Revolucionario, democrático y representativo

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El PRD sigue inspirado por el comandante Omar.

Revolucionario, democrático y representativo

Por Roberto (Toño) Rosas
Miembro del PRD y de la Coordinadora Nacional Pro Rescate Torrijista

Es curioso cómo, últimamente, en cada reunión social o familiar, sea abordado el tema político con el mismo tenor, y alguno pregunten: y ustedes, en el Partido Revolucionario Democrático (PRD), ¿cuándo van a dejar de pelear? Entiendo su frustración, y les contesto: en los organismos verdaderamente democráticos…¡pues se pelea!

Se discute, se tienden puentes, se escucha a las minorías, se atiende y se respeta al adversario electoral. Lo contrario, es la sumisión a gamonales y a “posiciones de a dedo”, como sucedía en la política criolla tradicional. Sigo explicándoles: los torrijistas nacimos para acabar con esas prácticas autoritarias de Arnulfo Arias, que perfeccionó Ricardo Martinelli y ahora articula Juan Carlos Varela.

La dinámica, que la generación del ’68 reconoció como obstáculo mayor para la recuperación de la soberanía y el desarrollo del pueblo, no sólo sigue viva, sino que prospera en las posturas clientelistas de la política actual. Paradojas aparte, el PRD no escapa de las realidades políticas nacionales.

Hemos sido infectados de aquello que nacimos para combatir. Esas peleas, que parecen hacer perder la paciencia –y la fe- en el PRD, son necesarias. Son democráticas y este pueblo, que es PRD, ya no va a votar por impostores, por más que el péndulo indique que nos toca gobernar. Peleamos, les sigo diciendo, porque la verdadera fortaleza del Torrijismo no está en los líderes coyunturales, sino en las bases y en su capacidad representativa y organizacional.

El PRD fue diseñado para organizar al pueblo, les sigo contando. No fue para seguir una ideología tradicional, tampoco para enaltecer a un líder. Somos una revolución democrática porque democratizamos la manera en que se articula un partido político. Tumbamos el monolito, acabamos con su verticalidad y lo pusimos a disposición horizontal del pueblo a través de liderazgos naturales, con instituciones formales para tener presencia en todos los aspectos de la problemática política nacional y así representar a los sectores más importantes de la sociedad.

Lo que nos separa de los otros partidos, es nuestro poder de representatividad, Por ello, este pueblo es PRD y la lucha por defender esos principios es la más importante. Los votos siempre dependen de ella.

Hablo de las estructuras de base, los frentes de masa y secretarías de organización. Nuestros triunfos electorales han dependido de la correcta articulación de esas instituciones. Es nuestra naturaleza ser representativos. Ambas conquistas electorales de la era democrática se dieron gracias a nuestra capacidad de representar y organizar al pueblo. Así ganamos en el 94, con los núcleos de base. Una vez en el poder, nos descuidamos, se desarticularon las bases y perdimos referéndum y elecciones.

Con Martín Torrijos, se activaron las ETC (estructuras de trabajo comunitario). Ganamos otra vez e inmediatamente después, la desarticulación. Cinco años de Martinellato y dos de tortuguismo después, revelan que es hora de aprender la lección. El mayor imperativo político es recuperar la representatividad de las bases.

Egoísmo político es anteponer espacios propios en detrimento del colectivo y su capacidad representativa. Mayor pecado aún es hacerlo y llamarse PRD. Nacimos para enfrentar esas actitudes. Ir en contra de ello es traicionar la razón de ser y no podemos permitirlo. La pelea terminará cuando la dirigencia sea cónsona con los principios revolucionarios, democráticos y representativos que fundaron al PRD. Cualquier otra cosa, es demagogia clientelista y oportunismo. Las urnas se ocuparán de probarlo.

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