Por Olivier Pauchard
Swisinfo.ch
El peregrino o viajero que recorre la Vía Francígena para ir de la catedral de Canterbury a Roma tiene que atravesar obligadamente la región del Jura suizo. Una ocasión ideal para dejar un poco de lado las iglesias medievales e interesarse en un capítulo de la más reciente historia industrial. La región de Sainte-Croix resguarda verdaderos tesoros del arte mecánico.
Proveniente de la ciudad francesa de Pontarlier, el viajero incursiona en la parte suiza de la llamada Vía Francígena, al pasar por la región de Sainte-Croix, en el Jura de Vaud.
Incluso en pleno periodo canicular, las temperaturas jamás son asfixiantes, lo que se convierte en un regalo para los peregrinos que se desplazan a pie o en bicicleta. Pero hay que reconocer, en efecto, que nos encontramos a más de 1 000 metros de altitud. Con respecto al paisaje, este es verde y las pendientes son poco pronunciadas, rasgos característicos de esta cordillera del Jura y que la diferencian de los Alpes.
Centro industrial
En medio del bosque y de las praderas está Sainte-Croix. Una localidad mediana –unos 5 000 habitantes– que, por sus características, casi parece una interrupción en el bucólico paisaje antes descrito. Numerosos edificios, ubicados en interminables hileras, dejan entrever una ciudad cuya actividad industrial es intensa.
La percepción es totalmente justificada. Sainte-Croix fue durante décadas un verdadero polo industrial en Suiza. Sin embargo, la producción de la industria ralentizó considerablemente desde principios de los años 80, pero la región conservó numerosos artesanos especializados en la mecánica del arte. Su punto fuerte: la fabricación de autómatas, cajas de música y relojes de alta gama.
La actividad mecánica se mantiene dinámica y tanto las autoridades como los artesanos locales ponen empeño en asegurarle un porvenir prometedor.
Experiencia visual y sonora
Conocimiento industrial y artesanal hacen que la región posea una vasta colección de objetos mecánicos. Bagaje que puede observarse en dos museos: el Centro Internacional de la Mecánica del Arte (CIMA) y el Museo Baud.
La originalidad de estos dos museos radica en el hecho de que no se contentan con presentar los objetos estáticos. Dado que los mismos reciben mantenimiento constante, y que numerosas piezas están en perfecto estado de funcionamiento, es posible ofrecer al visitante toda una experiencia visual y sonora.
Y muy pronto, los visitantes podrían descubrir todos estos objetos reunidos en las instalaciones de CIMA. Existe un proyecto de fusión entre CIMA, el Museo de Baud y el Museo de las Artes y las Ciencias de Saint-Croix. Las negociaciones están en curso y, si todo avanza según el cronograma previsto, el proyecto podría ser una realidad en el transcurso del año 2020.
Vía Francígena
El museo de Sainte-Croix se encuentra sobre la ruta de la Vía Francígena.
Un itinerario cultural que es un antiguo camino de peregrinación que, en la Edad Media, conducía de Canterbury (Inglaterra) a Roma, y posteriormente a Bari, para tomar un barco con destino a Tierra Santa.
En Suiza, este camino se extiende a lo largo de poco más de 200 kilómetros comprendidos entre la región de San Bernardo (en los Alpes del Valais) y la de Saint-Croix (en el Jura del Vaud).