debe darle continuidad permanente a las luchas, ganadas o perdidas, principalmente a las ganadas. No se puede aflojar la cuerda patriótica, el seguimiento y la defensa de los derechos ganados, para evitar que sean arrebatados en un descuido.

La lucha por la Salud transita por la defensa de lo alcanzado en la seguridad social, la lucha por la enseñanza (por la defensa de la Educación Publica gratuita y obligatoria), la lucha por la defensa del Medio Ambiente (por la efectiva protección de las áreas protegidas y el Recurso Hídrico), la lucha por la seguridad en las calles (por la defensa de los Derechos Humanos y el respeto a la vida). En fin, todos están obligados a la defensa de conquistas alcanzadas mientras se consolida el camino para garantizar el mundo que merecemos.

Por ello, la lucha contra el contrato minero no culmina con una decisión parlamentaria, si ese polémico texto es rechazado en la Asamblea Nacional de Diputados. Con el rechazo, se iniciaría un nuevo episodio en la batalla social, en la que es necesario definir si se debe permitir que haya un país minero dentro de un entorno hídrico o entrar en una en la explotación mineral, antes de continuar comprometiendo a las generaciones de panameños a vivir en una realidad tóxica.

Piense y decida cuál es su participación y aporte concreto, pero recuerde que este es el único barco disponible y, si hace aguas y naufraga, todos a bordo nos mojamos.

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