“¿Qué es lo que pasa que está pasando en este país?”

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Javier Medina Alba
Redacción Bayano digital

“¿Qué es lo que pasa que está pasando en este país?”

Frase vernácula de un político, diputado criollo, escandalizado con la sociedad cuando se le cuestionaba de incurrir en actos de corrupción.

Hoy, podemos perfectamente cambiar esa expresión por otra, también vernácula, más comúnmente y mejor usada.

“¿Qué carajo pasa en Panamá?

Estupefacción, es el estado que nos provoca la reacción de individuos y agrupaciones de “profesionales” que se inflan, como el pez globo, sólo de oír sobre CUBA, porque sus cerebros codificados los condiciona a negar o rechazar de esa nación hermana todo tipo de alcances logrados en Revolución. Hasta el colmo, de negarle a la gente de su patria la posibilidad de salvar su vida por vía de la solidaridad.

La solidaridad es el rasgo más significativo de la especie humana. El egoísmo, sin embargo, nos hermana con las bestias.

Solidaridad, es la palabra más veces recurrida desde que inició esta pandemia COVID-19. Cuyo significado en nuestra lengua se refiere a la: “Adhesión o apoyo incondicional a causas o intereses ajenos, especialmente en situaciones comprometidas o difíciles.” Es la unión de dos o más personas que colaboran mutuamente para conseguir un fin común. La solidaridad es compartir con otros tanto lo material como lo sentimental, es ofrecer ayuda a los demás, sin esperar de ese gesto nada a cambio o de vuelta.

La salud es un derecho humano inalienable, incluso para el panameño que igual que el resto del mundo sufre la mayor crisis sanitaria conocida.

Por ello, Bayano se pronuncia hoy, por aquellos a quienes su voz no les alcanza para ser escuchados. Hablo, en primer lugar, de quienes han fallecido, víctimas de la Covid-19. Porque sí las condiciones de salud se hubiesen mantenido bajo el principio de prevención antes que, de curación, otra situación tendríamos. En segundo lugar, de sus dolientes, porque la circunstancia de inmovilidad por cuarentena no les ofreció la oportunidad de una despedida conforme a cada uno. En tercer lugar, de quienes se mantienen en los diferentes centros hospitalarios, resistiendo con vida aun, y de los miles de contagiados que están en hoteles y en sus casas convaleciendo el Coronavirus SARS-CoV-2. Porque tienen el derecho de abrigar, venga de donde venga, la esperanza de salvar sus vidas.

Del Sistema de Salud cubano es mucho lo que se ha dicho y bastante más el reconocimiento que en el mundo entero le han brindado. La presencia de estos profesionales de la salud en más 60 países y territorios se sustenta en convenios bilaterales de colaboración suscritos entre los respectivos ministerios de salud. En algunos casos con la participación de la OMS/OPS.

Cuba ha alcanzado la proporción de 9 médicos x 1000 habitantes, el más alto a nivel mundial.  La cooperación brindada ha sido como gesto solidario, sin recibir Cuba compensación financiera alguna.

Cuba no exporta médicos, exporta servicios de salud, conforme a la concepción de las Naciones Unidas sobre la cooperación entre países. Cuba no promueve ni acepta ocupar plazas sobre la base del despido a médicos nacionales.

Los profesionales cubanos de la salud que se incorporan a estas brigadas, lo hacen de manera libre y voluntaria. No participan en actividades políticas y en la atención sanitaria que ofrecen, no discriminan a nadie por su filiación política o ideológica. Las misiones médicas cubanas de la salud no se involucran en los asuntos internos de ningún país.

Cosa que sí hace EEUU, cada vez que les da la gana, desconociendo el derecho de autodeterminación y soberanía de nuestros pueblos latinoamericanos.

Ahora resulta que un mandadero del gobierno de Trump, quien amenaza con venir a Panamá, manda un mensaje de desaprobación del convenio que podría generar salud y bienestar para nuestro país. Por nosotros, no debe venir, se va a contagiar, o nos puede traer más contagio. No salga. ¡Quédese en casa!

Justamente hoy, 14 de agosto, cuando recordamos que en 1881 el médico cubano Carlos J. Finlay logró demostrar que el agente transmisor de la fiebre amarilla era el mosquito Aedes aegypti. Y que, por ello, tenemos Canal. Le damos la bienvenida a la Brigada Médica Cubana porque la solidaridad internacional es un paradigma humano en tiempos de crisis. Y negar la capacidad ética y científica de los galenos cubanos, que han comprobado una y mil veces que les sobran, es, aquí entre nosotros, un acto de barbarie.

14 de agosto de 2020

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