¡Qué desmadre, señor Varela!

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¡Qué desmadre, señor Varela!

Redacción de Bayano digital

“Panama Papers” y el caso Waked constituyen, por su manufactura internacional, retos para el país, cuyos efectos serían menores si se percibieran elementos de un liderazgo que al menos insinuase algún tipo de conducta alentadora. Más allá de posiciones histriónicas, el presidente Juan Carlos Varela sólo exhibe ante los medios de comunicación poses de orador, con frases sin contenido e intentos de ofrecer una seguridad de la que él mismo no da créditos.

Su respuesta a Francia, hacia donde envió una delegación encabezada por su ministro de Economía y Finanzas; las pleitesías dadas a la OCDE, su obligado silencio ante los “Panama Papers” y su “alentadora” preocupación por los empleos que se pueden perder en el caso Waked, nada le dicen al país, como no sea que el Panamá de hoy cuenta con un mandatario perdido en un laberinto de problemas que no entiende y frente a los cuales tampoco posee respuestas efectivas, dejándose llevar por la ola, con la esperanza de que en algún recodo aparezca una piedra salvadora a la cual asirse.

Bajo una especie de conducta mesiánica, el señor Varela desconoce la existencia de una comunidad nacional a la que le interesa, de sobremanera, el rumbo que pueda tomar Panamá.

Obligado por las circunstancias, ha instalado una comisión que bajo la tutela de un Nobel de Economía reunió a un número de profesionales cuyo prisma debía servir para que el presidente ensayase lo que hace mucho tiempo debió hacer: llamar y reunir a las fuerzas políticas del país, sin importar su signo, para hablar en función de la Nación, no de los partidos.

Claro que en el fondo debe estar actuando la apasionada, pero errática política conque inició su gobierno, aunque debería aprender que cuando se presentan coyunturas como las descritas, queda abierta la puerta de la convocatoria, porque más son los peligros que nos unen que las ganancias unilaterales que se puedan obtener.

Los escándalos que hoy se ciernen sobre Panamá, poseen el sello internacional de una competencia que encuentra mancuerna en sus respectivos gobiernos; los gobiernos de las empresas europeas y de las norteamericanas han actuado contra el peso competitivo de las empresas panameñas, independientemente de ese ángulo ambivalente de la justicia aplicada cuando los poderosos se sienten tocados en sus intereses.

Pero Varela parece no dimensionar el tamaño del problema que tiene entre manos, a menos que, guardada las proporciones, mire hacia atrás y vea los costos que debió pagar el país en diciembre de 1989. Sí, los costos de hoy, en el terreno económico, poco tendrían que envidiarle a los días aciagos de los bancos cerrados y el retiro de depósitos de marzo y abril de 1988, o a la fatalidad de los dólares viejos que se deshacían en las manos.

Así de jodida es la cosa, señor presidente. Si lo duda, indague sobre el pánico que sacude a bancos y a empresas, que hasta ahora habían actuado dentro de un sistema cuyas reglas y descuidos comenzaron a desvanecerse a tenor de los “Panama papers”, y no porque no se hubiese advertido.

Bien lo sabe usted, que desde hace mucho tiempo Washington ha venido insistiendo en señalar a Panamá como una plaza de “lavado de dinero” y evasión fiscal, de la cual sus bancos insignias se han retirado. Caso concreto, el Citibank.

¿A qué nos enfrentamos? A la posibilidad real de que las sanciones o medidas internacionales se traduzcan en el cese eventual del financiamiento internacional, y a que la posibilidad de obtenerlo se condicione al compromiso de nuestros principales activos.

Pero el señor Varela no sabe de convocatorias nacionales para analizar estos temas, y menos de la búsqueda de una solidaridad internacional que le permite enfrentar, al menos en bloque, sanciones de países en cuyos territorios surgen y se desarrollan los principales centros de evasiones fiscales y “lavado de dinero”.

¿Por qué Panamá? Porque además de aparecer como uno de los eslabones débiles de la cadena, no presenta ninguna posibilidad del “cinismo político” de aquellos que atacan al país. ¿Cómo hacerlo, si se cuenta con un gobierno que ni si quiera sabe aún que lo es? Que sólo administra golpes de recámara y “chanchullos” de bohíos domingueros, porque no ha sido capaz de encarar los principales problemas nacionales. ¡Despierte señor Varela, usted era candidato hace dos años, pero hoy es presidente!

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