Por David Carrasco
Salvador Camargo permanece en el corazón del pueblo colonense y estará allí por largo tiempo. En agosto de este año, sus familiares recibieron en el hospital la noticia de que el viejo guerrero dejó de respirar a causa del Coronavirus (Covid-19). Aquel luchador social, que en años juveniles venció a poderosos rivales en el cuadrilátero, se ganó el respeto de la población al enarbolar las banderas de la dignidad a favor de los marginados.
Antes de ingresar al hospital, a causa de problemas respiratorios y un malestar físico generalizado, Camargo de despidió vía telefónica del dilecto amigo, vecino y militante social José Menchaca. Lo hizo con valentía, sin aspavientos, como un reto crucial al que se había enfrentado como muchos otros panameños humildes afectados por la pandemia. Una ambulancia los condujo de urgencia al hospital.
Camargo había nacido en la ciudad de Colón el 29 de octubre de 1946. Se graduó como electricista en el Colegio Abel bravo y se destacó como dirigente estudiantil previo al golpe de Estado en 1968. Fue un excelente boxeador aficionado y profesional, y se convirtió en gloria del boxeo nacional por su cualidades, coraje, disciplina y la determinación de vencer y superar diversos obstáculos deportivos.
Sin embargo, la actividad política estudiantil lo alejó del ring. Militó en el Partido del Pueblo y participó en IX Festival Mundial de la Juventud, celebrado en Sofía, Bulgaria. Al respecto, Menchaca recordó que en aquel festival los responsables de la delegación panameña, le ofrecieron realizar una exhibición de boxeo en Sofía, frente a un búlgaro peso pesado. Entonces, Camargo respondió con serenidad y sostuvo que había ido a Bulgaria como político y no cómo retador de púgiles.
En su vida laboral, sobresalió como dirigente del Sindicato de Trabajadores del estatal Instituto de Recursos Hidráulicos y Electrificación (IRHE). Trabajó como liniero en altas torres de tramsisión y asumió importantes misiones en la electrificación nacional. En Colón, se le recuerda como a uno de los fundadores del movimiento político 6 de junio y del Comité de Lucha de la Clase Obrera Colonense (CLUCO).
En 1978, fue aspirante a la suplencia de representante de corregimiento, junto al histórico dirigente social Antonio Yépez De León, quien se convirtió en símbolo en las justas reivindicaciones populares. Asimismo, destacó como profesor de artes industriales en el IPTC y el colegio Elisa de Garrido, en el sector de Buena vista de Colón, donde ganó respeto por su labor a favor de jóvenes humildes.
Su inesperada desaparición física deja una profunda huella entre sus compañeros de lucha de Vanguardia Torrijista (VT), quienes se conmovieron tras su deceso. El ejemplo de dignidad que demostró en momentos cruciales y su firmeza patriótica en defensa de la vida humana son credenciales para guardarlas en la memoria colectiva de los luchadores por la soberanía plena de Panamá sobre su territorio.
Para decirlo en forma más sencilla: Camargo predicó con el ejemplo y la autoridad moral. Se convirtió en un guerrero auténtico y fue consecuente con sus ideas revolucionarias hasta el final de sus días, trazando así el camino a la juventud perjudicada por la exclusión, que busca alternativas a la crisis socioeconómica y política de Panamá. Ese es un mérito invaluable que nadie le podrá quitar jamás.
Descansa en paz Don: Salvador Camargo – Buena gente esa