Por Cecilio E. Simon E.
Redacción de Bayano digital
Coordinador General de la VT
El “striptease” es un baile sensual, etimológicamente compuesto por las palabras desnudar (strip) y engañar (tease). Su uso en Panamá pasó de los afamados cabarets como el Happyland, donde el expresidente argentino Juan Domingo Perón conoció a su segunda esposa, a la política en la que los candidatos y gobernantes se desnudan en público.
Para los espectadores del «striptease» político, no fue nada sensual ver al profesor Alfredo Belda desnudase, para mostrar su transparencia, ante las cámaras frente al Tribunal Electoral.
“No esconderé nada”, decía el artista. Es un escándalo (…) está loco, gritaban los beatos, mientras exigían una sanción ejemplar. Otras y otros se tapaban los ojos para no ver la flacidez del impúdico candidato a diputado de libre postulación.
En una tertulia familiar, uno de mis nietos de seis años, con su vivaz candidez decía: abuelito no le vi el hígado ni los riñones, él no es transparente. En definitiva, Belda se desnudó pero no engañó, por tanto lo suyo no fue un sensual “striptease”.
En sentido contrario, cada seis meses nos sentamos ante el televisor, para ver al presidente de la República Juan Carlos Varela desnudarse y mentir, en el “striptease” llamado Informe a la Nación.
El cadencioso baile presidencial se da al compás kilómetros de carreteras que dice construyó, cientos de viviendas supuestamente adjudicadas, miles de panameños que él dice salieron de la pobreza.
Varela muestra su candor en el «New Hppyland», en el que se convirtió la Asamblea Nacional. Se desnuda y seduce a los diputados, con vibrantes movimientos de cadera al ritmo de tres palabras claves: transparencia, honestidad y corrupción. Al finalizar el acto siempre obsequia una muestra de «Chanel 080» a quienes más aplauden. «Mesa, mesa, mesa que más aplauda le traigo… le traigo… le traigo a la niña…»
Con la castidad aprendida en los manuales de la prelatura del Opus Dei, el mandatario no muestra su parte en el escándalo Odebrecht al que se le vincula. No importa los gritos de la concurrida barra del «New Happyland», para asegurar buenas propinas, él solamente hace presentaciones privadas al ritmo del Copacabana, con letras de Fonseca Mora y amenizado por el cantautor brasileño Rodrigo Tacla.
Una búsqueda de las palabras claves, en los ocho informes a la nación del gobernante, muestra que la cantidad de menciones varía, de acuerdo al objetivo del mensaje.
En el 2015 y 2016 se dirigió a la ciudadanía, en tanto que en el 2017 y 2018 los destinatarios fueron los diputados. En el 2017, no incluyó la palabra corrupción en el informe, para no afectar sus relaciones con los nuevos aliados de Cambio Democrático. En el 2018 se dirigió a la alianza CD-PRD conformada para establecer una nueva mayoría de la oposición, e hizo énfasis en la corrupción de sus adversarios y la “honestidad” de su gobierno.
Autoreconocimiento y amenaza están presentes en las siguientes frases del discurso presidencial:
- «He liderado un gobierno humano, decente y honesto; de diálogo y consensos, que administra los recursos del Estado con transparencia, equidad y criterio social».
- “Hoy es evidente que nadie está por encima de la ley. Los funcionarios que me acompañan son conscientes de ello”.
- “He dicho que en la vida hay que ser temerosos de las leyes”.
- «No se han ocultado casos de corrupción y los que han sido denunciados se están investigando»,
- «Funcionarios capaces e independientes encargados de los organismos de control y fiscalización del Estado han sido clave para fortalecer y reparar nuestra democracia”.
Las palabras claves presentes en esas frases tienen como objetivo: exaltar la honestidad y transparencia de su gobierno y colaboradores; extorsionar a la oposición para obtener la adhesión de sus diputados bajo investigación en la Controlaría General de la República.
El discurso extorsivo es una constante de los gobiernos panameñistas de post invasión. La ex presidenta Mireya Moscoso eliminó las partidas circuitales y, para obtener la mayoría en la Asamblea, compró a los legisladores de oposición con fondos del FIS.
La coalición Cambio Democrático – Panameñista que encabezó Ricardo Martinelli organizó un esquema de estorsión similar al de la Sra Moscoso. El Ministerio de Economía y Finanzas (MEF), dirigido por un ministro panameñista durante los 26 meses de cogobierno, diseñó los manuales para el manejo y la encriptación de las cuentas del PAN, empleada para financiar el transfuguismo.
El gobierno de Juan Carlos Varela, heredó esos manuales que sistematizan la estructura de corrupción y en su administración se elaboraron otros para el manejo de las donaciones y de las partidas 080 y 172, diseñadas para obtener el apoyo de los diputados de oposición (gobernabilidad).
Ahora al compás del sensual ritmo de la honestidad de su gobierno, amenaza la corrupción de otros en lo público, y atenúa o anula el grito de transparencia de los actores en lo privado.
El “striptease” del presidente provoca el deseo sensual de ver tras las rejas a empresarios corruptos vinculados al escándalo Blue Apple, a banqueros que blanquearon capitales producto de la corrupción y a los empresarios y copartidarios involucrados en la venta de los humedales de la Bahía de Panamá.
Varela, en su «streptease»miente, engaña, se desnuda y con las tres palabras claves muestra la flacidez de la incompetencia de sus políticas públicas.
Al igual que el profesor Belda el streptice presidencial NO resulta sensual, y mi nieto, estimulado por las risas que provocó su anterior ocurrencia, dirá con picardía: abue no le veo el hígado ni los riñones, Varela no es transparente.