Taboga, el paraíso panameño amenazado

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Entrada a la isla de Taboga, vista desde una lancha. (Foto Bayano).

Desde la turística y florida isla de Taboga pueden ser divisados los cetáceos que saltan sobre el agua, pero también buques en espera para cruzar el Canal de Panamá. Los derivados de hidrocarburos derramados por algunas naves son un elemento extraño al medio natural.

Por David Carrasco

La población de la pintoresca isla de Taboga, un paraíso tropical de 12,1 kilómetros cuadrados, localizado en aguas del Pacífico, a 20 kilómetros de la ciudad de Panamá, se enfrentan cada año a la contaminación de sus aguas con hidrocarburos, principalmente combustibles livianos vertidos por buques en tránsito por el Canal interoceánico y lanchas, lo que aleja a los turistas de ese territorio insular denominado la Isla de la Flores, por su riqueza botánica.

Islote El Morro, en Taboga.

En junio, el Departamento de Prevención y Control de la Contaminación, de la Dirección General de Puertos e Industrias Marítimas Auxiliares de la Autoridad Marítima de Panamá (AMP), confirmó un “suceso de contaminación” en un área contigua a la isla. Otros casos documentados han perjudicado a la población insular y a los operadores turísticos en el Golfo de Panamá, donde se realiza el avistamiento de cetáceos.

Las labores de limpieza fueron realizadas por la AMP, conjuntamente con la empresa Ocean Pollution Control, para evitar la extensión de la mancha de combustible. En 2014, turistas que se bañaban en la playa Restinga salieron del agua a causa de un hecho similar. La funcionaria ambiental Victoria Tejada reconoció entonces que barcos en tránsito por el Canal de Panamá lavan sus motores y vierten aceites en el área, lo que eleva el riesgo de contaminación en perjuicio del ecosistema.

Autoridades locales y moradores exigen controles ambientales más efectivos y freno al abuso de tripulantes de barcos y yates, ya que sus descargas al mar afectan a la rica fauna y flora marina. En Taboga, el islote El Morro, y en toda la isla Urabá son sitios de anidación y actividad de pelícanos pardos (Pelecanus occidentalis). Asimismo, pueden ser encontradas mariposas morfo, iguanas verdes, ranitas dendrobates y aves como fragatas, garzas y cormoranes.

Taboga es un paraíso tropical, pero enfrenta desabastecimiento de agua para el consumo humano y problemas en la disposición final de la basura, así como la falta de un nuevo moderno muelle. Pese a ello, tiene una historia colorida, rica e interesante, en la que confluyen indígenas, españoles, franceses, ingleses y estadounidenses.

Las piñas y cocos de agua refrescante en la isla alcanzaron fama entre nativos y visitantes. Sin embargo, los cocoteros autóctonos fueron sustituidos en el período de ocupación estadounidense, debido a que varios soldados desprevenidos murieron a causa del impacto de pesados frutos sobre sus cabezas. En su lugar, fueron plantadas palmeras más pequeñas importadas de Asia.

Una rica historia 

PIntura dedicada por pintores panameños al pintor francés Paul Gauguin.

La isla posee una larga y apasionante historia colonial. De allí, partieron las expediciones de los conquistadores españoles Francisco Pizarro y Diego de Almagro para la conquista del imperio Inca en el Perú, donde llenaron las bodegas de los galeones con tesoros y reliquias arrebatados a sangre y fuego a los pueblos indígenas.

Taboga fue escenario de encuentros de pescadores, buscadores de oro, perlas y otras riquezas, y escondite de atacantes de barcos de la Corona española. El pirata Henry Morgan, quien había ingresado a Panamá desde la costa del Caribe, saqueó a la ciudad de Panamá y envió tropas a la isla con orden de “saquear y quemar todo” en 1671. Otros piratas también utilizaron la isla para avituallarse.

Monolito en homenaje a Gauguin.

En 1857, el Gobierno estadounidense exigió la entrega de la isla como indemnización por los supuestos perjuicios causados por el Incidente de la Tajada de Sandía (15 de abril de 1856), en el que un ciudadano estadounidense borracho se negó a pagar por una tajada de sandía consumida y generó un levantamiento de los pobladores de la ciudad de Panamá. El incidente terminó con 16 muertos y 15 heridos estadounidenses y 13 heridos y 2 muertos entre los locales.

En 1887, llegó a la ínsula el pintor francés posimpresionista Paul Gauguin. Su visita coincidió con la construcción del Canal francés, donde laboró. Trabajadores de la cultura de Panamá recordaron la presencia de Gauguin con un mural y un monolito. La isla fue la cuna del eximio escritor panameño Rogelio Sinán, cuya casa pasó a manos particulares tras su fallecimiento en 1994. Su novela “La isla mágica” fue tejida en ese microcosmos del Pacífico panameño, donde predomina el mestizaje de los pueblos.

Pared de la casa de Francisco Pizarro en Taboga.

Otro de los atractivos, es el islote El Morro, que además de su exuberante vegetación tropical alberga tumbas de franceses que murieron durante la construcción del Canal de Panamá. El trecho que conduce a esas sepulturas está deteriorado y demanda un exhaustivo trabajo de recuperación por parte de las autoridades de Patrimonio Histórico, con el objetivo de preservar la memoria colectiva y la identidad de los panameños. Detrás, Taboga presenta una extraña formación rocosa que es digna de ser admirada a través de un paciente recorrido en bote o en lancha. Incluso allí, hay evidencia de contaminación marina por combustibles.

Fachada de la casa de los padres de Santa Rosa de Lima en Taboga.

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